El latín en Hispania
Para comenzar este nuevo año, quiero dejaros un trabajo que realicé el año pasado sobre el latín en Hispania.
Para enfocar el tema en
aspectos más concretos, siguiendo el libro de Coloma
Lleal: La
formación de las lenguas romances peninsulares, explicando brevemente la
expansión de Roma por el Mediterráneo, podemos decir que a partir del siglo IV a. de
C. Roma inició su proceso de expansión por la
Península Itálica y sus intereses
empezarían a entrar en conflicto con los de Cartago.
Después de la conocida “primera
guerra púnica”, los romanos consiguieron el control
de las grandes islas, éstas pasarían a
ser las primeras provincias, fuera de la Península
Itálica. Los cartaginenses por la
derrota en el Tirreno y ante la imposibilidad de
mantener el control entre los dos
sectores del Mediterráneo después de su
desplazamiento de Sicilia y de Cerdeña,
iniciaron una fuerte ofensiva en el extremo
occidental del Mar Interno, con ello
consiguieron a mediados del siglo III a. de C. una
operación de conquista en el sur de
Iberia.
Tras someter todo el
valle del Guadalquivir y de pasar a controlar las minas de la
Bética y de Sierra Morena, iniciaron su expansión
por la costa mediterránea, donde
fundaron la capital de su imperio: Qart Hadashat ( ‘ciudad nueva’, conocida
por los
griegos como Nea
Karkedon y por los romanos como Cartago
Nova, la actual
Cartagena).
La resistencia de la
ciudad ibérica de Sagunto frente al ataque de los cartagineses
fue esgrimida para justificar la declaración de
hostilidades. A continuación, los
saguntinos pidieron ayuda a Roma argumentando una
ruptura del tratado del Ebro por
parte de los cartagineses y con ello, aprovecharon
la ocasión para intervenir
directamente en Hispania.
Posteriormente, Aníbal
se dirigió hacia Roma y, aunque no llegó a atacar la
ciudad, la dejó prácticamente aislada tras la
conquista de amplias zonas del centro y sur
de la Península Itálica; los romanos volvieron sus
ojos hacia Hispania, desembarcaron
en Emporion en el 218 a. de C. y nueve años después
P. Cornelio Escipión logró tomar
por sorpresa la ciudad de Cartago Nova.
En cuanto a la
conquista y a la romanización de Hispania, es cierto que la
segunda guerra púnica tuvo consecuencias
incalculables para nuestra península, porque
supuso el inicio de la conquista, que duró más de dos
siglos, y, sobre todo, del lento
proceso de romanización que ello conllevó.
Roma en un primer
momento no se había propuesto la incorporación de
Hispania, sino únicamente la reducción del poder
cartaginés y el aprovechamiento de
los recursos materiales hispanos, pero al ver que
estaban triunfando en cuanto a los
planteamientos de expansión, el senado romano
improvisó una política de anexión en el
197 a. de C.
con el establecimiento de las dos provincias hispanas, por un lado
Hispania
Citerior que abarcaría el noreste de la Península
Ibérica y, por otro lado Hispania
Ulterior que abarcaría el suroeste de la Península
Ibérica. Más tarde se iniciarían las
guerras con los Lusitanos y los Celtíberos, la
primera conquistada en el 137 a. de C. y la
segunda en el 133 a. de C.
A pesar de la
resistencia de las zonas del interior, desde finales del siglo II a. de
C. numerosos romanos empezaron a establecerse en
Hispania, fueron tales como
colonos, comerciantes, funcionarios, soldados
licenciados, arrendatarios de minas e
introdujeron la manera de vivir romana, crearon
ciudades e iniciaron con ello la
romanización de los hispanos.
La conquista de Hispania finalizó con Augusto tras
someter a los cántabros y a los
astures en el 19 a.C.
