El sueño premonitorio en las creencias incaicas en La tragedia del fin Atahualpa
La
acción comienza cuando Atawallpa tiene un sueño y decide ir al sacerdote Waylla
Wisa para lograr descifrar el significado del sueño. En el primer sueño no
lograr ver con claridad el significado, pero, más adelante, volverá a soñar y
verá con más claridad que se acercan hombres con armas de hierro. A
continuación, Almagro entrega un papel a Waylla Wisa, pero no comprende el
significado de lo que quiere decir. Por otra parte, Pizarro habla con Atawallpa
y le dice que tiene que acompañarle a España, por lo que Atawallpa le ofrece oro
para que no lo maten. Con el tiempo, empezará a perder las esperanzas y
repartirá todos sus bienes entre los suyos sabiendo ya que su final está cerca.
Una vez hecho esto, Pizarro ordena su bautizo y su ejecución inmediata.
Finalmente, cuando Pizarro vuelve a España, le entrega la cabeza de Atawallpa
al rey, pero este se muestra indignado y dice que no ha obrado bien matando a
Atawallpa por lo que le condena a muerte.
El
planteamiento del trabajo será buscar y analizar las creencias incaicas que se
tenían en el siglo XVI, concretamente en los años del reinado de Atawallpa que
van desde 1532-1533 en el imperio incaico situado en América del Sur al que se
conocía como Tahuantinsuyo. En esta época es en la que se desenvuelve la trama
de la obra. Plantearé la importancia de los sueños para esta civilización y la
necesidad de tener a un sacerdote para interpretarlos. Por lo tanto, el tema
del que hablaré será el sueño premonitorio en las creencias incaicas en la Tragedia del fin de Atawallpa.
La obra se inicia con el sueño de
Atawallpa, un sueño premonitorio de la llegada de los españoles. Como dice
Prudencio Sánchez, se recurre a menudo a la interpretación de los sueños para
poder vislumbrar el significado de los mismos y añade:
En
efecto, el Inca Atau Wallpa es el primero en tener esos sueños proféticos y
visionarios de la muerte y destrucción que está por caer sobre su pueblo, es
por esta razón que decide consultar con el sacerdote Waylla Wisa, reconocido
especialista en el tema, para que confirme sus sospechas.
Este
tema del sueño no es sólo un recurrente adicional sino que demuestra profundas
raíces andinas puesto que el sueño y la “creencia en los sueños”, no en su
existencia sino en lo que ellos puedan significar para un futuro, son de larga
data en la cosmovisión andina y se proyecta hasta en nuestros días.[1]
Desde
tiempos inmemoriales, en el Tahuantinsuyo se prestaba atención a los sueños y
lo que ellos significaban para buscar una interpretación de acontecimientos del
futuro. En los primeros versos del comienzo del poema, están presentes los
presagios, los augurios que se ven incrementados por la alusión a elementos
cósmicos del mundo que presagian que algo horrible va a suceder como podría ser
el sol negro, el denso humo, las montañas ardiendo, etc. Esto se puede ver en
los siguientes versos:
Ambas veces he visto el
sol,
Purificador
Padre nuestro,
Oculto
en negro y denso humo,
Y
toda la extensión del cielo
Y
las montañas todas
Ardiendo
con el mismo rojo
Que
hay en el pecho de los pillkus.[2]
Por
ello, nada más comenzar el poema se ve claramente el infortunio que va a llegar
y la explicación de ese sueño con los fenómenos naturales que acabo de
mencionar.
En
palabras de Mercedes López Baralt:
La
imagen del Inca como una sombra que protege a su pueblo; el dolor y el luto del
Tawantinsuyo; y la muerte de Atahualpa como un cataclismo cósmico que se
anuncia con los mismos fenómenos naturales que el aqoyraki o infortunio, esto
es, un eclipse solar, una tormenta de granizo y el ennegrecimiento de las
nubes.[3]
Siguiendo
esta línea, un aspecto muy importante a destacar es el arco iris negro.
Se
trata de un símbolo natural pero que va más allá de la cultura de cada uno. Por
ejemplo, en la cultura occidental, Mercedes López Baralt dice que las
connotaciones son de esperanza y renacimiento después de la catástrofe. El arco
iris es un símbolo con mucho poder y que proviene de la misma naturaleza. A su
vez, marca una transición ya que cuando acaban las lluvias regresa el período
seco y soleado. Por otra parte, es cierto que no todos los lugares son iguales
y que en otras zonas del mundo después de la lluvia no viene un período
soleado, sino que es al contrario y puede ser el fin de la conservación y esto
es lo que ocurriría en zonas como América del Sur.[4]
El
Inca Garcilaso de la Vega por su parte, da su punto de vista acerca del arco
iris negro:
El
peligro potencial del arco iris, descrito por Garcilaso y otros cronistas, es
una tema frecuente hoy en la tradición de Puno […]
El
Inca Garcilaso insiste en que los fenómenos climatológicos no son meras señales
de mala suerte, sino augurios de caos o de hecatombes como la muerte de un rey,
la destrucción de un reino, o el fin del mundo. Traza esta tradición de
augurios de desastres hasta el Inca Wiraqocha, quien profetizó que gente
extraña llegaría a sus tierras y destruiría su imperio. A partir de ese momento
los incas habrían de observar cuidadosamente el movimiento de las entidades
celestes.[5]
Más
adelante, el sueño se vuelve a repetir, lo que confirma que el presagio se
repite de nuevo. Al ser reiterativo el sueño, el Inca se da cuenta de que su
fin está a punto de llegar y con ello, el fin del Imperio incaico. Atawallpa
piensa que el origen de este sueño tiene que ver con el embrujo de un wak’a ya
que se muestra en la imagen del invasor que va a traer la muerte y se describe
con mayor precisión a unos hombres vestidos de hierro que van a acabar con
todo, destruyendo todo lo que encuentran a su paso y aniquilando el poder del
inca.
