El narcisismo en El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde
Para
comenzar, en el presente trabajo voy a hablar acerca del mito de Narciso que
está presente en la obra de Oscar Wilde, El
retrato de Dorian Gray. Para ello, habrá que adentrarse en el mismo mito de
Narciso y hablar sobre él para después ver cómo es tratado en la obra dicho
mito. Habrá también que entender el porqué de esa recurrencia, qué significa
esa recurrencia en el autor, en la obra y qué significa el tema recurrente
dentro de esa obra. Antes de
adentrarme a analizar la obra, he de tratar el tema del mito de Narciso.
Frenzel
nos aclara el significado de este mito:
El mito griego del hermoso joven
Narciso, que por rechazar todo amor, especialmente el que le ofrece la ninfa
Eco, es castigado a contemplar en el espejo de un manantial su propia imagen
enamorándose de sí mismo y muriendo de nostalgia, mientras que en el lugar de
su muerte brota el narciso. […] Ha sido interpretado por la filosofía
neoplatónica en el sentido de que el alma al entregarse a la imagen ficticia de
la belleza sensual se hunde en la oscuridad espiritual. […] Como símbolo de la
avaricia vital y del egoísmo fue especialmente fructífero el argumento
narcisiano en la época “decadente”. O.Wilde (The Picture of Dorian Gray,
novela. 1890) modificó el tema del hombre enamorado de su propia imagen:
Narciso_Gray entrega su alma, para conseguir que en su lugar sea su retrato el
que envejezca; despiadadamente el retrato va recogiendo la deshonra del
perverso[1].
En
el tema de Narciso y Eco se da algo parecido a lo que ocurrirá con Dorian Gray
y Sibyl Vane. Carlos García Gual añade que:
El caso es que un buen día, asomado a un
estanque, descubrió Narciso su bella imagen que lo miraba desde la superficie
del agua con grandes ojos. El joven se quedó prendado de esa figura seductora
en el agua, y comenzó a pasar su tiempo observándola, observándose. Nada le
interesaba más, nada le enamoraba más que su propio retrato que se movía según
sus propios gestos. La diosa Afrodita castigaba con ese amor imposible el
desdén del joven por el amor de otros. La pobre Eco fue languideciendo de amor
y se hizo tan sutil que desapareció, y quedó sólo con una voz incorpórea y
fantasmal, repetitiva y vana, sin merecer su atención. Como no se saciaba nunca
de contemplarse, Narciso dejó de correr, de comer, de distraerse en otras
cosas, y allí se quedó en el borde del agua mirándose en el claro espejo, cada
vez más escuálido, hasta desfallecer y morir[2].
Al
igual que ocurre en el mito, salvo que con algunos cambios, en la obra, Basil
Hallward pinta un cuadro de Dorian Gray. Es un cuadro hermosísimo en el que se
ve plasmada toda la belleza de este joven. Dorian Gray, sin embargo, no se
había dado cuenta de su propia belleza hasta verse contemplado en el cuadro. Al
igual que ocurre con Narciso que no se da cuenta de su propia belleza hasta
verse reflejado en el agua del estanque. Para ambos, Narciso y Dorian Gray, el
espejo (cuadro-estanque) es quien les revela su propia belleza.
En
el caso de Dorian Gray, en un principio se siente enamorado de la joven actriz
Sibyl Vane, pero tras volver a verla en escena ya comprometidos, ella ya está
tan enamorada de él que no le interesa el teatro y no puede dejar de pensar en
él por un instante, tanto que hace una actuación pésima. Es en esos momentos
cuando Dorian Gray se avergüenza y decide rechazarla, ella le suplica que no la
abandone pero éste termina alejándose y ella decide suicidarse.
En
el caso del mito, la ninfa Eco está enamorada del bello Narciso pero él no hace
caso a ninguna joven y ella cada vez va languideciendo y perdiendo la voz, es
decir, que también acaba muerta, si no físicamente, al menos de espíritu al
igual de Sibyl Vane.
