Comentario sobre Obras jocosas y satíricas de El curioso parlante, Ramón de Mesonero Romanos


Para comenzar, en el presente trabajo voy a realizar un comentario de diez artículos de las obras jocosas y satíricas de El Curioso Parlante de Ramón de Mesonero Romanos. Los artículos que voy a comentar están incluidos en este periódico que va desde 1832-1835 y está publicado en Madrid. La primera serie de estos artículos tenía por nombre Panorama Matritense cuyo objetivo era reivindicar la buena fama de España que había sido dañada por los comentarios de los extranjeros. Mesonero Romanos decide firmar los artículos con el pseudónimo de El Curioso Parlante.


Ramón de Mesonero Romanos nació en Madrid en 1803 y murió en el mismo lugar en 1882, fue un escritor y bibliotecario de Madrid destacando su labor de escritor costumbrista en la pintura de personas, lugares y costumbres de Madrid, nadie conocía Madrid mejor que él. Se interesó por la literatura y también por rescatar la literatura del siglo de Oro leyendo a dramaturgos como a Tirso de Molina, Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca, Agustín Moreto o Francisco Rojas Zorilla. Esto se puede apreciar en las citas que incluye en los artículos de su periódico. En estos artículos se hará una sátira de la vida del Madrid de su época y de las costumbres de la gente.
El primer artículo escogido “Las costumbres de Madrid” comienza aludiendo a la carga de un escritor a la hora de atacar las cosas ridículas de la sociedad en la que vive. Ese escritor tiene que saber observar muy bien las cosas que suceden a su alrededor y tener una buena imaginación y que, a su vez, consiga un estilo fácil y ameno que mantenga el interés de los lectores.


Los extranjeros que llegan a España se han quedado con una imagen ideal que no se corresponde con la realidad. Se han imaginado un país lleno de romanticismo y quijotismo. Pone por caso un viajero que va de Bayona a Madrid y que no deja de hablar mal de las costumbres de España sin haber llegado a ver el país, se apea en una fonda extranjera donde se reúne con sus compatriotas y donde todos ellos siguen en todo momento sus costumbres. Después se va al Prado y ve a la gente que está allí como a un ciego bailando, a las manolas y a los chulos que van a ver los toros y van gritando por la calle expresiones obscenas, cómo en una corrida de toros mueren hombres y la gente se ríe, las mujeres van siempre muy tapadas y después se dedica a poner por escrito todo esto contando falsedades.
Mesonero Romanos se propone escribir artículos en los que muestre la realidad de las costumbres españolas; donde se puedan encontrar virtudes, vicios y ridiculeces de nuestra sociedad y donde sus lectores vean la realidad de su tiempo.


El siguiente artículo “El Prado”, comienza citando una pintura del Prado de Madrid del siglo XVI de Pedro de Medina. Numerosos escritores han descrito el Prado de manera romántica y olvidando las circunstancias que lo afean, cómo en el teatro se ha llevado a cabo a esas mujeres tapadas que van al Prado a encontrarse a escondidas con su amante, los dulces paseos por Atocha, el Jardín Botánico, el paseo de Recoletos, la fuente de Neptuno, los coches desfilando, cómo un hombre se sienta con las piernas cruzadas, los anteojos sobre la nariz y sentado al lado de las fuentes principales del salón para mirar lo que ocurre allí. Entonces se da cuenta de que dos jóvenes se miran, un joven le pasa un billete a una joven, el juego de pañuelos y el lenguaje del abanico para hablar con el amante. Entonces ve a dos caballeros que se bajan de un coche y se ponen a hablar en francés y a mirar a la mujer de un señor. El caballero que estaba observándolo todo le pregunta al señor qué es lo que ocurre y el otro le responde que se han parado a ver a su mujer y que son unos majaderos que no entienden el español. Ya anocheciendo los consortes suben en un coche y el caballero que observa les sigue, estos hablan de que sería muy plebeyo que paseen por “el lado de allá” entonces unas mujeres aprietan el paso y se unen a ellos en el paseo.
Se ve claramente cómo son esos paseos en el Prado de Madrid, lleno de pinturas de hombres que observan lo que sucede a su alrededor mientras contemplan el paisaje, jóvenes que se encuentran ahí, extranjeros que hablan en su idioma no queriendo aprender el español ya que despreciaban la cultura. El Prado es un lugar idealizado por las descripciones románticas y un lugar de encuentro de los amantes y de viajeros extranjeros para pasear y observar las costumbres españolas.
En “Los Aires del lugar” se trata el tema de los humores, es decir, enfermedades por las cuales un médico te recomendaba salir de Madrid y cambiar de aires. El médico le dice que se aleje a un pueblo sano y a bastante distancia de Madrid aunque no entienda por qué. Entonces este caballero llega a la casa de don Melquiades Revesino donde presencia una discusión sobre un problema semejante al de él, la hija de este señor tenía cierto amorío con don Luisito del Parral que era un mozo brillante por tener aire de extranjero por un viaje que hizo a Bayona y por su vestimenta que tenía el corte de allí. La niña estaba enferma ya que no quería comer y estaba pálida y pese a los esfuerzos de los padres de llevarla a la ópera y otros lugares decidieron seguir la recomendación del médico de cambiar de lugar. Al final deciden ir a Carabanchel toda la familia junto a él y preparan el equipaje mientras que él prepara sus anteojos, sus mapas y una libreta en blanco para escribir todas esas impresiones del viaje.
Al llegar a la casa la gente de allí se ríen de ellos por los sombreros que llevan, les dan un mal trato dándoles las peores cosas y les persiguen llamándoles “lechuguinos de Madrid” y se empiezan a cansar de ese lugar agreste ya que la salud de Jacinta no mejoraba ni la del otro señor tampoco, no les inspiraban confianza los médicos de allí, les producía un fuerte desagrado la casa, la grosería de los dueños, las bromas pesadas de Ferminillo. Al final deciden irse de allí ya que Jacinta se ha marchado para casarse con su amado. Mientras que Jacinta parece que se va recuperando poco a poco, el caballero continuará tomando aire más lejos de Madrid donde no esté la malicia y la ignorancia del pueblo que es lo que el médico le aconseja.


