El arte musulmán

Fue con las armas como los árabes, unidos por la predicación de Mahoma, invadieron las regiones vecinas en nombre de la “guerra santa”. Así se creó el mundo islámico: un imperio que se extendía desde la India hasta el Atlántico, que ocupaba toda la costa meridional del mediterráneo y estaba formado por distintos pueblos unidos por una misma religión. Esta expansión se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo I de la hégina, era que empieza en el 622 d.C, fecha en la que Mahoma llegó a Medina. Pueblo de conquistadores, los árabes, como antes los romanos, se expresaban esencialmente mediante la arquitectura. Si, como dice la definición, este arte consiste en saber “dibujar el espacio”, un conjunto arquitectónico no sólo crea un espacio, sino que lo enriquece y aumenta su valor.


·         CONTEXTO HISTÓRICO. EL ISLAM
La palabra árabe “islam” significa aceptación, abandono, sumisión. Expresa la clase de religión que debe establecer el ser humano con Dios. Los fieles del islam son los musulmanes, es decir, los que practican el islam. El fundador del islamismo fue el profeta árabe Abu-Kasi, llamado “Mahoma” (en árabe, Muhammad, es decir, “el alabado”), que nació en la Meca (Arabia Saudí) hacia el 570 d.C. Era un rico comerciante de su ciudad que había comenzado su predicación recitando una serie de revelaciones, más tarde recopiladas por su secretario Zaid en el Corán. En aquella época, Arabia no tenía unidad religiosa ni política. La mayor parte de la población estaba compuesta por beduinos, nómadas y salteadores. Todos eran politeístas: adoraban las estrellas, la luna, el sol, Venus y, sobre todo, un meteorito negro caído del cielo en un pasado lejano que había sido rodeado por el muro de un edificio cuadrangular, la Kaaba (es decir “el dado”), hoy todavía santuario principal de la ciudad santa. En el año 622 Mahoma inicia su huida a Yatrib (Medina) y entonces comienza el desarrollo de una gran civilización, el Islam. La nueva religión revelada está inspirada en las tradiciones hebreas y cristianas, y entre sus preceptos establece la guerra santa en defensa de la fe. A partir del año 632 en el que el profeta muere, sus sucesores, los califas, construyeron un gran Imperio Musulmán. Durante el primer califato (632-661) llamado legítimo u ortodoxo se conquistó Siria, Palestina, Egipto (las zonas más ricas y pobladas del Imperio Bizantino) y los territorios dominados por la Persia sasánica. Con el asesinato de Alí, primo de Mahoma, nace la dinastía Omeya, cuya capital se asienta en Damasco. Con las conquistas del norte de África, España, la franja comprendida entre Asia menor y el valle del Indo, la expansión musulmana alcanza su mayor expansión territorial. En este momento la corte califal adopta un refinamiento y una estructura administrativa inspirada en los modelos bizantinos y persas. El imperio se organiza en torno a una red de provincias gobernadas por emires o walies bajo la dirección del califa, quien ostenta el mando político y religioso supremo. El califa es asistido por una serie de colaboradores, el mexuar (consejero), el hachib (primer ministro), los visores (ministros) y los cadíes (jueces). En el año 750 los omeyas son sustituidos por los chiítas, secta musulmana formada por los partidarios de la dinastía de Alí. Los chiítas fundan el califato abasí cuya capital es Bagdad. Desde este momento se inicia un período caracterizado por la progresiva fragmentación del Imperio Árabe, hasta su desaparición como tal en el 1258. A partir de entonces surgen distintos reinos musulmanes, entre los que destacan por su papel sobresaliente los turcos otomanos.
·         LA SOCIEDAD
Con la conquista árabe comenzó el resurgimiento de las ciudades en los territorios de la España musulmana. En contraste con el retroceso experimentado durante el período visigodo, las ciudades volvieron a convertirse en el centro de la vida política, económica, social, religiosa y cultura como en tiempos de los romanos. En ellas se localizaba el aparato administrativo que gestionaba y fiscalizaba todas las actividades producidas y financieras, y tenían lugar los intercambios mercantiles e intelectuales. El centro neurábico de la ciudad lo constituía la medina, núcleo amurallado donde se concentraba la mezquita, los edificios públicos, los zocos, las alhóndigas y la alcazería. Junto a ella se extendía los arrabales integrados a la mezquita por barrios más pequeños. El plano laberíntico de las calles andalusíes reflejaba la idea árabe de salvaguardar la intimidad de la vida en el interior de las casas. La diversidad étnica y las diferencias religiosas fueron los factores que determinaron el carácter de las relaciones y las costumbres de la sociedad de la España musulmana. Desde el punto de vista étnico cabe distinguir