Reseña crítica sobre Lituma en los Andes de Mario Vargas Llosa

Para comenzar he de decir que la reseña que me  dispongo a realizar es del libro Lituma en los Andes de Mario Vargas Llosa, por consiguiente al leer la obra no podemos dejar a un lado la presencia de Sendero Luminoso ya que es una parte vital de la obra, no se puede pensar en Lituma en los Andes sin Sendero Luminoso. Debido a ello, el tema que he elegido para mi reseña es tratar de analizar y explicar la presencia de Sendero Luminoso en la obra y a consecuencia de ello me dedicaré a recoger fragmentos de la obra que analicen dicha intervención en la obra para, además, ilustrarlo con los personajes, actitudes de ellos y el miedo que provocarán.



En efecto, la presencia de Sendero Luminoso en la obra es muy fuerte, podemos decir que acapara todo o casi todo el protagonismo. Además de esto, he de añadir que los terroristas llamados Sendero Luminoso pertenecen al partido político llamado Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL). Dicho partido  pretende borrar las clases burguesas y a consecuencia de ello que permanezca únicamente la
clase más pobre, es decir,  la clase obrera. Se cree que este grupo se inició con los ideales del concepto maoísta de la Nueva Democracia. También se basa en ideales tales como el marxismo y leninismo y tras citar a la Nueva Democracia también maoísmo. Estos terroristas o también “terrucos” como son llamados en la novela,  se caracterizan   por su amplia brutalidad a la hora de asesinar a la población, esa población en la que se incluyen  campesinos, autoridades populares, sindicalistas, es decir, la población civil. Es considerado como uno de los grupos terroristas más crueles y salvajes de la historia. El nombre de Sendero Luminoso surge a través de  José Carlos Mariátegui quien es el fundador del Partido Comunista del Perú y sus seguidores son conocidos como los senderistas, puesto que suelen atacar a la gente en senderos y así sorprenderlos inesperadamente. Este grupo comunista fue fundado alrededor de 1960 por un profesor
de filosofía llamado Abimael Guzmán quien enseñó la doctrina maoísta a sus militantes, pero es ya en 1928 cuando este partido es fundado por José Carlos Mariátegui. Como símbolo de este partido es conocida la bandera roja con la insignia de la hoz y el martillo dibujados en el lazo superior de la izquierda. En las elecciones de Perú en 1980 Sendero Luminoso no participó sino que decidió ir por su cuenta asaltando a la gente por los caminos o senderos para así hacerse notar entre la población, se asentaron en las provincias norteñas del departamento de Ayacucho. Este partido que fue creciendo poco a poco y con ello, se hizo notar a lo largo de la historia con más de un centenar de muertos, que a consecuencia de ello provocaron la crueldad en las matanzas y el miedo que se ha ido ocasionando hacia las poblaciones de sus alrededores y de todo el mundo en general.



De esta manera, el autor muestra su perspectiva de Sendero Luminoso en la obra y lo hace de manera que consigue darle  un tono de misterio por las desapariciones de los ciudadanos,  además, se puede ver el miedo de la gente a esos asesinatos, el miedo a los terroristas, a encontrárselos por algún camino y que le sorprendan, el miedo también a decir lo que saben, por lo tanto esta obra también está llena de silencios, los interrogatorios que hace Lituma acaban en nada puesto que nadie se atreve a decir palabra alguna sobre lo que está sucediendo y, en cuanto a ese miedo, es el causante de conseguir la preocupación principal de estos ciudadanos,  el silencio por ese miedo, y por esto, el tema que me propongo a explicar detenidamente es el miedo y el silencio de la población por la presencia de Sendero Luminoso.
Para citar un ejemplo de cómo se sirvió Mario Vargas Llosa para realizar su obra
podemos decir que:
Como antecedente podemos comentar que, en 1983, Mario Vargas Llosa es llamado por el Presidente del Perú en aquel entonces, Fernando Belaunde Terry, para presidir la Comisión de Uchuraccay, que tiene por objeto la Investigación del asesinato de ocho periodistas a manos de los elementos del grupo maoista llamado Sendero Luminoso, que en esos años hizo su aparición en la sierra del Perú.
Al final de la Investigación se demostró que los periodistas habían sido asesinados por los habitantes del llamado pueblo Uchuraccay, al confundir las cámaras fotográficas con ametralladoras y fusiles.
Esto que parece incomprensible -en esta época- era todavía una realidad en los momentos en que fue concebida la novela. Es una muestra de lo que sucede o sucedía en pueblos apartados del centralismo y progreso de la capital, lo cuales van avanzando en cuanto a progreso en forma de apertura de minas o carreteras donde se utiliza al indígena como mano de obra, pero que en realidad la sociedad ni el gobierno hacen nada por integrarlos a base de una educación que les permita acceder a una no sé si mejor, pero más acorde forma de vida en relación con sus contemporáneos.[1]