En definitiva, lo que viene a decir este artículo es que se puede ver el choque de perspectivas de un lugar a otro, la gente de Madrid va bien vestida y los que han viajado al extranjero ya no hacen más que seguir la moda del país que han visitado rechazando las costumbres españolas. Esa elegancia en el vestir y en el comportarse contrasta con los pueblerinos que los llaman lechuguinos, se ríen de ellos y les tratan mal por esos aires de grandeza que parecen tener.
En el artículo “El día 30 del mes” se hace una descripción de D.Homo-bono que es un personaje que trabaja en una oficina y que suele tener un carácter alegre pero su familia es caprichosa y sólo sabe gastar dinero pero él no es capaz de recriminarles nada y le da todo lo que le piden.
En el día 30 del mes llega la hora del pago. Ese día cuando se va encontrando con el tendero, la modista, luego a otro caballero en su casa, y cada uno de ellos le hacen mil saludos y mil cortesías para ganarse su favor y que les pague y, también, los saludos que le hacen son a la francesa producto de querer imitar todo lo francés que está de moda. Pero el peor pago viene después de la mano de su señora que le dice que es el cumpleaños de la niña y que tiene que preparar una función e invitar a gente, D.Homo-bono intenta decirle que este mes ya no le queda dinero pero ni él hace grandes reflexiones ni ella las admite así que al final la fiesta se celebra.


El resultado de la historia que nos viene a contar Mesonero Romanos es que todos los meses le pasa lo mismo y se va creando una deuda enorme que no puede asumir, que tiene que pagar todos los gastos de ropa, peluquería, zapatería, etc. y todo aquello que iba pensando por el camino de convertir su dinero en jamones, empanadas, palcos de toros, comedias, coches, etc. no lo puede gastar en eso ya que lo ha invertido en los caprichos de la familia por no saber dar un no por respuesta y dejar que las deudas crezcan.
En el artículo “El amante corto de vista” pone por caso a Mauricio R que es un joven de veintitrés años que no ve bien y que tiene que usar una lente que se mueve y está preocupado por el hecho de que si una dama le mira no se dé cuenta o en vez de sacar a una dama bella a bailar saque a una no tan agraciada por el hecho de no ver bien.