El fin de la república
y la nueva organización administrativa que impuso el
emperador se empezó a notar ya en Hispania. En
primer lugar, se intensificó el proceso
de municipios
que había iniciado César y se procedió a una reestructuración provincial
de los territorios peninsulares. Ulterior fue reorganizada de modo que la
zona minera
del alto Guadalquivir se anexionó a la Citerior que ahora era conocida como
Tarraconense,
mientras
que el resto de la Ulterior se
subdividió en Baetica y Lusitania.
En cuanto a la
administración de las provincias corría a cargo de un complejo
cuerpo de funcionarios conocidos como era el procónsul
o gobernador provincial,
quaestor
o
magistrado de encargo de las funciones judiciales y administrativas y los
funcionarios subalternos en las provincias
senatoriales. En cuanto a las provincias
imperiales, el legatus
consular o pretoriano era el responsable del gobierno provincial y
contenían un imperium
sobre las tropas. Por otro lado también contaban con la
presencia de un legatus
iuridicus que era el encargado de la administración de la
justicia, el procurator
que se ocupaba de la administración financiera, el flamen que era
el sacerdote del culto al emperador.
Los administrados
pertenecían a grupos diversos en función de su origen y de
sus relaciones con la administración romana. En un
principio, la población se hallaba
dividida entre ciudadanos o cives de ciudadanía plena (romani)
o limitada (latini),
subdivididos en dos grupos según perteneciesen a los
ordines (senatorialis, equester,
decurionalis)
o
no perteneciesen a ellos; habitantes libres (incolae)
sin derecho de
ciudadanía; y por otro lados los libertos (liberti)
y los esclavos (servi). Más tarde
el
derecho de ciudadanía sería para todo tipo de
ciudadanos.
Con respecto al proceso
de romanización, podemos decir que partía de un
complejo sistema administrativo por la progresiva
urbanización del país. Existían por un
lado los populi
que se trataban de pequeños núcleos urbanos no romanizados que
mantuvieron las estructuras organizativas y
culturales indígenas, las civitates por
otro
lado, eran núcleos urbanos indígenas incorporados al
mundo romano y dentro de ellos
existían diversas categorías tales como: ciudades foederatae o aliadas, ciudades liberae
o libres y estas dos están exentas de pagos de
tributos o cualquier tipo de impuestos. En
cuanto a las ciudades stipendiariae o conquistadas, estaban sometidas a Roma y
obligadas al fuerte pago de impuestos y por otro
lado los municipio y coloniae que eran
de fundación romana y se trataban de los verdaderos
focos de romanización.
Los núcleos urbanos
reproducían las características de las ciudades romanas
como era el tipo de urbanización, sistema de
gobierno mediante magistrados, curia
municipal y asambleas de ciudadanos, y modo de
producción basado en la propiedad
privada y en la esclavitud.
Pero el proceso de
romanización no fue tan fácil, no se produjo súbitamente ni
de manera uniforme. En el centro, oeste y norte de
la península se conservaban las
estructuras indígenas con pervivencia del sistema
prerromano hasta bien entrado el siglo
III y el proceso de latinización aún no había
concluido a finales del imperio romano de
Occidente en el siglo V en las zonas montañosas del
norte peninsular. La romanización
se produjo a partir de las ciudades, pero fue un
proceso muy lento, numerosas
fundaciones romanas aparecieron cuando todavía
estaban vivas las lenguas
prerromanas.
En cuanto se produjo la
romanización urbana, las zonas rurales permanecieron
con frecuencia al margen de ese proceso y
conservaron sus costumbres y su lengua
hasta mucho después de que en la cercana ciudad se
adoptaran los hábitos romanos. Por
otro lado, los miembros de las oligarquías se
esforzaron por igualarse con los
ciudadanos romanos: Séneca, Columela, Quintiliano,
Marcial, Trajano, Adriano, etc.
Después de un primer
período de bilingüismo, lentamente la población nativa
fue adaptando la cultura de los conquistados, es
decir, sus costumbres, su religión, su
modo de vivir, su lengua, o incluso a los propios
dioses romanos.
