La figura del Conde de Villamediana convertida en personaje literario de la mano de escritores de los siglos XIX y XX
Numerosos escritores de los siglos XIX y XX se han interesado por la vida del Conde de Villamediana,
movidos por la leyenda que surge tras su muerte
y los escándalos provocados en vida, y se han dedicado a convertir la figura
del Conde en protagonista o personaje de
numerosas obras: novelas, dramas en verso, romances, obras teatrales y
biografías noveladas. Tras hacer un recorrido por estas obras podemos apreciar
que durante estos siglos la figura de Villamediana ha sido rescatada y no ha quedado
en el olvido. Lo que ha interesado de este personaje son las leyendas que
circulan en torno a su persona. Si nos adentramos en cada una de las obras, es
evidente que han recogido los episodios famosos de su vida y la visión
romántica de conquistador nato: el episodio de las monedas para salvar a las
almas del purgatorio; el episodio de “Son mis amores reales”; el tema de los
versos dedicados a la misteriosa “Francelisa”; su amor por el juego, las joyas,
los caballos y las numerosas deudas que contrajo por estas causas; el episodio
del incendio de la representación de La
Gloria de Niquea en Aranjuez, y por último, el episodio de su muerte.
El episodio de su muerte es el más importante de cara a
formar su leyenda. Cada escritor lo ha recreado de manera distinta. Es en 1837, con el drama en verso La Corte del Buen Retiro, de Patricio de la Escosura, cuando
comienza el ciclo de obras dedicadas a la figura del Conde de Villamediana. [1]
Según Francisco Ruiz Ramón:
En buena medida los elementos formales que lo caracterizan
responden a la voluntad de romper con la estructura del drama neoclásico,
oponiendo a la monocorde unidad de aquél, y a su disciplinada construcción la
libertad como principio artístico.[…] Se rompen las unidades de tiempo y de
lugar. La variedad de lugares escénicos y la predilección por algunos de estos
lugares (panteón, paisaje abrupto y solitario, mazmorra) son típicos del drama
romántico. Los frecuentes cambios de lugar responden a la estructura dinámica
de la acción, o mejor, a la complicada intriga propia de estas piezas en las
que el héroe parece estar siempre impulsado por una insoslayable necesidad de
cambio. […] Si de los elementos formales pasamos al estudio de los personajes,
destaca inmediatamente la personalidad del protagonista tanto masculino como
femenino: el héroe y la heroína románticos.
Rasgos definitorios del primero son el misterio y la
pasión fatal; de la segunda: la dulzura e inocencia y la identidad de la
pasión. El héroe romántico aparece a los demás como un ser misterioso, de
oculto y desconocido origen; es portador de un destino aciago que atrae la
desgracia sobre aquellos que le aman y a los que ama; es hermoso, con una
belleza tanto física como espiritual, […] el hombre interesante, y el hombre
que vive en perpetua tensión nunca satisfecho, […] buscador de la felicidad, le
busca a él por desgracia; capaz de vivir intensamente la vida, la muerte le
acompaña y le saltea, o se le esconde cuando él la busca. [2]
Se trata de un drama en verso en el que se detalla un
incendio de Palacio que desencadena el hecho de que Villamediana saque en
brazos a la reina y la declare su amor. Más adelante, en una competición
poética a la que asisten los personajes más célebres, Villamediana aprovechará
la ocasión para recitar un poema con versos acrósticos con el nombre de Isabel,
que despiertan los celos del rey. Villamediana tiene que rehacer el soneto para
que no se descubra lo que trama, pero es
entonces cuando aparece un personaje en escena que es el bufón de la corte,
quien presiona a la reina para que le ame y no desvele el contenido de los
versos. Velázquez aparecerá para pintar un cuadro sobre los personajes
mitológicos de Diana y Acteo representados por la reina y Villamediana y será
en ese momento cuando el rey se dé cuenta de todo y mande matar a Villamediana.
