Crítica La flor y la playa de Carmen de Burgos
En Sintra, villa portuguesa de Lisboa,
escribe su novela breve de 1920 La flor
de la playa donde dos enamorados pasan sus vacaciones en Portugal, están
aislados de todos y solos junto al mar. Se descubrirá con gran placer a Carmen
de Burgos y a Ramón Gómez de la Serna en un viaje en que se revelan numerosos
detalles y peripecias de su vida íntima. Ésta es una de las novelas más
autobiográficas que ha escrito aunque no todas sus novelas son autobiográficas.
El argumento de la obra es el viaje que
realizan una modista madrileña y un empleado de Ministerio para vivir
plenamente su amor, lejos de todo. Desde la llegada a la estación hasta el
regreso después del viaje, los personajes casi que dejan de ser ficción
totalmente ya que Carmen de Burgos hace guiños como las dos greguerías insertas
en la novela que son homenaje a Ramón Gómez de la Serna: “una escopeta
abandonada parece que apunta a todos los que la miran”. Y refiriéndose al sol
del crepúsculo: “Como lo miramos tanto, enrojece de vergüenza”.
-Elisa y Enrique, los protagonistas, ya
llevaban 3 años de relación y sin casarse (lo que no era habitual en la época).
Cuenta que Elisa desde que está con Enrique ya no tiene tiempo para nada, ya no
sale con su amiga y compañera de piso con la que solía ir a bailes y
diversiones. El hecho de tener pareja absorbe su tiemplo completamente.
-Se habla de que los protagonistas no
habían hablado nunca de casarse, así ya no tiene que comprar sábanas,
colchones, manteles que se exigen en el protocolo para que la novia lo lleve al
matrimonio y el marido no lo eche en cara.
-Que si hay que vestirse decentemente.
- Deciden irse a Portugal, a una nación
más libre lejos de la fisgonería española.
- La protagonista habla de que va
vestida como una señora con guantes, sombrilla, bolsillo…y se siente encantada
pero a la vez molesta y cansada de llevar todo aquello ya que desea caminar
libre.
-Le sorprende ver como allí las viudas
no pueden presentarse sin pañuelo en la cabeza ya que el ritual lo exigía así y
era una de las viejas tradiciones.
-Se siente en ridículo cuando ve que
Enrique mira a todas las mujeres “Ella hacía el papel de esposa y estaba en
ridículo, delante de las otras, como vencida en esa especie de duelo que hay
siempre entre las mujeres, en presencia del hombre. Ya sabía ella la manera de
proceder que todos tenían. Las niñas lo aprenden de sus mamás desde chiquitas…
Se quiere que sean pudorosas y se las lleva casi desnudas primero, y con las
piernas al aire después, hasta que ya son mujeres…
Seguía celosa su mirada, inquieta en el
fondo, porque no era su mujer…Si lo fuese pensaba que le importaría menos. De todas
maneras era insoportable, de mal gusto, que diera con sus miradas idea de
desear a todas las desconocidas estando a su lado.” (Pág. 330).
Al llevar tiempo allí no es que les
aburra el paisaje o la playa sino que estaban aburridos y cansados la una del
otro. Elisa, en las cartas a su amiga Remedios, le contaba que el viaje era
maravilloso y que eran muy felices pero en realidad todo era mentira. Al llegar
a Madrid se despidieron y finaliza con la imagen de que cada uno va en un coche
en direcciones opuestas.
Esta novela pertenece a la etapa de 1915
a 1925 en la que se extiende la plenitud y máxima fertilidad creativa de la
autora, con unas cincuenta novelas publicadas en que desarrolla ampliamente sus
grandes temas y da respuesta a nuevas realidades. En una auténtica vorágine se
suceden novelas de honda reflexión, de contundente tesis, de clave
autobiográfica, de exploración del mundo y de experimentación formal. Al fondo
de tanto afán de plenitud y de tanta responsabilidad frente al mundo sólo cabe
una etiqueta: vitalismo racionalista.
La novela, que se publicó en 1920,
recoge el viaje que la autora y Ramón hicieron a Portugal en 1915. Carmen de
Burgos es capaz de ver el punto mágico y desapercibido en los paisajes, el mar,
la arquitectura, los alimentos, las tiendas, la lengua y las gentes.
Otro aspecto esencial es la modernidad
de la pareja: comparten como compañeros la visión del mundo, la independencia
de criterio, los ilimitados deseos de conocimiento, de aventura, que se resumen
en la excursión por las aldeas y esa visión onírica en la que se navega hacia
un lugar desconocido.
Excepto el desenlace de la novela que no
es autobiográfico, sí lo parecen los demás aspectos; incluso puede serlo esa
separación en dos coches al llegar a Madrid, después de tanta intimidad.





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