A continuación, para
hablar del latín de Hispania en el conjunto de la Romania,
Roma, en tiempos del Imperio, extendía su dominio
por toda la cuenca mediterránea,
aunque la huella de su cultura no se manifestaba con
la misma intensidad en las distintas
zonas. Ese latín vehículo de comunicación entre los
individuos de las diversas zonas de
la Romania, como ocurre con toda lengua, no era algo
homogéneo, sino que presentaba
numerosas variantes en virtud de la diferenciación
geográfica, social y cultural de sus
hablantes, sin que ello fuera obstáculo para la
eficaz intercomunicación.
Con ello podemos destacar una serie de factores que
pudieron incidir en la
diferenciación del latín en las distintas zonas de
la Romania.
1. LA
MAYOR O MENOR ANTIGÜEDAD DE LA ROMANIZACIÓN
En las zonas
romanizadas en una época más antigua como es Cerdeña e
Hispania, es probable que el latín conservara
algunos rasgos más arcaizantes que en
zonas de romanización más tardía. El latín que los colonos impusieron en unas
zonas o
en otras presentaba características distintas: en
cuatro siglos el latín, como cualquier
lengua, había necesariamente evolucionado. La
temprana romanización de Hispania
hizo que en buena medida el latín que se introdujo
presentara algunos rasgos que el
modelo de urbanitas del latín imperial rechazaría
poco después.
En el latín hispánico
pervivieron algunos arcaísmos léxicos y morfosintácticos,
presentes en textos del período preclásico pero que
más tarde fueron sustituidos por
otras formas en el resto de la Romania, como por
ejemplo: covam (> cueva, cova),
fartus
(>
harto, farto, fart), fabulari (> hablar, falar).
2. LA
MAYOR O MENOR FACILIDAD DE LAS COMUNICACIÓN CON ROMA
El latín de la gran
capital romana hasta el siglo III, actuaban como “modelo” de
corrección lingüística. Pero en las zonas más
alejadas de Roma o con difíciles
comunicaciones con ella quedaron marginadas de las
innovaciones que incesantemente
se introducían en el latín de la metrópoli. Las vías
comerciales más transitadas actuaban
como elemento unificador, mientras que en las zonas
aisladas y marginales siguieron su
propia evolución lingüística con conservación de
arcaísmos o, por el contrario, con la
adopción de innovaciones desconocidas en el área
central. Un ejemplo de ello
podríamos verlo aquí:
Portugués
|
Castellano
|
Catalán
|
Francés
|
Italiano
|
Rumano
|
fervere
|
hervir
|
bullir
|
bouillir
|
bollire
|
A
fiebre
|
Se produjo más adelante una crisis del comercio y
una decadencia de las vías de
comunicación y con ello la ruptura de los
intercambios lingüísticos fue definitiva y cada
una de las zonas de la Romania siguió su propia
evolución.
3. LA
MAYOR O MENOR INFLUENCIA DE LAS LENGUAS INDÍGENAS
La acción modificadora
de determinados elementos de las lenguas prerromanas
sobre la estructura del latín o acción del sustrato lingüístico prerromano,
presenta una
intensidad variable según los casos.
Por un lado, las
lenguas ibéricas no dejaron profundas huellas del latín,
probablemente a causa de la temprana e intensa
romanización de esa zona. Pero algunos
términos relacionados con el relieve, la fauna y la
flora autóctonos pervivieron en la
lengua después de la romanización, convenientemente
latinizados: cuniculum (> conejo,
coelho, conill).
Una vez latinizados,
estos términos pasaron a formar parte del léxico común
hispano y se extendieron por la totalidad de la
península. Por ello, y dado el actual
desconocimiento de las lenguas ibéricas, sólo
podemos aventurar su origen íbero para
aquellos términos no indoeuropeos cuyas primeras
documentaciones en época romana
se circunscriben claramente al área ibérica.
En cambio, son más
abundantes los restos de las lenguas habladas en la zona
cantabropirenaica, antecedentes del vasco actual.