Como vemos, el autor se decanta por seguir la línea de la
tradición ya que vemos caracterizado a Villamediana como un personaje impulsivo
que actúa sin pensar en las consecuencias. Cada paso que da es debido a su amor
por la reina; no le importa la vida, sino
que es un hombre valiente que se atreve a mostrar su amor en público sin temor
al rey.
La obra tiene
todas las características del drama romántico, los personajes parecen envueltos
en la tragedia, como en el caso de la reina cuando es amenazada por el bufón
para que se convierta en su amante. Toda la obra surge en el misterio de la
noche, lo cual la hace más romántica todavía y los personajes permanecen en un
abatimiento constante por resolver sus temores. El personaje del bufón es el
que desencadena la acción, ya que recoge el antiguo soneto que Villamediana
compuso con el nombre de la reina en versos acrósticos y con ello amenaza con
contar la verdad. También es el que se percata del estudio de Velázquez donde
se encuentra el cuadro de Diana y Acteo con la reina y Villamediana
representados. La fatalidad del drama romántico se desencadena por la
imprudencia de Villamediana al sacar a la luz los versos acrósticos sin pensar
que el rey se daría cuenta de lo que estaba ocurriendo. Con la ayuda del bufón,
el rey irá descubriendo a Villamediana hasta que la obra finalizará con su
muerte.
Villamediana aparece como el enamorado leal pero que es
capaz de romper un matrimonio real por aspirar al amor de la reina. Ella, como
veremos en bastantes obras, le corresponderá con un amor cauto ya que es una
mujer llena de virtudes que actúa con recato manteniendo su honra intacta. El
tema fundamental es el amor imposible que tras la lucha por ser conseguido no
puede acabar de otra forma más que con la muerte. Villamediana, como héroe
enamorado, tiene que morir al final ya que ha sido víctima de un amor
desventurado que no podía haber sido correspondido jamás. Por lo tanto,
Villamediana actúa movido por la pasión fatal que siente por la reina mientras
que ella permanece fiel a su esposo actuando con recato e intentando salvar a
Villamediana de su cruel destino. Durante toda la obra a Villamediana le
acompaña la muerte ya que con cada acto que va cometiendo pone más en peligro
su vida y permanece en una constante tensión, no es capaz de conformarse y
aspira a lo más alto sin darse cuenta de que le espera un destino fatal. Aquí
vemos una muestra de su amor incauto por aspirar a lo más alto:
CONDE DE
VILLAMEDIANA Yo
vivo sin esperanza,
loco
estoy, conde de Orgaz,
sólo
en voz algún
solaz
mi
angustiado pecho alcanza.
REINA
(Aparte) Corazón no me engañaste.
CONDE DE
VILLAMEDIANA Sí;
la adoro, a mi despecho
Se hizo dueña de mi
pecho.
REINA
(Con viveza)
Mira, Guiomar, si dejaste
aquella puerta cerrada.
(Vase GUIOMAR)
Sí, yo soy por quien suspira.
CONDE DE
ORGAZ
Siempre quien ama delira.
CONDE DE
VILLAMEDIANA ¡Ah!
mi pena es extremada,
que no es amor, es locura
enamorarse del cielo
ansiar estando en el suelo
subir del sol a la altura.
REINA (Aparte.)
Yo soy, yo soy; ¡desdichado! [3]
Como vemos, quiere llegar al sol, es decir, a lo más alto
que es conseguir el amor de la reina y se siente en constante inquietud por no
poder conseguir sus anhelos. Ángela Mañuego Ruiz añade que:
Con
esta línea argumental, Escosura plantea una acción inteligente y ágil. Quizá
los personajes no tengan intensa vida propia, mas son coherentes y adecuados al
conjunto. Falta en los principales el romántico sello del enigma, pero era
difícil lograrlo aun proponiéndoselo, pues pertenecen a la historia cercana y
todavía los rodea el halo de lo cotidiano.