Por
consiguiente, hay una necesidad de buscar a un sacerdote que pueda interpretar
el sueño para ver claramente qué es lo que está ocurriendo. Al ser estos sueños
de vital importancia, el sacerdote se convierte en una figura indispensable
para los incas ya que va a ser este el que les va a decir si su imperio está a
punto de desmoronarse. Waylla Wisa es considerado como un verdadero Dios capaz
de interpretar los sueños, por ello, su papel en la obra será fundamental.
Parece
vislumbrarse en la obra que el personaje protagonista, Atawallpa, tras el
sueño, cree que puede ser posible un castigo divino por haber matado
anteriormente a su hermano Wascar para obtener el poder. Atemorizado por esto,
va en busca del sacerdote para que le diga con más precisión el significado de
dicho sueño.
José
Cid hace una alusión al personaje del sacerdote y opina que este personaje es
símbolo de las creencias religiosas de los Incas.
Waylla Wisa comienza a dormir para
descubrir el significado del sueño. Tiene un primer sueño en el que ve a unos
hombres de largas barbas que vienen en navíos de hierro. En la obra se pueden
ver algunos ejemplos de estas alusiones:
Durante los dos sueños
Hombres
cubiertos de irritante hierro
Innumerables han brotado
Como de las entrañas de la
tierra,
Han arrasado nuestras casas
Y han saqueado codiciosos
Los templos de oro
De todos nuestros dioses,
Y el cielo y las montañas
Han ardido con llamas rojas,
Rojas, como el pecho del pillku.
[…]
Por
qué vienen a hollar mi tierra,
Mis
dominios aquellos hombres
Vestidos
de agresivo hierro.
[…]
Ay,
soberano mío,
Dilecto
y poderoso,
He
visto cosas muy aciagas
Y
ninguna agradable.
Hombres
de larga barba,
Todos
rojos, venían
Por
encima del mar
En
navíos de hierro.[6]
Prudencio
Sánchez explica este proceso:
Vemos
una transición importante en esto, del sueño como premonición del caos telúrico
y cósmico de Atau Wallpa, en el que los cerros, el cielo y el sol eran víctimas
de la catástrofe, a uno más real en el sueño de Waylla Wisa, con descripción
física de los invasores y de sus medios de transporte.
El
sacerdote vuelve a ser enviado para confirmar si estos invasores penetrarían
sus tierras, pero esta vez, no lo hace en sueños, sino que utiliza la anutara,
especie de oso con mirada penetrante que puede distinguir a través de las
distancias. Sin embargo, no logra ver nada. Los ojos del anutara, por ese medio
físico no logran entrever el porvenir, por ello recurre otra vez al sueño,
fuente más confiable.[7]
Los
incas intentarán despertar al sacerdote pero no lo lograrán en un primer
momento debido a que este estaba sumergido en un sueño profundo. Después de
insistir un largo rato, consiguen despertar al sacerdote y este ya tiene más
información acerca de quiénes son los invasores, cómo van vestidos y qué tipos
de navíos utilizan.
La
ampliación de la descripción del sueño se puede apreciar en los siguientes
versos:
¡Qué hay, qué es esto,
dónde es esto!
Evidente es que están viniendo
Hombres barbudos y agresivos
Por encima del mar
En grandes navíos de hierro.
Vienen en roja muchedumbre.
