Reseña Un burka por amor de Reyes Monforte

 

Reyes Monforte es una escritora y periodista, ha realizado trabajos en la radio y participado en algunos programas de televisión. Un burka por amor es su primera novela y ha cosechado tanto éxito que hasta se realizó una película en 2009 protagonizada por Olivia Molina y Rafael Rojas que se estrenó en Antena 3.



La historia está basada en los hechos reales y los acontecimientos que la autora tomó nota. La protagonista, María Galera es una joven un poco alocada que decide abandonar a su familia en Mallorca y buscarse la vida libremente en Londres, allí conocerá a Nasrad, un hombre de Afganistán del que se enamora profundamente. Nasrad no es el típico árabe anclado a la religión de su país, si no que está más europeizado y actualizado a la cultura occidental. Se casarán y poco a poco ella se convertirá al islam, dejará de lado todas sus amistades y se inmiscuirá en el mundo árabe llevando incluso el velo, el conocido hijab. Con el tiempo su vida se complicará ya que tendrá que ir a Afganistán con su marido debido a unos asuntos familiares de él, allí conocerá el mundo tan diferente y oprimido que sufren, sobre todo, las mujeres por el régimen talibán.

Nos narrará de primera mano cómo es la vida allí, la pobreza, el estallido de la guerra y la delincuencia. Para conocer un poquito la historia de Afganistán, en la década de 1919-1929 con el reinado de Amanulá Khan la mujer consiguió muchos derechos, después vino el derrocamiento del rey y con la llegada de Muhamad Nadir Shah, abolió gran parte de esos derechos, después le asesinaron y los derechos de la mujer volvieron a conquistarse de la mano de Mohamed Zahir Shah que consiguió el voto de la mujer en 1964 hasta que su primo lo derrocó. La República llegó y siguieron los derechos de la mujer, permitiendo su acceso a la Universidad y al mundo laboral, pero con la llegada de los soviéticos y después de EEUU el país entró en guerra y convirtieron al país en un desastre sin ley alguna.



El régimen talibán se instaló y exigía llevar a las mujeres el burka, es decir, un atuendo en el que la mujer va completamente tapada con una pequeña abertura en los ojos con rejillas, siendo de gran incomodidad llevarlo ya que no veían prácticamente nada, se tropezaban con él, si iban a comprar tenían que tener cuidado de no verse ni siquiera un dedo ya que eso llevaba consecuencias. Lo que los talibanes querían era la anulación completa y física de la mujer, que no se la viera y que no existiera impidiéndola trabajar, estudiar y salir sola a la calle sin compañía de un varón fuera el marido, el padre, un primo o incluso un hijo pequeño pero que fuera hombre.

El movimiento talibán es una confederación de Ghilzai y otras tribus aliadas como los Hanafi, que son los tradicionalistas, es decir, los seguidores de la escuela de interpretación de Iman Abu Hanifa. Los talibanes, como su propio nombre indica, viene a significar “estudiantes” en lengua pastún, aparecieron en 1990, en el norte de Pakistán, tras la retirada de las tropas soviéticas. Según algunos expertos están financiados por Arabia Saudí y su objetivo es instalar una forma estricta del islamismo suní con la aplicación islámica. Es decir, una interpretación muy estricta del Corán donde existen ejecuciones públicas de mujeres, se les quitan todos sus derechos y debes estar totalmente cubiertas con el burka y se le impide el derecho a trabajar o a estudiar.

La lectura del libro es fácil y muy amena, y como dice la autora, el objetivo de ésta novela es dar visibilidad al sufrimiento de estas mujeres y a su violación de derechos con numerosos ejemplos.

He seguido la edición de Penguin Random House y vemos numerosos ejemplos de cómo era la sociedad y como sigue siéndolo hoy en día.

“[…]historias de las mujeres de Afganistán, cómo morían a diario apedreadas por no haberse tapado el rostro lo suficiente, cómo encontraban la muerte en cualquier esquina de la ciudad por haber salido de casa sin la compañía de un varón. […] cómo mujeres de dieciséis años recibían palizas mortales por parte de hombres que ni siquiera conocían porque se atrevían a sentarse en la parte posterior de un autobús público, reservado solo y únicamente para los hombres. […]cómo mujeres como ella podían encontrar la muerte en la calle al cometer la osadía de llevar un libro entre las manos, o por hacer un comentario en mitad de una conversación mantenida por hombres. Tampoco conocían cómo las niñas de seis y siete años eran dadas en matrimonio por sus propias familias a hombres de cuarenta y cincuenta años mayores que ellas a cambio de una irrisoria cantidad económica. Nada sabía de lapidaciones, violaciones, ejecuciones públicas, aniquilaciones, torturas, mutilaciones sexuales, castigos físicos, vejaciones…”(Págs. 16-17)