La
presencia de Calderón, Góngora, Quevedo y Velázquez acrecienta la credibilidad
y contribuye a acercar la historia al espectador, pues a ellos sí los conoce.
Así,
hasta lo más trágico, la muerte del conde, no es consecuencia inevitable de un
destino aciago, sino de la suma de una serie de equivocaciones y de cierta
irresponsabilidad.
No
hay desmesura en los personajes: Villamediana, en quién se mezclan el amor
cortés y el romántico, permanece cegado por sus sentimientos, incapaz de
interpretar los signos que le anuncian su triste final.
[4]
Además
de esto, la obra está creada para su representación ya que con cada acotación
explica detalladamente la ambientación, los movimientos escénicos, el
maquillaje, el vestuario, el decorado, la música y la iluminación.
Desde
aquí empiezan a oírse las campanas de Madrid tocando a fuego. Primero pocas y a
lo lejos; el rumor va sucesivamente aumentándose hasta que al fin de la escena
sea el que debieran producir todas las campanas de la corte tocadas a un
tiempo, contando la distancia del Retiro.[5]
Dentro de los Romances
históricos que compuso el Duque de Rivas en 1841[6]
hay uno dedicado a Villamediana llamado “Romance primero: Los toros”. Comienza
describiendo la vestimenta de los reyes sentados en el palco y el movimiento de
los caballos y los toreros ante el toro. Villamediana aparece en la plaza,
saluda a los reyes antes de comenzar, pero el rey le saluda muy serio por los
rumores acerca de que ama a la reina. A continuación, se describe cómo alancea
el toro Villamediana y es en ese momento cuando se narra el episodio de “qué
bien pica el conde / pica bien, pero pica alto”.
Salvador
García Castañeda añade que:
Lo
mismo que el drama y la novela histórica, los romances de Rivas toman por asunto el pasado, del que escogen
aquellos episodios y figuras que representaban mejor el espíritu nacional y los
muestran como esperanzador ejemplo a sus contemporáneos. La literatura está
ahora al servicio de las nuevas ideas; ya siga la Historia, ya la invente,
Rivas quiere devolver el orgullo nacional a sus compatriotas y así pinta a sus
antepasados como capitanes heroicos, monarcas justicieros y hombres de temple.
[…]Los protagonistas de los Romances
históricos no son del mismo linaje que los del romancero tradicional.
Aquéllos eran héroes, y los creados por Rivas, lo sean o no, se distinguen por
el aura que rodea a los seres de excepción. Son los mismos personajes que
aparecen en las novelas y en los dramas históricos del período romántico y no
han sido escogidos por sus virtudes, sino por lo que representan. [7]
Es
un romance. Relata que la reina está
enamorada de Villamediana pero no puede corresponder a su amor debido a que
vive sometida a su esposo Felipe IV; no es un personaje que refleje mucha vida,
sólo aparece como una dama de gran belleza, sensible y bondadosa pero nada más.
El tema principal es la intriga amorosa y el verdadero protagonista es
Villamediana que aparece en la plaza de toros como un verdadero héroe valiente
que no le teme a nada. Pero esa valentía que ha demostrado en el toreo no
sobrevivirá por mucho tiempo ya que le persigue la desgracia de la muerte por
“picar tan alto”. Todo el romance consiste en la descripción de una fiesta de
toros a la que han acudido los reyes mientras que Villamediana sale
pavoneándose ante el toro y muestra sus grandes cualidades como torero. Se
destaca también el lujo, la pomposidad de los asistentes:
Este ocupa, con la
Reina
Y los jefes de palacio,
El regio balcón,
vestido
De tapices y brocados.