En
este sentido se puede apreciar dentro de la obra un tema recurrente que es el
de la mujer rechazada. Este tópico se puede ver en el mito de Narciso con Eco
como mujer rechazada y en la obra en Sibyl Vane como mujer rechazada. Frenzel
da unas claves muy interesantes sobre este tema:
Las estructuras sociales encauzadas según
criterios masculinos suelen ofrecer a las muchachas adolescentes un ideal que
justifica su capacidad para el amor y la maternidad no como un derecho natural,
sino como algo que es legal o moralmente lícito según las necesidades.
El año de nacimiento y la proporción
demográfica determinan el marco dentro del cual las cualidades tanto personales
como sociales de una mujer logran ser valoradas y tener efecto. Las condiciones
y alteraciones estadísticas pueden disminuir sus oportunidades hasta llegar a
no ofrecer perspectivas.
A la conclusión sigue generalmente un
desprestigio, ya que las competidoras más afortunadas se encuentran confirmadas
a sí mismas pero no los hechos, y los hombres, por el excedente de mujeres, se
ven incluidos a desestimarlas.
La inteligencia, el carácter y el
temperamento ponen prematuramente a la muchacha en el dilema de elegir entre
iniciativa o indiferencia y a la mujer en la necesidad de resolver si su
pretensión va a comprometer, y hasta qué punto, el bien jurídico[3].
Las
dos mujeres, Eco y Sibyl Vane se enamoran únicamente por la belleza de su amado
pero por nada más. Sólo ven en ellos una belleza que les ha irradiado y les ha
inspirado el sentimiento de amor, pero no han caído en observar valores más
allá de esa belleza superficial. Ambas están tan ciegas por esa belleza que no
contemplan la vida sin ese amor, por lo tanto, Eco quedará en nada y su voz se
apagará y Sibyl Vane morirá.
Asimismo,
he de añadir que el mito de Narciso es un mito preexistente recuperado por la
literatura, se trata de discursos míticos como pretextos y se ven sometidos a
las modulaciones personales del imaginario de un escritor o de una cultura. En
este caso sería del escritor Oscar Wilde. El mito es el tema de la obra pero de
forma oculta, no explícita. En ningún momento de la obra se dice nada de Narciso.
Es una figura humana que se ha convertido en soporte de nuestra cultura, un
personaje individualizado cuyo origen radica en la tradición mitológica. En
este caso incluye una conciencia de escritor frente a la conciencia mitológica,
presenta la autoría frente al anonimato y responde a la intención de expresión
de conocimiento del mundo y aborda la solución imaginativa de inquietudes,
contradicciones o preguntas irresolubles.
Luis
Díez del Corral habla acerca de la reinterpretación de los mitos clásicos:
Trátase, pues –los nombres indicados
exoneran de todo comentario-, de un brote de entusiasmo mitologizante no al
modo tradicional, sino al de un arte radicalmente nuevo. Las figuras de Orfeo,
Electra, Ulises, etc. [y Narciso también] aparecen ahora iluminadas con focos
desconcertantes, puestos en escenarios ultramodernos, dotados de un corazón
interjado que vibra con la más refinada o brutal emotividad, o envueltos en una
serie de disquisiciones de acusado cuño filosófico existencialista. […] Lo
curioso es que para el lector, el oyente o el contemplador –incluso si tiene
una admiración respetuosa por el mundo antiguo-, resultan más interesantes las
reinterpretaciones del mito clásico hechas con sentido avanzado que las que
siguen más de cerca la pauta tradicional[4].
Estoy
de acuerdo con Luis Díez del Corral en el tema de que los mitos reelaborados en
los tiempos modernos han llamado más la atención que la historia original de
los mitos en sí. El mito de Narciso contado por Ovidio es exquisito, pero
contado en Dorian Gray para la época victoriana en el siglo XIX debió de llamar
mucho la atención este tipo de hombre que es capaz de matar, de abandonar a la
persona amada, de alejarse del mundo, de desear la eterna juventud sólo para
mantener su belleza y ser joven eternamente sin importarle las consecuencias ni
las personas que pueda hacer daño. Es una historia apasionante y llena de
misterio que debió de enganchar al lector de la época y que sigue enganchando
al lector del siglo XXI.
