El Aleph, Ficciones y El informe de Brodie de Borges
Para
empezar, he de decir que Jorge Luis Borges es un escritor muy diferente de todos los que
aparecieron en el mundonovismo, indigenismo, neoindigenismo, afrohispanoamericanismo.
Todas estas corrientes y discursos ideológicos que acabo de mencionar
trataban de buscar y de enseñar al mundo esas culturas que habían sido acalladas,
silenciadas, que pretendían demostrar la importancia del indio o del negro, mostrar su
cultura, sus ritos, sus costumbres, su lengua, etc. Por el contrario, en Borges no encontramos
nada de esto, además, cabe añadir que mientras emergía el llamado “realismo
mágico” que tanto éxito tuvo, el cual no
consistía en narrar ficciones o cuentos
fantásticos, sino en hablar de cosas que realmente estaban ocurriendo
(realismo) y a la vez esas
cosas que ocurrían en la realidad eran maravillosas (mágicas), pero de hecho nada
inventan estos escritores. En el caso de Borges estas tres novelas que voy a
analizar: El Aleph, Ficciones, El informe de Brodie son
como en su propio nombre indica,
ficciones, utopías, cuentos fantásticos que no tienen nada que ver con ese “realismo
mágico” que se había hecho hasta entonces.
“El primero (cuyo aire de paradoja no quiero
destacar ni atenuar) es el intrínseco rigor de la novela de peripecias. La
novela característica, "psicológica", propende a ser informe. Los
rusos y los discípulos de los rusos han demostrado hasta el hastío que nadie es
imposible: suicidas por felicidad, asesinos por benevolencia, personas que se
adoran hasta el punto de separarse para siempre, delatores por fervor o por
humildad... Esa libertad plena acaba por equivaler al pleno desorden. Por otra
parte, la novela "psicológica" quiere ser también novela
"realista": prefiere que olvidemos su carácter de artificio verbal y
hace de toda vana precisión (o de toda lánguida vaguedad) un nuevo toque
verosímil. Hay páginas, hay capítulos de Marcel Proust que son inaceptables
como invenciones: a los que, sin saberlo, nos resignamos como a lo insípido y
ocioso de cada día. La novela de aventuras, en cambio, no se propone como una
transcripción de la realidad: es un objeto artificial que no sufre ninguna
parte injustificada. El temor de incurrir en la mera variedad sucesiva del Asno
de Oro, de los siete viajes de Simbad o del Quijote, le impone un riguroso
argumento”[1]
Como menciono en
el párrafo, en la novela de Adolfo Bioy Casares, La invención de
Morel, al igual que las
novelas de Borges, es otro caso en el que habla de utopías,
ficciones,
cuestos fantásticos que no tienen nada que ver con la realidad pero que es una
psicología que
está pensada con una cierta lógica, son ficciones pensadas con una cierta
lógica.
BIBLIOGRAFÍA
·
BORGES, Jorge Luis,
“Sobre La invención de Morel”.
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