La literatura escrita por las mujeres en España
Los
hombres siempre han sido sujetos y objetos en la literatura pero las mujeres
sólo habían sido objetos durante muchísimo tiempo, es decir, han sido contadas
pero no han tenido voz. Siempre han sido contadas desde la perspectiva
masculina. Es a partir del siglo XVIII cuando se comienza a hablar de ellas
pero desde una perspectiva misógina debido al pensamiento aristotélico. Se
decía que las mujeres no tenían alma, a menudo eran asociadas con lo oscuro, lo
imperfecto, eran siempre vistas como malvadas, etc. Es cierto también que ha
habido períodos más misóginos que otros, por ejemplo, con la llegada de la
Ilustración en el siglo XVIII, llega el siglo de las luces, de la igualdad,
pero sólo llega a las personas del centro, no a la periferia donde estaban
incluidas las mujeres. Empiezan a surgir voces que hablan sobre la inteligencia
de las mujeres de la mano de las primeras feministas y también, de los primeros
feministas como Feijoo en El discurso 16 donde
defiende a las mujeres. Las mujeres siempre habían estado vinculadas a lo
interior, al ámbito doméstico mientras que el hombre era lo exterior, el ámbito
del trabajo fuera de casa. A lo largo de la historia nadie había dudado que las
mujeres tuvieran inteligencia o que fueran inferiores, también se decía que no
tenían capacidad de expresión. A las mujeres que transgredían las normas
generales se les etiquetaba de “bachilleras” y ya en el siglo XIX irán buscando
sinónimos masculinos como Fernán Caballero o George Sand.
Al comenzar a
escribir las mujeres lo hacen siguiendo los moldes establecidos, los modelos
que los hombres habían establecido para la escritura. Se habla de una escritura
occidental a la que llaman “falogocéntrica” porque estaba centrada en lo
masculino y en el logos. Querían buscar rasgos en la escritura femenina para
diferenciar, un “habla mujer”, una forma de escritura que se correspondiera con
lo femenino y que tuviera que ver con el cuerpo y el deseo. En el siglo XIX se
pensaba que la mujer era la complementaria del varón, el “ángel del hogar” y
que juntos formaban la pareja ideal burguesa. Esto se ve reflejado en la
literatura pero ya en las últimas décadas del siglo XIX sobre todo con
Concepción Arenal veremos como las mujeres se reivindican y empiezan a
contestar al papel que se les había asignado. La mujer no tenía por qué ser la
complementaria de nadie ni tenía ninguna función. No existía el feminismo hasta
ahora, las mujeres se empiezan a organizar y surgen dos grandes oleadas
feministas:
FEMINISMO
RELACIONAL
Donde
se daba una visión social de género, se reivindicaban los derechos de las
mujeres, la igualdad en la diferencia ya que somos seres con diferencias
biológicas, buscan la igualdad moral entre ambos y reconocen las diferencias
sociales por las funciones sexuales.
FEMINISMO
INDIVIDUALISTA
Buscan
una unidad social como individuo, hacen una defensa de sus derechos
individualmente, buscan la independencia y niegan los roles sobre el sexo que
la sociedad se empeñaba en insistir.
Detrás
del voto y la igualdad política las cosas empezarían a cambiar, surge el
feminismo pero pocas revoluciones sociales y pocas manifestaciones, las mujeres
tenían miedo de la libertad porque no la conocían y no sabían lo que había
detrás. Poco a poco esto irá cambiando con la incorporación laboral de la
mujer.
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