Luego, tendrá la oportunidad de bailar con la bella Matilde que le da las señas de su casa y le indica el número 12 pero él entra en el número 72 por no ver bien, y se pone en frente de la casa número 72 mirando al balcón a ver si sale su amada mientras que en la casa de enfrente se asoma Matilde, le saca el pañuelo pero él al no ver bien no la reconoce, al final él al ver que su amada no se asomaba al balcón se da la vuelta para ir a la otra casa donde se encuentra con Matilde que le tira el pañuelo a la cara y él reconoce el bordado, se fija mejor en el número de la casa y se da cuenta de su error.
Días después, va a la ópera y le habla a una señora y le da el pañuelo con una nota donde le explica su equivocación con la mala suerte de que no es Matilde sino su hermana que le da el pañuelo a la madre con la nota incluida. Al llegar a casa le entregan el papel a Matilde habiendo descubierto la madre la nota que llevaba dentro y la madre decide contestar que se aleje de ella y le tira la nota cuando él pasa por el balcón. Mauricio decide desistir del amor y dando un paseo por el Prado con un amigo suyo le cuenta estas aventuras sin darse cuenta de que tenía al lado a Matilde que lo estaba oyendo todo y le dice que vaya a visitarla al balcón. Una vez allí, el padre que escucha las voces lee la nota con la letra de la madre y se escandaliza pensando que es ella pero Mauricio llama a la puerta y le explica todo lo sucedido, al final todo acaba bien y los dos enamorados logran casarse pero él se da cuenta que si mira bien a Matilde con sus anteojos no es tan bella como él pensaba pero el remedio para eso es quitarse los anteojos.
Este retrato que hace Mesonero Romanos provoca la risa pero lo cierto es que en la época no había los medios que hay en la actualidad para la vista, así que serían muchos los que irían por las calles sin ver nada y esto que le ocurrió a Mauricio probablemente les ocurriera a más jóvenes. También se ve el modo de proceder de los amantes, el saber dónde está la amada a cada momento, cuáles son los lugares que frecuenta, ir a verla al balcón de su casa, tirarla notas, el lenguaje del pañuelo, etc. Por otra parte, se ven también los celos del marido al pensar que su mujer provoca la locura en otro hombre y llegar a tal extremo de sacar una escopeta para matar al supuesto amante.
En el artículo “Las tiendas” trata el tema de la moda en las tiendas de la calle Mayor donde también se ve pasar a los coches, los ciegos, los aguadores y todo tipo de gente del Madrid de la época. Entra en una tienda en la que al rato entra una señora muy elegante y pide “gros-grains”, los dependientes sacan del almacén una tela llena de polvo que sacuden y la señora al ver que era semejante en color y al no tener una definición exacta de lo que era pues no dudó y lo compró sin advertir el engaño.
Después de estar riéndose los dependientes de lo ocurrido entra una madre con dos niñas y empiezan a pedir todo tipo de telas en francés y preguntan de dónde provenían esas telas y el dependiente le dijo que de Lyon cuando ponía en un borde de la tela de Barcelona, ellas se dan cuenta y se marchan de la tienda.
Al rato entra otra señora muy elegante y se lleva muchas cosas pagando una fortuna. Luego entra otra señora que conoce al que está contando esta historia, él la atiende y ella se avergüenza por no poder pagar las telas y tener ya una deuda con esa tienda así que él dice que se lleve las telas y que se las pague a domicilio.
Después, él se va y se sienta enfrente del mostrador de la tienda de la calle de la Montera y allí empiezan a alagarle por su belleza para que compre en la tienda cuando empieza a entrar gente y mientras uno entretiene a un dependiente, otro se prueba algo y él se da cuenta de que todo está planeado y es una situación de robo, pero al llegar las doce se tiene que marchar sin saber qué es lo que ocurrió al final.
Termina con una cita de Moreto sobre que el tiempo pasa muy rápido. Se puede observar que a lo largo de los diferentes artículos Mesonero Romanos va metiendo citas sobre autores célebres del siglo XVII como Moreto, Tirso de Molina, Argensola, Samaniego, Bretón, etc.
El artículo hace referencia a la costumbre de los madrileños de imitar todo lo francés y cómo la moda de la época es seguir la moda de Francia y la gente llega a las tiendas pidiendo cosas en francés sin tener ni idea de lo que realmente es y eso llega a producir el engaño y la risa por parte de los dependientes, o a que una señora rica se gaste una fortuna en algo que cree que es realmente francés o a que otra señora quiera comprar dichas telas sin poder pagarlas solo por seguir la moda o a que se produzca un robo.