Además de Sendero Luminoso, en esta obra se ven aspectos muy importantes como la presencia de los Apus, que son las montañas sagradas de los Andes, los ciudadanos las consideran como dioses, sagradas, son considerados lugares místicos que inspiran creencias que hoy en día todavía perduran entre los ciudadanos de Perú y de los pueblos de su alrededor.
Como menciona Néstor Tenorio Requejo en su obra El fuego de la literatura, explica dónde se mueve la obra, su escenario y la temática en la que se envuelve:
Los Andes, es una zona boscosa al oriente del Cusco, ámbito de lo salvaje, del caos de lo desconocido.
Vuelve a plantear el escenario de los Andes, esta vez la zona cordillera, imaginario de anticultura, desorden y canibalización con que los primeros tiempos de la conquista se trataba de justificar la violencia colonizadora. [2]
Con respecto a la temática policial, se busca dar cuenta de la desaparición de tres campesinos, asumiéndose que pudieran haber sido muertos por Sendero Luminoso, y se descubre que han sido sacrificados, canibalizados por los propios campesinos en ofrenda a sus Apus (dioses de la montaña). [3]

Para establecer una conexión con la novela, cabe mencionar a Juan M.Ossio, el cual en su obra Los indios del Perú muestra una detallada explicación sobre la condición de los campesinos, el mestizaje y el porqué de estos atentados terroristas:
José de Riva Agüero propuso que la unidad de Perú reposaba en su condición de “mestizo”, blandiendo una postura de carácter marxista, como José Carlos Mariátegui, en las relaciones económicas y en una estructura clasicista de la sociedad.
Hay una síntesis entre la herencia prehispánica y la española como si fuesen organismos biológicos que al fusionarse engendran un nuevo ser, por otro lado, la cultura pasó a un segundo plano y se privilegió la lucha de clases como expresión de un mal sistema económico que sólo podría ser superado por el socialismo.
Los partidarios del mestizaje cultural los presentan como fósiles de un pasado muerto y los marxistas como agentes pasivos de un feudalismo colonial y de un incipiente capitalismo.
 A partir de esto, pronto surgió el término de “campesino” y cuando se produjo la muerte de ocho periodistas en Uchuracay el 26 de enero de 1983, hay una dificultad de comprender que fue un error pero a la vez hay un desdén hacia el indígena por las élites nacionales, pero esta muerte de ocho periodistas y un guía a manos de campesinos de comunidades iquichanas-Uchuraccay (Huanta-Ayacucho) confundidos por el grupo maoísta Sendero Luminoso.[4]

En un principio en la obra se puede apreciar como creen que es Sendero Luminoso, el grupo terrorista, quien está asesinando en masa a la población por los caminos donde se los encuentran, pero al final de la obra descubrimos como no es Sendero Luminoso quien ha cometido estos asesinatos sino que ha sido la población, los ciudadanos de Naccos (lugar donde se ambienta la obra) quienes han ido asesinando a
las personas en ofrenda a esos Apus de las montañas. Por lo tanto, el ambiente y la naturaleza en la que se envuelve Sendero Luminoso no es otra que la de Naccos, un lugar rodeado de montañas y creencias ancestrales que todavía perduran en los ciudadanos.



En la obra de Lituma en los Andes[5] ya se aprecia que en un primer momento de la obra nos habla de los “terrucos”, es decir, de los terroristas pertenecientes a Sendero Luminoso.
En un principio piensan que los asesinatos son cometidos por sendero luminoso:
-¿Pedrito Tinoco un terrorista? No, pues, mi cabo, eso se lo garantizo-dijo el guardia. Quiere decir que Sendero ya está tocándonos la puerta. A nosotros los terrucos no nos van a enrolar en su milicia. Nos harían picadillo, más bien. A veces pienso si a usted y a mí no nos han mandado aquí al puro sacrificio.[6]