Como
ya he dicho, en ningún momento de la obra se habla explícitamente del mito de
Narciso, pero en la obra se alude mucho al tema de la belleza en las reuniones
que tiene Dorian Gray con gente de la sociedad. Al principio de la obra se está
hablando de la belleza del cuadro que acaba de pintar Basil:
-¡Que has puesto demasiado de ti en ese
retrato! Te juro, Basil, que no sabía que fueras tan vanidoso. La verdad es que
yo no encuentro ningún parecido entre tu rostro duro y recio y tu cabello negro
como el carbón, y este joven Adonis que parece hecho de marfil y pétalos de
rosas. Pues él, mi querido Basil, es un Narciso, y tú… Bueno, es verdad que
tienes una expresión intelectual, y todo eso. Pero la belleza, lo que se dice
belleza, termina donde comienza la expresión intelectual[5].
Compara
la belleza del retrato con el bello Narciso, y también con otra figura mitológica
que es Adonis, un joven hermoso de quien se enamora Afrodita.
En
otra ocasión, se compara la belleza de Dorian Gray con Antínoo, que fue un
joven de gran belleza y amante del emperador romano Adriano. En el siguiente
fragmento se puede ver más clara esta comparación:
[…]
La inversión de la pintura al óleo supuso para los venecianos lo que el rostro
de Antínoo para la escultura griega en su última etapa y lo que algún día
supondrá para mí el rostro de Dorian Gray[6].
Otro
mito que podríamos encontrar dentro de la obra es el mito de Fausto, en el que
también se da como leyenda sobre un personaje que existió en la realidad. El
tema de Fausto es otro tema recurrente que ha sido recogido a lo largo de toda
la literatura universal como en una historia anónima titulada Historia van Doctor Johan Fausten, la Tragical History of Doctor Faustus de
Christopher Marlowe, el Doctor Faustus de
Thomas Mann y, por último, el más conocido que es el Fausto de Goethe.
Como
vemos, hay una numerosísima recopilación de Faustos a lo largo de la historia.
En El retrato de Dorian Gray no se
nombra en ningún momento a ningún Fausto, pero las personas que rodean a Dorian
Gray, tras ver que pasan los años y él sigue manteniendo su aspecto joven y radiante,
comienzan a pensar que ha hecho un pacto con el diablo.
En
el caso de Fausto hace un pacto con el diablo para mantener sus conocimientos y
los placeres de la vida. Carlos García Gual añade:
La leyenda aumentó pronto con nuevos
episodios, pero ahí está ya lo esencial de la silueta mítica de Fausto. Es un
aventurero cínico y maestro en saberes oscuros, en magia y ocultismo, que
mediante un pacto con el demonio (el diablo Mefistófeles) logra colmar sus
deseos, a costa de su condenación eterna. Podemos advertir ciertos precedentes,
como los magos Cipriano o Teófilo, en la tradición medieval de los pactos
diabólicos, y ecos de figuras del Renacimiento, como Paracelso, por ejemplo.
Pero en Fausto esos rasgos se combinan parar construir un personaje mítico
peculiar. Sus rasgos inconfundibles son, como indica E. Frenzel, “su orgullo de
sabio, la ambición y el ansia de poder intelectual, cuyo anticristianismo no se
expresa ya solamente en el pacto satánico, sino también en su unión con la
Helena de la antigüedad clásica, o sea pagana, que actúa como instrumento del
infierno”[7].