Llevan tres cuernos puntiagudos
Igual que las tarukas,
Y tienen los cabellos
Con blanca harina polvoreados
Y en las mandíbulas ostentan
Barbas del todo rojas,
semejantes
A largas vedijas de lana,
Y llevan en las manos
Hondas de hierro
extraordinarias,
Cuyo poder oculto
En vez de lanzar piedras
Vomita fuego llameante,
Y luego en los pies tienen
Extrañas estrellas de hierro
Que en resplandores se deshacen…[8]
Por otra parte,
podríamos añadir que la intervención del coro en la obra tiene relevancia como
lo tenía en el teatro griego y romano clásico:
En
la primera aparición habla de la llegada de los adversarios, antes que Waylla
Wisa interprete el sueño del Inca, así que el motivo principal está constituido
por un relato sintético de lo que pasará: una premonición. La segunda
intervención es como continuando la primera, pues le vuelven a preguntar a
Waylla Wisa hasta cuándo va a dormir. La tristeza y los presagios surgen otra
vez, y al final aun le piden al Inca que despierte al Sumo sacerdote. Ya no
vuelve a aparecer el coro hasta el momento en que Atau Wallpa está en presencia
de Pizarro. Entonces demuestra su dolor porque el enemigo lo encadena, y además
promete que si los españoles quieren oro y plata se lo entregarán en seguida.[9]
En definitiva, los sueños en la obra
aparecen como malos augurios de lo que va a ocurrir que será la llegada de los
españoles al territorio americano para iniciar la conquista. Los sueños, tanto
de Atawallpa y Waylla Wisa, son claves para desentrañar el significado y para
vislumbrar la premonición de lo que en breve va a ocurrir.
Por lo tanto, el mundo del indio se
ve claramente a través de la obra al igual que la importancia de las profecías
de ese mundo. En esta obra en particular, se pueden apreciar todos los
elementos de este mundo incaico.
El
sol aparece presentado como padre purificador que da claridad al mundo. Hacia
él quiere ir Inkaj Churin en los momentos de mayor desesperación, cuando sabe
que su padre va a morir; hacia él, como han ido por generaciones los antiguos
Incas. El sol es para la nobleza como un fin; pero también un principio. En los
momentos de mayor preocupación Atau Wallpa no se olvida de señalar que Manco
Qhápaj (el primer Inca de la dinastía) era hijo del sol. En este caso la
leyenda y teogonía se funden. Hay alusiones a Wiracucha como Dios, aquel Dios
supremo que describieron algunos monarcas.[10]
A
lo largo del trabajo hemos ido viendo los aspectos más significativos de los
sueños premonitorios que tanta tradición conllevan. Por un lado, desde el
primer sueño de Atawallpa, hasta el sueño del sacerdote Waylla Wisa y su
sucesiva interpretación y, por otro lado, la interpretación que da el sacerdote
Waylla Wisa acerca de ese sueño y todo lo que supone su figura en las creencias
indígenas.
En
definitiva, en la obra se puede ver una especie de recorrido que iría desde el
primer sueño de Atawallpa, en el que no sabe interpretar qué ha ocurrido, y la
búsqueda del sacerdote Waylla Wisa, quien mediante la anatura, una especie de
oso que tiene una mirada intensa y puede ver más allá de la distancia, busca
ver más allá pero no logra ver nada, por lo que recurre al sueño y tras
despertarle los incas, logran ver con más precisión a las personas que se van a
adentrar en su territorio, su vestimenta y su aspecto.
Podemos
destacar que la figura del sacerdote es considerada como un verdadero Dios con
la capacidad de interpretar los sueños por lo que se hace indispensable esta
figura a lo largo de la obra y en general, para el Imperio incaico ya que sus
creencias religiosas se basan en estos augurios.
Finalmente,
en mi opinión, la obra encarna a la perfección la forma de vida del Incario,
sus creencias, su religión, la magia, la necesidad de un sacerdote hechicero y
sus augurios y temores. Eso demuestra la grandeza de su imperio y la sabiduría
que mostraba un personaje de la talla de Waylla Wisa. Esta obra nos muestra
desde dentro como era o podría ser ese mundo incaico y cómo sucedieron los
acontecimientos y la lucha entre españoles e indígenas.
[1]
PRUDENCIO SÁNCHEZ, Abraham
Abel, La muerte de Atau Wallpa como
conflicto de representación en la tragedia del fin de Atawallpa, Lima-Perú,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2007, URL: <<http://www.cybertesis.edu.pe/sisbib/2007/prudencio_sa/pdf/prudencio_sa.pdf>>
Consulta realizada el 10/03/2013, pág.
71.
[2] CID, José, “Tragedia del fin de Atau Wallpa”, en Teatro indoamericano colonial, Madrid, Aguilar, 1970, pág. 141, vv.
10-16. Sigo siempre la misma edición, en los siguientes fragmentos consigno la
página de la obra.
[3] LÓPEZ BARALT, Mercedes, El retorno del Inca rey: mito y profecía en
el mundo andino, Madrid, Playor, 1987, pág. 40.
[4] Cfr. LÓPEZ BARALT, Mercedes, El retorno del Inca rey: mito y profecía en
el mundo andino, Madrid, Playor, 1987, pág. 41.
[6] (Págs. 144-147, vv. 116-126/
156-158/193-200.)
[7] PRUDENCIO SÁNCHEZ, Abraham Abel, La muerte de Atau Wallpa como conflicto de
representación en la tragedia del fin de Atawallpa, Lima-Perú, Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, 2007, URL:
<<http://www.cybertesis.edu.pe/sisbib/2007/prudencio_sa/pdf/prudencio_sa.pdf>>
Consulta realizada el 10/03/2013, pág.
74.
[8] (Págs. 150, vv. 319-339.)
[9] (Pág. 200.)
[10] (Pág. 203.)
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