 Más adelante, también se ve en los ciudadanos de Naccos el miedo a Sendero Luminoso y a no querer nombrarlos ni hablar de ellos, se ve un silencio, solo miradas entre unos y otros pero no llega a conseguir sacar palabra alguna acerca d este tema:
¿Se burlaban de él? A ratos le parecía que detrás de esas caras inexpresivas, de esos monosílabos pronunciados con desgano, como haciéndole un favor, de esos ojitos opacos, desconfiados, los serruchos se reían de su condición de costeño extraviado en estas punas, de la agitación que aún le producía la altura, de su incapacidad para resolver estos casos. ¿O estaban muertos de miedo? Miedo pánico, miedo cerval a los terrucos. Ésa podía ser la explicación. ¿Cómo era posible que, con todo lo que pasaba cada día a su alrededor, nunca los hubiera oído hasta ahora hacer un solo comentario sobre Sendero Luminoso? Como si no existiera, como si no hubiera esas bombas y matanzas. “Qué gente”, pensó […][7]
Dicho fragmento, demuestra una vez más, que la presencia de Sendero Luminoso es obvia para todos los ciudadanos de Naccos pero que, debido al miedo nadie se atreve a nombrar dicha presencia, prefieren guardar silencio y así, de esa manera salvar sus vidas. Por lo tanto, Lituma, en su insistencia por averiguar la verdad, no parará hasta dar con lo que realmente está sucediendo.
Por ejemplo, uno de los personajes como es Adriana, la bruja que tiene el don de adivinar según ella misma dice, en un interrogatorio de Lituma, sí llega a decirle la verdad pero Lituma no logra comprender lo que ella le está contando, no logra entender quién o quiénes son los que sacrifican a esas personas, quién o quiénes son los que están cometiendo los asesinatos, la antropofagia, etc.:
-Le dije lo que vi. Que lo iban a sacrificar para aplacar a los malignos que tantos daños causan en la zona. Y que lo habían escogido a él porque era impuro.
-¿Y se puede saber por qué era impuro, doña Adriana?
-Porque se había cambiado de nombre-explicó la mujer-. Cambiarse el nombre que a uno le dan al nacer, es una cobardía.
-No me extraña que Demetrio Chanca no quisiera pagarle-sonrió Tomasito.
-¿Quiénes lo iban a sacrificar?-preguntó Lituma.
La mujer hizo un ademán que podía ser de hastío o desprecio. Se abanica despacio, resoplando.
-Usted quiere que le responda “los terrucos, los de Sendero”, ¿no es cierto?-Volvió a resoplar y cambió de tono-: Eso no estaba en sus manos.
-¿Y quiere que me quede contento con semejante explicación?
-Usted pregunta y yo le contesto-dijo la mujer, muy tranquila-. Eso es lo que vi en su mano. Y se cumplió. ¿No ha desaparecido, acaso? Lo sacrificaron, pues.[8]



Vargas Llosa además de esta perspectiva de los personajes acerca de los terroristas, da la perspectiva de los mismos terroristas, los pensamientos de ellos sobre lo que están haciendo cuando sorprende a Pedro Tinoco:
-No nos gusta hacer esto-le dijo, modulando la voz y poniéndole una mano en el hombro-. Es una orden de la dirección. Ésta es una reserva del enemigo. El nuestro y el tuyo. Una reserva que inventó el imperialismo. Dentro de su estrategia mundial, ése es el rol que nos han impuesto a los peruanos: criar vicuñas. Para que sus científicos las estudien, para que sus turistas les tomen fotos. Para ellos, tú vales menos que estos animales. […]
Una guerra para acabar con los “señores”. Para que nadie se arrodille ni le bese las manos ni los pies a nadie.[9]

Más adelante, en la obra se hace alusión a los pishtacos que son personajes legendarios de la tradición peruana, como un asesino a sueldo que  asalta a las mujeres u hombres solitarios y se come su carne:
-¿Y crees que al mudito, a Casimiro Huarcaya y al capataz los secaron y rebanaron los pishtacos?
El guardia se mojó los labios en la copita de anisado.
-Ya le dije que, como van las cosas, estoy dispuesto a creer en lo que me pongan delante, mi cabo. Eso sí, perfiero vérmelas con pishtacos que con terrucos.[10]

En este fragmento se siguen viendo el miedo a los terrucos, pero ese miedo es mayor que el miedo que pueden sentir hacia los pishtacos.
Más adelante, se siguen viendo la incertidumbre sobre quién o quiénes son los causantes de estas muertes, si los terrucos, los pishtacos y también se hace alusión a la antropofagia, el comer carne humana, en la que dicen que ya solo faltaría que hicieran eso, pero al final de la obra se sabrá que esto es realmente lo que hacían:
            […]Les hicieron su  juicio popular, como siempre.
A los suertudos los azotaron y a los salados les machacaron la cabeza.
-Ya sólo falta que se chupen la sangre y se coman la carne cruda de la gente.
-Llegaremos a eso-afirmó el cantinero, y Lituma vio que sus ojitos ardían llenos de desasosiego. “Pájaro de mal agüero”, pensó.
-Bueno, volviendo a lo de aquí-dijo-. Si sabe qué mierda está pasando y me lo dice, se lo voy a agradecer. Las desapariciones ésas. Estoy en la luna. Ya ve, le soy franco. ¿Fue Sendero? ¿Los mataron? ¿Se los llevaron? Usted no me va a venir con que fueron los pishtacos o los espíritus de las montañas, como doña Adriana, no?[11]