En los otros, que
hermosean
Reposteros y damascos,
Los grandes con sus
señoras,
Y los nobles
cortesanos,
Ostentan soberbias
galas,
Terciopelos y penachos;
Las damas y caballeros
Llenan los segundos
altos,
Y de fiesta gran
gentío,
Los barandales y
andamios,
Jardín do a impulsos
del viento
Ondean colores varios.[8]
En este sentido, se puede apreciar las
descripciones tan precisas que el Duque de Rivas hace para mostrar la
situación. En pocos versos, ha descrito un momento del día en el que se celebra
una fiesta de toros y cañas, habituales en la época, demostrando su destreza en
el toreo y a la vez, su osadía al querer ostentar al amor a la reina.
Un paseo por Buen-Retiro de
Antonio Neira de Mosquera debió de ser
escrita por fechas cercanas a la obra de Patricio de la Escosura pero cuya
fecha exacta desconocemos. No hemos podido encontrar ningún ejemplar y sólo
está citada en el artículo “Juan de Tasis y el teatro del siglo XIX” de Mª del
Carmen Rincón Martínez.[9]
El cetro y el puñal, de Ceferino Suárez Bravo,[10]
es una novela pseudo-histórica que trata sobre los últimos días de la vida del
Conde de Villamediana. En esos días, se murmura que Villamediana no tiene
ninguna amante porque está enamorado de la reina. En una ocasión en la que se
reúnen ambos, él aprovecha para declararle su amor mientras que son escuchados
por Nicolasico, el bufón de la corte. Olivares, eterno enemigo de Villamediana,
trama dar un baile para que acuda y matarle de una puñalada. Tras su muerte, el
rey le entrega a la reina un pañuelo de entre las pertenencias de Villamediana
que ella le había obsequiado, ella se desmaya y finaliza la obra con la
carcajada del rey y la venganza cumplida.
Según Isabel Román Gutiérrez:
La novela histórica es considerada como la manifestación
narrativa del romanticismo porque pone de relieve la estética de la historia y,
en consecuencia, del pasado. […] Pretende una reconstrucción fidedigna del
pasado –descripciones detalladas de lugares, costumbres, utensilios…-, como un
peculiar realismo en el que tendrían su continuación los brotes costumbristas
del primer tercio de siglo y que seguiría formando la base del realismo
posterior. […] La novela histórica de origen romántico, que tiene como
finalidad la reconstrucción detallada de un universo pretérito, de un marco
histórico en el que centrar la acción novelesca.[11]
La novela está dividida en nueve capítulos y sigue la
estética romántica del siglo XIX contando con un narrador omnisciente y la
utilización de un pasado narrativo. Las descripciones que el autor hace son
siempre minuciosas.
En esta
novela no se le da a Villamediana el carácter de
un hombre mujeriego, amante de múltiples mujeres, sino que se mantiene fiel a
su amor por la reina; es un hombre honesto que sólo ha cometido el pecado de
amar a quien no debía y hacer todo lo posible por conseguir ese amor sin
importarle las consecuencias ni la muerte. Con respecto a su atavío, se le
describe con una vestimenta muy rica que indica una persona elegante y al que
le importa la belleza externa. El autor quiere reflejar en su novela una época
en la que se exhibía el lujo y se preparaban fiestas a las que acudía el joven
rey Felipe IV dejándose llevar por la ambición de su valido Olivares. El papel
de la reina es el de una dama de extrema belleza, dulce y noble, pero que se
mantiene firme frente a los halagos y las declaraciones de amor de
Villamediana. Se cuenta también con la presencia de un enano bufón de la corte,
llamado Nicolasico, que es quien espía a la
reina para conocer sus secretos y contárselos al rey. Se le suele encontrar
acechando y espiando con disimulo, ya que es
un personaje curioso y chismoso. La presencia de personajes eminentes como el
Conde de Lemos, Quevedo y Calderón hace que el lector se acerque más a la obra
ya que conoce a estos personajes y, de esta forma, la historia que se cuenta
parece más verídica. Quevedo tendrá bastante relevancia ya que se verá plasmado
como un buen amigo de Villamediana y en el momento de su muerte, tratará de
salvarlo matando al agresor.