Comienza Mesonero Romanos el artículo “El barbero de Madrid” con una reflexión sobre lo que va a escribir, habiendo prometido a sus lectores escribir un cuadro de costumbres de Madrid cada semana y el compromiso que tiene al tener que entregar el papel en mano al cajista de la imprenta. Se describe a sí mismo buscando entre sus memorias algo que escribir en este artículo cuando entra a su despacho su barbero. En ese momento describe a su barbero como un hombre joven y alegre como Fígaro (que es en realidad Mariano José de Larra) y dice que no tiene ganas de hablar y le da la voz al barbero para que cuente su historia.
El barbero cuenta que se llama Pedro Correa y que sus padres querían meterle en la iglesia así que se escapa a casa de un primo suyo que es estudiante de cirugía y ve todo tipo de operaciones y aprende de él pero al no tener título se gana la vida yendo de una lado para otro cruzando por Madrid para rasurar a los caballeros, otro le encarga ungüentos, pone sanguijuelas, corta los callos, toca la guitarra y recibe propinas por todo esto. En cierta casa tiene muy buen trato y además, está enamorado de la hija del señor de la casa. Mientras prepara lo necesario para su oficio de barbero el señor de la casa se pone a rezar.
Después, se calla Pedro Correa y toma la palabra el Curioso Parlante que intenta dormir pero no puede porque oye una guitarra muy cerca que es Pedro Correa que le canta a su hija Antonia y los dos acaban entrando para pedirle permiso de matrimonio. Al final acaba dándoles permiso y pagándole el título y de este modo sacó materia para escribir este artículo.
En este cuadro de costumbres se ve muy bien reflejado el oficio de barbero que no solo se dedicaban a cortar la barba sino que hacían todo tipo de cirugías sin tener ningún conocimiento de medicina, hacían sangrías, ponían sanguijuelas para curar algún mal y por eso al señor de la casa se le ve rezando antes de la operación ya que a menudo morían las personas y este barbero del que aquí se habla ni siquiera tiene título por lo que tiene que ir cada día dando tumbos por las calles de Madrid para encontrar gente a la que pueda hacerle alguna operación.
En el artículo “Las ferias” comienza diciendo que el mundo es una gran feria en la que vale lo mismo el vestido que la educación y que todo se obtiene con dinero. Resulta ser un discurso de un extranjero que ha venido a ver las ferias de Madrid que son el 21 de septiembre el día de San Mateo y luego hay otra feria que empieza el día de San Miguel. Después ambos callan y siguen paseando por la feria viendo los puestos donde se pueden ver colecciones de catres, muebles, vestidos que eran de una cantatriz italiana, otro puesto que vendía media tinaja, un espejo sin azogue, dos puertas rotas, una escopeta cubierta de orín… y para la sorpresa de ellos ven como un caballero después de observarlo todo decide comprarlo, le preguntan para qué necesita todo eso y dice que es maestro de obras y lo necesita para hacer una casa y que las cosas aunque sean viejas siempre sirven para algo.
Otro puesto vendía cuadros donde se detuvieron unos caballeros y tras observarlos y hablar de los detalles se llevaron los mejores por poco dinero ya que sabían más que el que los vendía y el vendedor se quedó con los peores cuadros. Después, se detuvo a mirar un cuadro que era un retrato de una persona muy conocida y que un caballero preguntó de quién era y el vendedor le dijo que lo vendía el pintor ya que el que lo encargó no le había pagado así que el caballero sin importarle el dinero pagó y se llevó el cuadro.
Se queda observando el tipo de hombre que se cree que lo sabe todo y en realidad no sabe nada, es decir, el típico pedante que se cree superior al mundo entero. Le ven ojeando unos libros en griego y en alemán pero ven que sólo se detiene a mirar las láminas y no el contenido del texto, otros cogen un diccionario y se detienen a mirar el bonito forro que lleva pero al leer su contenido lo tiran inmediatamente.
Siguen paseando y ven a un ciego tocando un tamborcillo y cantando que iban a ver la gran calle de Alcalá en tiempo de ferias, sigue cantando y por boca de este ciego nos da otro cuadro de costumbres: multitud de puestos y almacenes ambulantes, muebles de todo tipo, muñecos, las muchachas bien pintadas y compuestas, empujones y resbalones de la gente, el militar que se estira los bigotes e invita a una muchacha a comer avellanas de un puesto.
En definitiva, con este artículo se quiere señalar que una de las festividades más importantes de Madrid son las ferias a las que acude todo el mundo para comprar todo tipo de objetos ya sean nuevos o viejos, acuden los típicos pedantes  que solo compran los libros bonitos y no por su contenido, los caballeros que intentan cortejar a una dama, el ciego que canta con el tamborcillo, las muchachas que acuden bien arregladas, es decir, que la gente acude allí bien vestida y en masa ya que es un lugar muy concurrido y donde se puede ver todas las especies de gente que habita en el Madrid en la época.