a los árabes y bereberes, todos seguidores del Islam e integrantes del ejército y la administración, caracterizados por un fuerte sentimiento de solidaridad familiar y tribal. Frente al grupo árabe-bereber estaba el de la población nativa conformador por los muladíes (cristianos conversos al Islam), los mozárabes (cristianos que siguieron viviendo entre los musulmanes), y los judíos. Las clases sociales estaban encabezadas por la jassa, la aristocracia formada por los miembros de la familia califal y los altos funcionarios palatinos. En la escala inmediata se situaba el grupo de los al- ayan o notables compuesto por los alfaquíes, sabios y doctores de la ley, y los grandes mercaderes. La amma era la clase popular integrada por los campesinos, los artesanos y otros trabajadores urbanos, debajo de la cual solo estaban los esclavos, habitualmente negros, sobre todo esclavos hasta que en el siglo X su progresiva cristianización acabó con el tráfico que dominaban judíos e italianos.
·         LA ECONOMÍA
La actividad agrícola y comercial sostuvo económicamente a la civilización islámica. El papel primordial de los árabes fue el de intercambios de productos que circulaban por el territorio del Imperio, aunque también destacaron como fabricantes de tejidos y objetos de madera y metálicos. La agricultura fue la principal fuente de ingresos, con producción de cultivos orientales y la aplicación de novedosas técnicas agrícolas, en especial el regadío mediante acequias y norias. El las regiones orientales del islam, el Estado o los grandes propietarios eran los dueños de las tierras, que eran cultivadas por esclavos o por campesinos pobres. En las regiones occidentales, la propiedad de las tierras era de los agricultores, que alcanzaron un cierto bienestar económico. Con posterioridad, los árabes consiguieron edificar un auténtico emporio económico fundamentado en el control de las rutas marítimas del Mediterráneo y el índico y las rutas caravaneras de África y Asia. Su papel primordial fue el de intermediarios entre Oriente y Occidente de mercaderías como piedras preciosas de la India, sedas de China, especias de Asia, oro y marfil de Sudán y esclavos de Etiopía. En todo el imperio tenía validez su propia monea, el divar de oro y el dírhem de plata. Además, los árabes introdujeron nuevos métodos de pago como el cheque y la letra de cambio. En su producción industrial fue notable la fabricación de papel perfumado, tejidos de seda, damascos bordados en oro y muselinas, útiles de acero y objetos de madera.
·         LA CULTURA
Los múltiples pueblos que constituyeron el Imperio aportaron una gran diversidad de elementos que dieron lugar a la cultura musulmana. Esta síntesis tuvo una base persa, india y helenística. Los árabes se dedicaron a buscar, recopilar y traducir a su lengua numerosas obras clásicas que han podido permanecer así como parte del patrimonio cultural de la humanidad. Durante la alta Edad Media, importaron de oriente innovaciones como el papel, la pólvora o la brújula, que fueron implantadas en Occidente. Ellos mismos también fueron grandes inventores con ingenios como la noria y el molino. Habían aprendido de los hindúes el sistema decimal y el uso del cero, introdujeron en Occidente la llamada “numeración arábiga”. Por medio del álgebra resolvieron complejas ecuaciones. La difusión social de los estados musulmanes estuvo estrechamente vinculada a la fabricación de papel y, sobre todo, el auge de las ciudades, en las cuales se crearon bibliotecas y escuelas, dependientes de mezquitas o fundaciones. El fervor por el estudio alentó la búsqueda de libros y manuscritos que fueron copiados y distribuidos por miles de escribas, mientras los estudiantes recurrían a maestros a quienes escuchaban o sometían los análisis de sus lecturas hasta que estaban en condiciones de hacer lo propio con sus discípulos. Las discusiones y la confrontación de ideas en los salones de los príncipes o mecenas eran habituales y fructíferas, aunque ni las ciencias, ni la literatura, ni el arte iban desligadas de la reflexión religiosa.
·         LENGUA Y LITERATURA
El árabe fue la lengua del Islam y, consecuentemente, la de la literatura, el pensamiento y las ciencias. En la traducción árabe la poesía ocupó un lugar destacado y obtuvo una sincera adhesión a los géneros que recreaban la sencilla vida de los cortesanos, sus cacerías, sus amores y alegrías, pero también las intrigas, las sátiras y los enemigos. La prosa, que aparecieron en los últimos tiempos de los omeyas, abordó inicialmente temas religiosos y sociales o tratados sobre diversas prácticas de interés general. También se desarrolló una literatura popular, como la de los relatos que inspiran las aventuras de Simbad, punto de partida de la célebre Las mil y una noches.