Asimismo, Vicente Barrantes recupera la figura del Conde
de Villamediana con “El Ciprés del Buen Retiro” en sus Baladas españolas. [12]A
través de la metáfora de las lágrimas de la hoja del ciprés, nos muestra las
lágrimas de la reina por la muerte de Villamediana, ocasionada por los celos
del rey al darse cuenta de que el conde estaba
enamorado de su esposa.
Asimismo, José María de Cossío opina que : “la balada no
pasa de un episodio nacido de una desviación puramente formal de la leyenda o
el romance, que a tal género ha de volver sin lograr madurez verdadera.”[13]
“El Ciprés del Buen Retiro” es una balada de extensión
breve, que da tono lírico a la narración. Dentro de la balada se puede ver una
especie de diálogo en el momento en que dice: “-Yo soy un remordimiento del
Palacio del Retiro.”[14] Con los
diálogos, consigue darle un tono de leyenda al igual que se hacía con los
cantos medievales. La balada está compuesta en una forma tradicional que es la
quintilla.
El protagonista de la
balada es el ciprés que observa a las mujeres cuando están paseando por su lado
y quiere contar la historia de la muerte de Villamediana y las lágrimas que
ocasionó a la reina por la pasión que él sintió por ella. No se puede apreciar
un tratamiento en la figura de Villamediana ya que se atiende más a las
lágrimas de la reina por su muerte. Ella aparece como una persona delicada y
sensible ante lo que ha ocurrido mientras que el ciprés del Buen Retiro ha sido
testigo de todo lo acontecido.
Un discípulo de Vicente Barrantes, Luis de Eguilaz
compuso la balada La perla del Buen
Retiro[15]cuya
fecha exacta de composición desconocemos. Es posible que sea poco después de la
publicación de las de Barrantes. En esta balada la protagonista es la reina
Isabel, quien muestra su pena y su tristeza
ya que ama a su esposo, Felipe IV, pero no es correspondida. La balada finaliza
atribuyendo a Olivares el distanciamiento entre los reyes.
Después de Eguilaz parece que
no se volvieron a publicar más baladas, ya que no tuvieron demasiado
éxito. En los últimos versos se hace responsable de la tragedia a Olivares. De
manera sencilla, se narra un acontecimiento legendario. En este caso, no se
cuenta la muerte de Villamediana sino que se centra más en las rivalidades que
habían entre la reina Isabel y el Conde-Duque de Olivares.
Siguiendo el orden cronológico, no hemos podido conseguir
la novela histórica de Francisco J. Orellana, Quevedo de 1857. La única noticia se encuentra en el estudio de
Narciso Alonso Cortés que da unos breves datos de la obra. [16]
Juan Eugenio Hartzenbusch con Vida por honra[17],
obra teatral ambientada en el Madrid de 1622, nos presenta a Paula Reina y
Gabriel como los grandes protagonistas, mientras que Villamediana se dedica a
componer sátiras para injuriar a Jorge Tovar, verdadero padre de Gabriel, y
después a Olivares. Gabriel es el que ayuda a Villamediana a copiar las sátiras
para distribuirlas entre la población, pero le advierte que corre peligro de
muerte. Más tarde, comienzan a circular unos versos dedicados a “Francelisa, la
bella” que van dirigidos a Paula Reina, de quien Villamediana está enamorado.
Suceden los episodios del incendio de La
Gloria de Niquea, el episodio de las monedas para salvar a las almas del
purgatorio y el episodio de “Son mis amores reales”, cuyos versos, van
dirigidos a Paula por el apellido de Reina. Su hermana, Jusepa Reina, es quien
averigua el misterio de los versos y a quién van dirigidos, Gabriel es
desterrado por descubrirse que es hijo de Tovar y Villamediana aparece muerto a
manos de Alonso Mateo, ballestero del rey.