Era una población marginada del
proceso de romanización, siguió hablando su propia
lengua hasta época muy tardía. En
algunos casos, el abandono de la lengua autóctona
tuvo lugar en un momento tan tardío
que en realidad su acción no se ejerció ya sobre el
latín sino sobre el que denominamos
protorromance.
Con respecto al
elemento celta sobre el latín, el largo período de bilingüismo que
se dio en Lusitania y en las zonas de la Meseta
ejerció una intensa influencia sobre el
latín. Esto se manifestó en la conservación de
numerosos elementos léxicos en las
distintas zonas del latín hispánico, algunos
ejemplos podrían ser: páramo, con
conservación de [p] en posición inicial de palabra,
cuando en el resto de la zona céltica
este sonido desapareció en época muy antigua.
La influencia del sustrato celta se refleja también
en la fonética, destacando el fenómeno
de lenición o
sonorización de las sordas intervocálicas y relajación de las sonoras en
esta misma posición.
4. RASGOS
SOCIOLINGÜÍSTICOS DE LOS TRANSMISORES DE LA LENGUA
Según el origen
geográfico, social, cultural, de los colonos, el latín que
difundieron presentaba características
diferenciadas, de manera que ciertos dialectismos,
cultismos, vulgarismos, característicos de
determinados sectores de la población
romana, se reflejan en las soluciones adoptadas por
el latín en las distintas zonas de la
Romania.
Roma al emprender su
expansión por la península Itálica, el latín acabó
imponiéndose, pero no venía un latín puro, dado que
ninguna lengua es pura, era un
latín mezclado con el osco y el umbro, y fue este
latín mezclado el que llegó y se
extendió por toda la Romania.
Es probable que entre
los colonos que se asentaron en el valle del Ebro, en la
Tarraconense, los habitantes de aquellas zonas del
centro y sur de Italia fuesen mayoría,
al menos por lo que parece deducirse de la
onomástica, con topónimos que reproducen
sus homónimos itálicos ( Sinuesa -> Sinués, Caraceni
-> Caracena) y con
antropónimos en los que aparece el derivativo –urius, frecuente en la zona de la
Campania, atestiguados en numerosas lápidas
funerarias de la Tarraconense (Palfurius,
Masurius).
Algunos rasgos fónicos,
morfológicos y léxicos del latín de la Tarraconense, se
prolongaría en los romances de la zona y estos
pueden relacionarse con el origen de los
colonos.
Junto a estas
diferencias de origen dialectal, hay que tener en cuenta las
diferencias de origen diastrático que están
relacionadas con el origen social de los
colonos. En las zonas como las de la Galia
Narbonense, con un claro predominio de
funcionarios públicos, presentarían unas modalidades
del latín más próximas a las de la
administración de la capital que la que encontramos
en zonas como la Dacia,
colonizadas a partir de las legiones o de colonos de
origen humilde.
La distinción entre las
zonas oriental y occidental de la Romania no se basan en
la presencia o ausencia de un sustrato lingüístico
de origen celta, sino que parte de la
distinta base social a partir de las que se produjo
la romanización, con predominio de
unas modalidades más próximas al latín culto y
literario en occidente, frente a unas más
rústicas en oriente.
En cada una de las
provincias podemos observar la existencia de ciertas
diferenciaciones como en Hispania, frente a la
presencia de legionarios en el norte de la
Meseta, donde se asentó la Legio VII Gemina, o a un predominio de mercaderes y
artesanos de la franja costera de la Tarraconense,
donde se difundió una modalidad más
popular del latín, el establecimiento de colonias
patricias en la Bética influyó en la
difusión de
unas variantes más cultas.
Por ello, a los
habitantes de aquella zona les hacían considerar que era mejor evitar
ciertos vulgarismos. El latín que se difundió por
buena parte de la península a partir de
la Bética refleja claramente ese carácter más
conservador. Frente a la presencia de las
formas más vulgares en la zona de la Tarraconense,
similares a las que se extendieron
por el área de la Romania, el latín de la Bética
prefería los neologismos menos atrevidos
o correspondientes a una estadio más antiguo como
podemos ver en el ejemplo:
·
Dulcior
(clás.)