En el artículo “La capa vieja y el baile del candil” se habla de la calle de la Ruda que da a la Plazuela del Rastro donde se venden todo tipo de objetos antiguos y donde se encuentra con un amigo suyo llamado Don Pascual Bailón Corredera.
Don Pascual le cuenta que hace ya algún tiempo él era famoso por intrigas amorosas y problemas de honor pero que puedo salir bien de esos problemas pero tuvo que dejar esa vida y vestirse como un manolo y disfrazándose con una capa sale a buscar aventuras. Le cuenta que él como Curioso habrá visto como los fieles se acercan a la puerta de la iglesia a ver los caballos de alquiler, las tiendas, los coches y la multitud de gente que hay ahí. Entonces aparece Don Pascual embozado y ve a una muchacha hermosa y se dispone a seguirla cuando alguien por detrás le da con una vara en el hombro y se da cuenta de que conocía a ese mozo de otras aventuras.
Después, en casa de una amiga de las muchachas que se había encontrado había una fiesta del baile del candil y allí acuden cuando se arma un revuelo porque uno dispara un palo al candilón de tres mechas y la gente intenta huir, se abren las puertas y la gente huye quedando solos el hombre muerto y él embozado, llega la justicia y le llevan preso pero tuvo la suerte de que el que parecía estar muerto estaba vivo y dijo que él era inocente así que fue puesto en libertad.
Él decide cambiar de vida al haber tenido este escarmiento pero la moraleja del relato es que llevando un traje viejo y una capa vieja aparentarás ser un villano y sin ninguna prueba creerán que eres culpable de todos los delitos.  
En el artículo “La casa de Cervantes” se habla de que no quedan restos en Madrid sobre la estancia de los romanos o de los árabes, no se puede encontrar apenas algún otro edificio que no pertenezca a la época de Felipe II que fue quien estableció la corte en Madrid.
Se encuentra con Roberto Welford que es un joven inglés y uno de los pocos extranjeros que van a España solo para verla. Él estaba viendo cómo destruían una casa cuando Welford le pregunta si es suya esa casa y él le responde que es la casa donde vivió Cervantes, el inglés no puede creerse que destruyan la casa de semejante autor, le cuenta también que no fue un hombre admirado en su época y que vivió en una miserable pobreza y que el Rey es quien ha querido demoler esta casa para construir otra cosa más moderna. El inglés se pregunta si nadie ha reclamado esta casa para interés cultural. Le sigue contando que en otra casa de ahí vivía Lope de Vega y que en otra Quevedo pero que ninguno recibió justicia tras su muerte ni les hicieron ningún mausoleo y otro muchos escritores también yacen ignorados por el público.
Teniendo esta conversación ven como cae un trozo de la casa de Cervantes y se alejan poco a poco mirando hacia atrás para ver la casa.
Aquí Mesonero Romanos hace una queja ya que no se había considerado importante respetar la memoria de los grandes escritores que ha tenido España y considera de vital importancia el hecho de conservar sus casas para interés cultural de la gente. Tras el artículo vemos una orden real de Fernando VII que al leer este artículo decide cambiar los nombres de las calles y poner los nombres de los escritores y poner un busto de Cervantes en su casa y así reconocer de alguna manera la gran labor que estos escritores dieron a España.
Para finalizar, quiero concluir que tras leer todos estos artículos se puede ver muy bien cómo era la sociedad y las costumbres de Madrid en esa época. Los paseos por el Prado donde se reúnen los amantes, los consejos de los médicos de cambiar de aires para curarse algún mal, el gastar dinero en cosas innecesarias y luego no llegar a fin de mes, la obsesión de comprar en las tiendas las telas de moda francesa, el oficio de barbero que más que curar mataba a la gente, las ferias a las que acude todo tipo de gente para comprar y la demolición de casas como la de Cervantes por el afán de construir edificios modernos y destruir todo lo viejo perdiendo así parte de nuestra cultura y de nuestra historia.

Como se puede ver, la forma de desarrollar sus temas es mediante la observación ya que él mismo se incluye en los artículos como un gran observador de la conducta de la gente, de su vestimenta y de su comportamiento y se define a sí mismo como curioso. Se dedica a asistir a los lugares más concurridos de Madrid como es el Prado y pasear por sus calles para observar a los jóvenes intentar cortejar a las damas, a los barberos deambular por las calles para encontrar quien necesita de sus servicios, las tiendas donde las mujeres quieren comprar artículos franceses, etc. Gracias a estos artículos podemos saber, de manera divertida, cómo era la sociedad de la época de Mesonero Romanos.

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