En
el caso de Dorian Gray, la gente opina que hace un pacto con el diablo para
mantener su belleza, serían motivos distintos de los de Fausto. Aunque en la
obra no se dice nada de que hiciera un pacto con el diablo, es cierto que
Dorian Gray al ver el cuadro desea mantenerse así de joven y bello toda la
vida, por lo tanto, ese deseo se hace realidad, no sabemos cómo, en la obra no
se nos dice cómo, pero lo cierto es que su deseo se cumple, el mismo deseo que
le llevará hasta la locura y la muerte.
También,
en este sentido, vemos que se ve incrustado el mito de la eterna juventud.
Dorian Gray desea ser siempre bello pero a la vez joven. Parece que la belleza
y la juventud están ligadas y no se pueden separar una de la otra.
Por
otra parte, otro de los temas que se reflejan en la obra es el tema del dandy. El
dandy es un hombre con glamour, bien vestido y elegante. Podríamos identificar
a Dorian Gray como un dandy. Terence Dawson explica que el arquetipo de dandy
tiene relación con la figura de los dioses Dionisio y Apolo y también este
dandy teme a la vida y por eso hay un principio de evasión.
Cuando el personaje de Lord Henry le
dice que su belleza excepcional no durará para siempre, el joven desea que su
belleza perdure del mismo modo que el retrato que pinta el personaje de Basil
Hallward ya que aquél anhela disfrutar de su juventud indefinidamente. Dicho
deseo alocado es la clave de los factores arquetípicos que condicionan la
novela ya que la cualidad de la “juventud eterna” supone un atributo primario
de la figura de Dioniso. Ovidio recurre en las Metamorfosis a la descripción de
la “eterna juventud” asociada a Baco (mismo dios que Dioniso).
[…]
La novela comienza con el deseo de Dorian
de que se le conceda la eterna juventud propia de los dioses. El intento de
poseer atributos divinos indica inflación psicológica. No resulta extraño, por
tanto, que en la novela haya otro mito cuyo sujeto es la inflación psicológica.
Se presenta como analogía hacia el final de la novela, mientras el personaje de
Dorian toca el piano. El personaje de Lord Henry observa: “¡Es una bendición
que todavía nos quede un arte no imitativo! No te detengas. Esta noche necesito
música. Me pareces el joven Apolo, y yo soy Marsias, escuchándote” (Retrato
306).
Tanto el personaje de Lord Henry como el
de Dorian se asemejan al sátiro Marsias. En tanto que su retrato asume el
aspecto de un “viejo sátiro horrible”, cabría afirmar que cuando intenta
destruir el retrato sin darse cuenta se mata a sí mismo y, consecuentemente, el
retrato vuelve a su origen de perfección apolínea.
En virtud de su “deseo alocado”, el
personaje de Dorian se apropia de los atributos de los dioses Apolo y Dioniso.
En efecto, Dorian representa la personificación simbólica tanto de la
embriaguez dionisiaca como de la forma apolínea, de la pasión dionisiaca y de
lo inabordablemente apolíneo. Es capaz de disfrutar los placeres dionisiacos, a
los que desea entregarse, pero con la comedida apolínea.[8]
Otro
aspecto también importante a destacar es el narcisismo como trastorno
psicológico estudiado por Sigmund Freud. Se trata de un trastorno que afecta a
la personalidad de la persona en cuestión, la persona sobreestima sus
habilidades, se cree superior a los demás y tiene la necesidad de ser admirado
por otros. Como ya sabemos, el nombre de este trastorno se debe al mito de
Narciso, y al igual que Narciso o que Dorian Gray suelen ser vanidosos con su
aspecto físico y también suele haber tendencias de autoestima baja al igual que
ocurre con Narciso que se siente decaído por no poder alcanzar su propia imagen
y amarse a sí mismo. En el caso de Dorian Gray, también llega a sentirse triste
porque no puede doblegarse de ese otro yo.
Para
seguir, daré las claves para ver las semejanzas y las diferencias que existen
entre el mito y la obra. Andrea Schlam en su artículo nos dice que:
Ovidio relata en Metamorfosis que Narciso fue un joven/ niño que nació producto de
la violación de la ninfa Liríope por parte del río Cefiso y heredó de ambos las
características esenciales de su tragedia: la belleza de su madre, y el
elemento acuoso, a partir del cual conocería a su vez su propia beldad.