“[…] su nueva pareja era una mujer pura y sin pasado, condición indispensable para que un afgano o un hombre musulmán se case con una mujer. La pérdida de virginidad anterior al matrimonio constituía en la sociedad afgana una deshonra, un motivo suficiente para anular ese matrimonio y despreciar a la mujer.” (Pág. 20)

La autora relata que incluso por el hecho de ser mujer, no puedes recibir atención médica sanitaria como es debido. “Aquí está prohibido que una mujer pise un hospital y sea atendida por las manos de un hombre, que son los únicos que pueden ejercer como médicos. A las mujeres se lo prohibieron cuando los talibanes se instalaban en el poder, incluso echaron a las doctoras que ya venían ejerciendo desde hacía tiempo y negaron a las mujeres el derecho de estudiar una carrera, también la de Medicina.” (Pág. 39)

Además, se relata muy bien las costumbres y rituales que se hacen en el país, por ejemplo, a la llegada de un nuevo hijo. “[…] habían cogido al niño para untarle bajo su lengüecita una suerte de pasta de dátil, de textura similar a la mermelada, que habían elaborado horas antes […]y fue cuando un familiar le susurró al oído derecho del niño una plegaria[…]Después de que todos los miembros de la familia se reunieran a rezar, con la consabida separación entre hombres y mujeres, estas últimas ocupando siempre un lugar por detrás de los hombres. […]degollaron un cordero ante los allí presentes […] y untaron con la sangre del animal degollado los pies, las manos y también la cabeza de su hijo. […]” (Págs. 46-47)

Se citan también algunos versos del Corán donde se apoya todo esto. “Y di a las mujeres creyentes que deben bajar su mirada y proteger su pudor, y que no deben mostrar su belleza y adornos, excepto lo que sea visible por sí mismo, que deben colocar sus velos sobre su pecho y no mostrar su belleza excepto a su marido. Corán 24-,30-31.” (Págs. 55-56)

“Oh Profeta. Impón a tus esposas, a tus hijas y a las esposas de los verdaderos creyentes que deben poner sobre ellas sus prendas externas, para que puedan ser distinguidas y no acosadas. Y Dios es compasivo, misericordioso. Corán 33,58-59.” (Pág. 74)

Se describe con totalidad los diferentes tipos de burka: el color verde para las mujeres militares, el blanco para las enfermeras y las niñas, el negro para las viudas y el azul para el resto de mujeres. “Se sentía presa, enjaulada. Era como si alguien la hubiera atado o amordazado dentro de un saco de patatas, a juzgar por los hosco que resultaba al tacto aquella tela que ahora la cubría por entero y que no tardaría en convertirse en su segunda piel. No podía respirar con normalidad y notaba como por momentos le faltaba el aire. Empezó a sentir una presión en la cabeza, como si alguien le hubiese puesto un cubo pesado sobre ella y se lo hubiese encajado a conciencia. La tela le picaba, la percibía como áspera y ruda en contacto con su piel.” (Págs. 91-92)

De hecho, cuenta también como quieren invisibilizar tanto a la mujer que incluso se oculta hasta su propio nombre, pocas veces aparecen en documentos oficiales, incluso se las golpea si su nombre aparece en alguna receta médica, incluso cuando mueren en la lápida tampoco pueden poner su nombre.

Las condiciones de pobreza son inhumanas, ya que las casas suelen ser muy pequeñas, duermen en colchonetas muchas personas juntas, no tiene agua potable y tiene que ir con barreños a recogerla, no hay luz eléctrica, salvo en Kabul, la capital, y durante algunas horas, e incluso no tienen baño, tienen que hacer sus necesidades en un agujero en la tierra y después cavar para echar arena.

Los hombres pueden tener hasta un máximo de siete esposas. Tampoco las mujeres se podían asomar a las ventanas de su casa por lo que suelen estar pintadas de negros o con cartones por delante. Las mujeres no pueden salir de caso excepto con la compañía de un varón, incluso muchas mujeres optaban por el suicidio para acabar con tanto sufrimiento. Por consiguiente, cabe destacar que también los hombres podían recibir castigos ya que si un hombre no llevaba barba, tal y como había impuesto el régimen talibán, le aniquilaban.

En definitiva, la obra es muy interesante, se hace amena, y creo que es necesaria leerla y conocer así, el sufrimiento de muchas mujeres que llega hasta el día de hoy y que nadie ha hecho nada para impedirlo. Una sociedad y una cultura que podría tenerlo todo y, que, sin embargo, vive como en la Edad Media.

 

 

 

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