-> magis dulcis (> mais, más…)
è
Plus dulcis (> pus, plus, più…)
5. ACCIÓN
DE LAS LENGUAS POSTERIORES A LA ROMANIZACIÓN
Uno de los factores que
más contribuyó a la diferenciación del latín en las
distintas zonas de la Romania fue la acción
modificadora que sobre él ejercieron las
lenguas de otros pueblos y que después se asentaron
en las tierras del Imperio.
En este caso, Coloma
Lleal sigue a Von Wartburg: “podemos denominar
superestrato
porque
fueron diversos los pueblos que se establecieron en la Romania y
fueron distintas las épocas de su implantación.
Algunos de estos pueblos consiguieron
tal grado de dominio que acabaron imponiendo su
propia lengua, modificada en mayor
o menor medida por el latín precedente. Con ello,
estas zonas se desgajaron de la
Romania. En África, por ejemplo, el reino vándalo
primero, y, sobre todo, la posterior
islamización, desplazaron progresivamente al latín
hasta convertirlo en una lengua tan
desconocida para los hablantes de aquella antigua
provincia romana como para nosotros
puedan serlo actualmente las lenguas ibéricas o el
celta. En la Dalmacia, las lenguas
eslavas vecinas fueron imponiéndose progresivamente
sobre el dálmata cuyo uso quedó
primero limitado a la franja costera para más tarde
acabar siendo desplazado por
completo, con lo que el dálmata desapareció ya de
nuestras lenguas románicas a finales
del siglo pasado. En otras zonas los invasores no
consiguieron imponer sus lenguas […]
y adoptaron la lengua propia de las zonas que
conquistaron.”[1]
6. NIVEL
CULTURAL DE LOS PERÍODOS CRÍTICOS
Como los nuevos
invasores mantuvieron contacto con el mundo romano eso
llegó a influenciar en el nivel de adaptación
lingüística y por otro lado, las relaciones
entre la vieja y la nueva población pudieron actuar
en una situación cultural distinta con
la consiguiente aparición de diversas actitudes por
parte de ambos grupos humanos.
El peso de la tradición
clásica y el mayor prestigio cultural de la población
autóctona aceleraron el proceso de integración del
nuevo grupo social mientras que en
aquellas zonas donde se habían producido ya una
ruptura con la tradición cultural
clásica, la acción modificadora de los nuevos
hablantes pudo desarrollarse de forma
mucho más intensa.
En definitiva, podemos
concluir diciendo que el latín de Hispania se
caracterizaba de ciertos rasgos arcaizantes, como
hemos dicho anteriormente, sobre todo
a partir del siglo III y por la adopción de algunos
neologismos desconocidos en el latín
central. Pero
a pesar de estas diferencias podemos considerar que el acento y el uso de
algunos términos eran distintos de los de otras
zonas de la Romania.
Llegados al siglo V se
desintegró en los aspectos políticos y económicos e
irrumpieron nuevas lenguas sobre el latín hasta
pasar, de manera individual, a los
dialectos que aparecen en el latín tardío.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
·
ECHENIQUE, María Teresa, Diacronía y gramática histórica, Valencia,
Tirant
humanidades, 2011.
·
CANO AGUILAR, Rafael, El español a través de los tiempos, Madrid,
Arco
Libros,
1988.
·
____________________, Historia de la lengua española, Barcelona,
Ariel,
2004.
·
COLOMA, Lleal, La formación de las lenguas romances peninsulares,
Barcelona, Barcanova, 1990.
·
COSERIU, Eugenio, Sincronía, diacronía e historia: el problema del cambio lingüístico, Montevideo
, [s.n], 1969.
[1] Coloma Lleal, La formación de las lenguas romances
peninsulares, Barcelona, Editorial Barcanova, 1990, pp 45-46.
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