Otra de las perspectivas se ve reflejada en los terrucos cuando explican a la señora D’Harcourt sus ideales y el porqué de lo que van a hacer:
-Ésta es una guerra y usted es un peón del enemigo de clase-le explicó, mirándola con su mirada blanca, monologando con su voz sin matices-. Usted ni siquiera se da cuenta de que es un instrumento del imperialismo y del Estado burgués. Y encima se da el lujo de tener buena consciencia, de sentirse la gran samaritana del Perú. Su caso es típico.[12]

En la segunda parte de la obra se vuelve a reflejar el miedo, y la queja por no poder hacer nada, la impotencia ante esta situación:
Pero a ustedes, a pesar de sus pantalones y las bolas con las que lanzan tantas bravatas, se hacen la caca de miedo. Prefieren quedarse sin trabajo, que los sequen y los rebanen los pishtacos, que se los metan a su milicia los terrucos, que los machuquen a pedradas, cualquier cosa antes que asumir una responsabilidad. Por qué extrañarse de que Naccos se quedara sin mujeres. Ellas aguantaban la embestida de los malos espíritus, ellas mantenían la vida y la prosperidad del pueblo. Desde que se fueron empezó la caída y ustedes no tienen coraje para detenerla. Dejan que la vida se vaya escurriendo y la muerte llenando de los sitios vacíos. A menos que…[13]

El miedo es el que envuelve a la mayoría de los personajes en esta obra, el silencio, el miedo a hablar, en definitiva, el miedo. El miedo de los habitantes de la población hacia los Senderistas es muy frecuente en los interrogatorios de Lituma a la gente y también se aprecia el miedo de los propios Senderistas  por lo que decidirán coger las armas para defenderse.

Finalmente, la obra termina con el descubrimiento de quiénes son los que realmente están realizando dichas matanzas, y no son sino la propia población, es decir, los propios ciudadanos que a consecuencia de sus creencias ancestrales, matan a algunos elegidos de entre la población y ofrecen a los Apus su carne.


















BIBLIOGRAFÍA
URL: << www.desafioapus.com/about/apus/ >> consulta realizada el 20/06/12.
-VARGAS LLOSA, Mario, Lituma en los Andes, Barcelona, Austral, 2010.
-TENORIO REQUEJO, Néstor, Mario Vargas Llosa: el fuego de la literatura: textos básicos de aproximación a la narrativa vargasllosiana, Lima, Horteida, 2001.
-ARIAS DE LA CRUZ, Miguel Ángel, Americanismos: diccionario temático, Madrid, Everest, 1987.
URL: << www.latrinchera.org/foros/content.php?274-Lituma-en-Los-Andes >> consulta realizada el 20/06/12.
- M.OSSIO, Juan, Los indios del Perú, Madrid, Mapfre, 1992.




[2] TENORIO REQUEJO, Néstor, Mario Vargas Llosa: el fuego de la literatura: textos básicos de aproximación a la narrativa vargasllosiana, Lima, Horteida, 2001, pág. 295.
[3] TENORIO REQUEJO, Néstor, Mario Vargas Llosa: el fuego de la literatura: textos básicos de aproximación a la narrativa vargasllosiana, Lima, Horteida, 2001, pág, 299.
[4] M.OSSIO, Juan, Los indios del Perú, Madrid, Mapfre, 1992, pág. 202.
[5] VARGAS LLOSA, Mario, Lituma en los Andes, Barcelona, Austral, 2010.
Sigo siempre la misma edición, en los siguientes fragmentos consigno la página de la obra.
[6] Páginas 19-20.
[7] Página 41.
[8] Página 45-46.
[9] Página 61-62.
[10] Página 72.
[11] Página 102.
[12] Página 125.
[13] Página 279.

Comentarios

  1. Gracias, por la excelente exposición de este libro,pero a mí me ha desilusionado mucho el que Vargas LLosa esté sólo de parte de las víctimas de Sendero Luminoso y no le interese ahondar en la pobreza, el hambre, la incultura, la desesperación de unas gentes que ven en la guerrilla una "esperanza" a su situación. En fin...He leído también "Travesuras de la niña mala" y he empezado "Los cuadernos de don Rigoberto", las tres obras han sido regalos de mis hijos. Sí, es un premio Nobel, pero prefiero seguir con los MÁS GRANDES: DOSTOYEVSKI, SHAKESPEARE, CERVANTES...y más próximos: Juan Marsé, Ana Matute, Kilke, García Márquez...Es que al "tener una juventud acumulada" y gustarme leer tengo que SABER ELEGIR, por aquello que el tiempo pasa...Un cariñoso saludo. Rafaela ( rafalu46@gmail.com)

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