La poesía arábigo-andalusí heredó fórmulas tradicionales, pero sus temas revelaron una mayor inclinación por la naturaleza y el amor cortesano no exento de erotismo. Las fórmulas de las estrofas poéticas como las “moaxajas” influyeron en el nacimiento de primitivas composiciones literarias ibéricas, como las jarchas mozárabes y las cantigas de amigo galaico-portuguesas.
En la literatura de corte samaní se da un resurgimiento de la lengua persa con la incorporación de numerosas voces árabes y, especialmente, con la utilización del alfabeto árabe que dio lugar a una original literatura, en la que sobresalieron obras que narran con tono épico el pasado histórico y libros históricos y geográficos.
·         EL ARTE
Se basa en el rechazo de los conceptos clásicos, característicos del arte griego y del arte occidental, según el cual el hombre es la “medida” de las cosas. El Islam rechaza el arte como imitación de la naturaleza, pues es una tentativa de copiar la obra creadora y sublime de Dios. Se expresa mediante formas abstractas y alusivas que suelen utilizar y disimular la realidad. Prefiere el empleo arquitectónico de materiales humildes, como el barro, el ladrillo visto o el estuco. Estas estructuras se enmascaran se rodean de una decoración abstracta, que repite hasta el infinito un motivo geométrico o vegetal. Asimismo, el arabesco, decoración basada en un mocárabe de motivos vegetales estilizados y, la caligrafía, que se considera el arte por excelencia, un instrumento de difusión de la palabra de Dios a través del Corán, son las dos formas de expresión más significativas del arte islámico. La religión musulmana prohibía el empleo de materiales suntuosos; por ello, para sujetarse a la prescripción religiosa y satisfacer al mismo tiempo el gusto por el lujo y el fasto de los sultanes islámicos, se emplearon diferentes recursos. Uno de ellos fue una técnica por la que se daba un aspecto precioso a los objetos de cerámica: el objeto se recubría con óxido de cobre y plata, sustancia que despedía, tras una base de cocción, los reflejos de coro y de las perlas. Este procedimiento se aplicó a la baldosa persa en forma de estrella y al vaso alargado español, llamado albarelo. La caligrafía tuvo una acogida excepcional en todo el mundo musulmán, por su carácter abstracto satisfacía las exigencias fundamentales de la religión. El rechazo de la representación de imágenes humanas y animales provocó la estilización de las formas pertenecientes al mundo natural. Esta prohibición del profeta no se observó, sin embargo, de igual modo se respetó estrictamente en la zona específicamente árabe, menos en Persia y Mesopotamia, donde los artistas se mostraron más tolerantes y poblaron, sobre todo las miniaturas de figurillas.