[…]
Como Narciso, Dorian Gray nace signado
por una historia de violencia: su padre es asesinado por el suegro y, al año de
nacido, su madre muere quedando al cuidado de su abuelo. Proviene asimismo de
una madre hermosa de la que hereda ese atributo que también será el comienzo y
eje de su tragedia, constituyéndose como “hijo del Amor y de la Muerte”[9].
Como
vemos, ambos son hermosos por herencia familiar, pero ambos han nacido en un
ambiente de tragedia que les marcará para siempre. También, esa belleza para
ambos será la causante de sus muertes.
Al
mismo tiempo, una de las diferencias significativas entre estos personajes es
que mientras Narciso desea unirse consigo mismo y poder amar a ese reflejo que
ve en el estanque, sin embargo, Dorian Gray desea huir de sí mismo por el
sufrimiento que está viviendo por ese doble yo que está en el cuadro pintado
por Basil. En este sentido, Andrea Schlam añade:
Su imagen retratada ya no es idéntica [la
de Dorian Gray] sino que progresivamente se convierte en su alteridad
deformada. La tautología se violenta y se produce una asimetría en la
especularidad, artificio utilizado como recurso narrativo para metaforizar tal
vez la misma imposibilidad de Narciso pero actualiza: no poder ser nuevamente
uno. Tal vez este es el verdadero conflicto humano moderno: su fragmentariedad,
su fragilidad, su caducidad[10].
Vemos
que los dos son amantes de su propia belleza y eso hace imposible que puedan
amar a nadie más. Estas fascinaciones por su propia belleza serán las causantes
de sus muertes. En el caso de Narciso morirá por intentar fundirse con su otro
yo, mientras que en el caso de Dorian Gray morirá por intentar separarse de su
otro yo. De forma que el cuerpo de Narciso muere mientras que su alma sigue
viva en el narciso, en la flor. Mientras que Dorian Gray tras morir su cuerpo,
su espíritu sigue vivo a través del cuadro que ha vuelto a ser joven.
Asimismo,
vemos que mientras que Narciso va envejeciendo, el narciso (la flor) va
creciendo y mostrándose cada vez con más esplendor. Por otro lado, mientras que
Dorian Gray se mantiene joven y bello, es el cuadro quien va envejeciendo por
él, pero a la hora de clavar el cuchillo en el cuadro veremos como cambiará
todo y Dorian Gray será quien muera mientras que el cuadro se mostrará
rejuvenecido y lleno de belleza.
Para
seguir, otro punto a destacar entre las semejanzas y las diferencias entre
Narciso y Dorian Gray es que mientras que Narciso no se vuelve malvado, Dorian
Gray con cada acto que comete, cuando abandona a Sibyl Vane, cuando mata a su
amigo Basil, etc. Va volviéndose gradualmente más malvado y esto se va
reflejando en el cuadro que va apareciendo con sangre y cada vez con un aspecto
más cadavérico y malvado. Dorian Gray, al darse cuenta de esto, intenta cambiar
y hacer las cosas sin hacer daño para que no se refleje esto en el cuadro,
pero, en realidad, es un engaño que se hace a sí mismo, ya que se ha vuelto
malvado y su maldad le produce un placer insaciable.
El
último aspecto a diferenciar entre el mito y la obra es el hecho de que Narciso
dejar de comer y de vivir y lo único que hace es mirarse en el reflejo del
estanque hasta que muere. En el caso de Dorian Gray, éste decide con un
cuchillo apuñalar el cuadro pensando que así destruiría el cuadro pero al final
ve que es él quien se vuelve viejo y muere, mientras que el cuadro vuelve a la
juventud.
Por
consiguiente, y lo más importante de este trabajo, es el hecho de preguntarse
el porqué de esta recurrencia, por qué el mito de Narciso es el motivo
recurrente en esta obra al igual que en muchas otras de todos los tiempos.
Habría que preguntarse también qué significa esta recurrencia en el autor y en
la obra, en definitiva, qué significa el tema recurrente en la obra.
Para
Wilde, el motivo de elegir el mito de Narciso para su obra es que le viene muy
bien para retratar a la sociedad victoriana en la que está viviendo. En
palabras de Nataly Guzmán Velasco:
[…]
Por primera vez, de acuerdo a la historia, el sentido de su propia belleza lo
sobrecogió como una revelación porque nunca había sentido algo así. Wilde se
limita a describir las sensaciones de los personajes ante el disfrute del arte,
no se dedica a sermonear al lector con las lecciones morales que recibieron por
haber degustado de esta, sólo sugiere el tema de la moralidad cuando se refiere
a la vida y a las consecuencias de las acciones. En cuanto a la belleza y a la
moralidad en la apreciación del arte, Platón también se preguntaba “¿Deben las
artes contener o ser vehículos de conocimiento?”(2), y la sociedad victoriana
apreciaba que sí, que el arte debía educar y moralizar. Mientras que Wilde
opinaba que no le dejáramos el trabajo de lo moral a las artes, ya que, por
ejemplo, no había libros morales o inmorales, sólo libros bien escritos o mal
escritos. Él mismo sufrió críticas duras por su material literario,
precisamente por la queja de que eran inmorales.
[…]
Dorian no se percata que la belleza muere
de todos modos y el alma no. Este es otro punto de contraste entre la
percepción medieval de alma y cuerpo. Para la visión hedonista victoriana, el
culto al cuerpo, igual que en nuestros días, es una lucha constante para
preservar lo que nos hace atractivos para los demás, lo que nos hace
socialmente aceptables en determinados círculos[11].
Wilde
criticaba a la sociedad de su época porque sólo sabía mirar lo exterior, sólo
se preocupaban de ver la belleza exterior de las personas y de las cosas. Por
eso, al ver la belleza de Dorian Gray dan por hecho que es una buena persona
sólo por ese rostro bello. Al parecer, la sociedad victoriana era así. Nataly
Guzmán Velasco continúa diciendo que:
La historia de Dorian Gray no revela
solamente una serie de perspectivas sobre lo que podemos llamar belleza.
También define qué es lo contrario a la belleza. En la obra, además de lo feo,
lo opuesto a lo bello es lo vulgar. Y lo vulgar está encarnado en parte por el
sentimiento de decadencia de la época, y en parte por lo falso. Lo vulgar, lo
falso, lo común, lo avejentado, lo marginal, son elementos que caracterizan la
falta de belleza. A este respecto hay dos puntos de interés. Uno, que es la
caracterización de Sybil Vane; y el otro, el más importante, el punto de
partida del sentimiento de culpa que siente Dorian.
Basil
desprecia el entusiasmo que Dorian siente por Sibyl, pues la considera una
persona inferior y vulgar que puede degradar la naturaleza de Dorian y arruinar
su intelecto. Esta actitud presenta, además de sus celos por el contenido
homo-erótico de la novela, la actitud de las clases altas en torno a su
concepción de las personas menos afortunadas. Aquí el artista considera que lo
vulgar puede afectar la pureza de lo bello. Por su parte, a Lord Henry no le
interesa si Sibyl es buena, solamente si es bella, porque lo bello también
entretiene. Pero al final predomina ese sentimiento de que lo vulgar puede
destruir el sentimiento de lo hermoso con el tiempo[12].
Como
vemos aquí, no importa si Sibyl Vane es buena persona, inteligente, noble, etc.
lo que verdaderamente importa es su belleza única y exclusivamente. Sobre todo
en el personaje de Lord Henry que es en quien más se ve profundizado este
pensamiento. Wilde critica que para la sociedad de la época sólo tenga valor la
belleza y el arte. Además, hace una crítica al hedonismo ya que, sobre todo
Lord Henry es quien empuja a Dorian Gray a adentrarse en esa sociedad
consumista a la que sólo le importa el vicio, la bebida y el pecado. Algo
parecido llegaría hasta hoy en día, por eso vemos como el tema es recurrente
hasta nuestros días, porque en la sociedad actual, estamos bombardeados por la
incitación a la bebida y al consumismo. Nos lo muestran día a día en anuncios
publicitarios para comprar y comprar.