·         EL “TAJ MAHAL”
Es el edificio más representativo de la arquitectura musulmana de la India. Ubicado en la ciudad de Agra, la tumba fue edificada bajo las órdenes de Shakyhán, emperador mongol que quiso enterrar con gran monumentalidad a su esposa Mumtaz Mahal. Los trabajos de realización empezaron poco después de la muerte de la esposa hacia 1631, viéndose el edificio concluido en 1647. Siguiendo su tipología funeraria habitual, el complejo incluye un gran jardín cuadripartito. Sin embargo, en este caso no hallamos la tumba en el centro sino en el lado norte del jardín, junto al río. En el lado sur encontramos un especio de dimensiones parecidas, ocupado esta vez por una gran puerta monumental que sirve de contrapunto al mausoleo. Sin duda, la belleza del edificio funerario no sólo se debe al uso del mármol blanco y pulido, sino también a la fuerza que transmite su proporcionalidad y simetría. La cúpula se alza sobre un tambor de grandes dimensiones. A la vez, los lados del tambor quedan flanqueados por pabellones con aperturas en sus muros que crean un efecto de claroscuro delicioso. Todo el conjunto se alza sobre una base rectangular construida igualmente en mármol y delimitada en sus cuatro esquinas por altos minaretes. Acentúa su monumentalidad el contraste entre el efecto traslúcido y cristalino del mármol y el color rojizo y opaco de los edificios laterales, una mezquita y una casa de huéspedes que también forman parte del conjunto funerario. La decoración escultórica del edificio se limita al tratamiento en relieve de su superficie mural. Un zócalo que recorre el interior y el exterior de la tumba muestra a una serie de plantas floridas enmarcadas en una cenefa geométrica. El resto de la superficie tratada presenta motivos arabescos y extensas inscripciones, la mayoría de las cuales están extraídas del Corán.






·         LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
Iniciada por Abd al-Rahnman I (758-86), fue sucesivamente ampliada y reformada durante los siglos IX y X por Abd al-Rahman II, Abd al-Rahman III, Al-Hakam II y Al-Mansur. Su estructura sigue la Gran mezquita de Damasco, combinando el sahn o patio abierto con una sala de oraciones. Contaba con un total de 11 naves perpendiculares a la quibla. La reforma de Al-Mandur significó una ampliación de ocho naves hacia el este que provocó la descentralización del mihrab. Debemos la definitiva quibla y el mihrab a la reforma de Al-Hakam II. El mihrab, flanqueado por dos pequeñas capillas laterales. Antecedente al mihrab encontramos la maqsura, el espacio de oración del califa delimitado por arcos entrecruzados y cubierto por tres cúpulas. El programa decorativo de toda esta zona, seguramente realizado por maestros bizantinos, combina motivos vegetales, geométricos e inscripciones en alabanza de Alá.


·         MEDINA AL-ZAHARA
En el año 325 de la Hégina (936 d.C.) Medina Al-Zahara fue mandada edificar al norte de Córdoba, por el califa Albd Al Rhaan Al Nasir. Era una ciudad palaciega parecida a Samarra y Bagdad. En los trabajos participaron muchos ingenieros de diferentes capitales como Bagdad, Damasco y Constantinopla. Las construcciones tienen unas cuatro mil columnas de varios colores. El mármol blanco rozado era traído de la Sierra de Cabra, el azul celeste procedía de la sierra de Córdoba; mil de esas columnas procedían de Cartago, Túnez, Tarragona o Navarra. La ciudad estaba decorada con maravillosas estatuas. Se dice que Albd Al Rhaan Al Nasir se enamoró de una joven muy bella llamada Al-Zahara, la flor, quien un día pidió al califa que le edificase una medina para ella. El califa ordenó a un artista que modelase la figura de la joven, y aquella escultura estuvo colocada en la puerta principal de la Medina, de la que todavía se conservan sus ruinas, a unos  kilómetros al norte de Córdoba.



·         LA ALHAMBRA
Está decorado con arabescos fascinantes en el que el ritmo de los adornos se repite de forma maravillosa. Llama la atención la denominada “Fuente de los leones” por figurar 12 leones de cuyas fauces sale el agua. En el techo de la llamada “Sala de la justicia” se encuentra un conjunto de pinturas murales, en el que figuran 10 personajes árabes. También se observan algunos leones en los laterales de esta escena. La construcción del palacio data de la primera mitad del siglo VII de la Hégina (XII d.C).

El palacio de Comares, levantado por Muhammad V en 1370 para conmemorar la victoria de Algeciras, es una de las obras más bellas del arte islámico. El palacio de Ryad, hoy conocido como palacio de los leones, ha sido reconocido como una de las mayores joyas islámicas existentes en el mundo. Muhammad V solicitó a su arquitecto que consiguiera representar el paraíso y construyó este hermoso patio circundado por celosías y arcos mocárabes de medio punto. Los califas cordobeses no daban importancia a la prohibición del Islam, sobre el arte figurativo y así sus edificios estaban decorados con frescos que representaban a todas las criaturas de Dios.




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