En
definitiva, la obra es una reflexión acerca de la sociedad del siglo XIX de la
época victoriana en la que sólo importa la belleza y el desenfreno de sus
vicios. Dichas cualidades las vamos a ver muy bien reflejadas en la obra en los
personajes de Dorian Gray quien sólo se preocupará de su belleza y su juventud;
Lord Henry que es un aristócrata volcado en esos vicios y que quiere meter en
ese mundo a Dorian Gray; y Basil que es el pintor del cuadro de Dorian y que se
enamora de la belleza de él y sólo sabe idolatrarle por la superficialidad de
su belleza.
Por
lo tanto, me parece que Wilde recurre al mito de Narciso para tratar la figura
de Dorian Gray, para mostrar, mediante este personaje, a la sociedad de su
época, a la creencia de que no hay nada más importante que la belleza y el
placer. Narciso y Dorian Gray serían como un mismo personaje, con sus
semejanzas y sus diferencias que hemos ido viendo a lo largo del trabajo, un
personaje al cual sólo le preocupa su belleza y que esa belleza dure
eternamente y, en este sentido, Wilde añade el gusto por el placer en el
personaje de Dorian Gray que sería el reflejo de la sociedad. Lo que ha hecho
Wilde es moldear a Narciso para transformarlo en Dorian Gray y encajarlo en la
sociedad del siglo XIX y criticar los gustos de esa sociedad que a él le
parecen extravagantes e insensibles.
BIBLIOGRAFÍA
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“El sentido filosófico-estético de la belleza en la obra El retrato de Dorian Gray: un estudio sobre la trascendencia de lo
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2001.
[1] Elisabeth
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[2] Carlos
García Gual, Diccionario de mitos, Madrid,
Siglo XXI de España Editores, S.A., 2003, págs. 122-123.
[3] Elisabeth
Frenzel, Diccionario de motivos de la
literatura universal, Madrid, Gredos, 1980, pág. 224.
[4] Luis
Díez del Corral, “La reinterpretación de los mitos clásicos” en La fundación del mito clásico en la
literatura contemporánea, Madrid, Gredos, 1974, págs.25-31.
[5] Oscar
Wilde, El retrato de Dorian Gray, Madrid,
SM, 2001, pág. 13. Sigo siempre la misma edición, en los siguientes fragmentos
consigno la página de la obra.
[7] Carlos
García Gual, Diccionario de mitos, Madrid,
Siglo XXI de España Editores, S.A., 2003, pág. 152.
[8] Terence
Dawson, “La figura del dandy en El
retrato de Dorian Gray: hacia una teoría del arquetipo del ingenioso”, The victoriam web. La literatura, la
historia y la cultura en la era de la Victoria, 2012, pág.1. URL:<<www.victorianweb.org/espanol/autores/wilde/dawson14.html>>. Consulta
realizada el 23/11/13.
[9] Andrea
Schlam, “El retrato de Dorian Gray: el Narciso moderno”, Suite 101, 2010, pág. 1. URL:<< http://suite101.net/article/el-retrato-de-dorian-gray-el-narciso-moderno-a23895>> Consulta
realizada el 17/11/13.
[11] Nataly
Guzmán Velasco, “El sentido filosófico-estético de la belleza en la obra El retrato de Dorian Gray: un estudio sobre
la trascendencia de lo bello”, En plural,
nº2, julio de 2006, pág. 5. URL:
<< www.uca.edu.sv/deptos/letras/enplural/archivo/a1n2/articulos/art02.htm>>.
Consulta realizada el 23/11/13.
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