La obra
fue estrenada en el teatro del Príncipe el 9 de octubre de 1858 y consta de
tres actos. El primero acto está dividido en 16 escenas, el segundo acto en 20
escenas y el tercer acto en 17 escenas.
Mª del Carmen Rincón Martínez habla de esta obra y opina
que:
[…]El drama se centra en una de las aventuras amorosas
del conde, hasta su asesinato, sobre el fondo de las rivalidades políticas de
los ministros de Felipe IV y los mentideros de la corte. La obra está forjada
con abundancia de intriga y de enredo, que se van resolviendo con toda
naturalidad. Tasis es un personaje certeramente trazado. Junto a Villamediana
hay otro protagonista, Gabriel, héroe desinteresado y generoso, valiente y
enamorado, y una heroína deliciosa, Paula Reina, bordadora de oficio, amada de
Gabriel y codiciada, en competencia, por el conde. Además de coro de
escribanos, alcaldes de casa y corte, criados y marqueses que componen un primoroso
cuadro del Madrid corrompido y ocioso de los días del conde-duque.[18]
Como vemos, los verdaderos protagonistas de esta obra son
Gabriel y Paula Reina. Gabriel aparece como un hombre valiente que lucha por su
amada y por defenderla de los rumores de la gente, mientras que Villamediana
aparece como un ser vil que sólo se dedica a componer sátiras para hacer daño a
los que ataca y se gana la muerte a pulso. Veremos un importante cambio de este
personaje al final de la obra ya que cuando muere le dice a Paula Reina que de
verdad la amaba; parece que se arrepiente de todo lo que ha hecho y muere
diciendo las mismas palabras que dijo en la vida real según los testimonios de
los epitafios a su muerte. En esta obra se hace mucha referencia al tema de las
sátiras y a la distribución de ellas, ya que
era Gabriel quien se encargaba de copiar, incluso con ambas manos, todas las
sátiras para hacer más rápida su distribución y que pudiera llegar a todo el
mundo. Veamos un ejemplo:
Gabriel: Mi lengua hasta ahora no ha cometido ningún desliz. Yo
me presenté en vuestra casa pidiéndoos ocupación en ella, y me preguntásteis
qué sabía hacer. Os dio golpe el oirme que tenía dos letras, diferentísimas
entre sí, una que hacía con la mano derecha, y otra con la izquierda, que nadie
conocía, porque la reservaba para lances extraordinarios. Me propusísteis de
allí á unos dias copiar y esparcir un papel satírico insignificante; os serví á
satisfaccion y me concedísteis vuestra confianza. […]
Conde: Yo no censuro lo bueno que se hace, sino lo malo: entre
tantos aduladores que tiene el poder, aguante un fiscal. ¡Buenos frutos va
dando la reforma del lujo! […]
Gabriel: Ay, señor conde! lo que he sabido!
Conde: Qué es ello?
Gabriel: Que la tal Leonor aún no había dejado verse del Rey
cuando escribísteis contra ella.
Conde: ¡Cómo?
Gabriel: Entonces era una muchacha de bien: vuestra décima le
quitó el crédito, y el diablo sin duda hubo de decirle al oído: “Ya perdiste la
honra, no pierdas el provecho”.[19]
Se habla también del nuevo gobierno de Felipe IV, ya que
se ha dedicado a ajusticiar a los corruptos que había en el reinado de su padre
y se muestra como una persona humilde, con un gran interés en ayudar y
enterarse de todo lo que ocurra. Con respecto al episodio de “Son mis amores
reales”, aquí es transformado en un poema que va dedicado a Paula Reina y que
la gente se ha encargado de atribuir a la reina y crear rumores. Hartzenbusch,
con esta obra, ha decidido no nombrar a la reina como la gran pasión de
Villamediana, sino que ha decidido sacar a la luz nuevos personajes y así,
darle un nuevo giro a la historia.
En 1867 aparece la novela de Manuel Fernández y González,
El Conde-Duque de Olivares (Memorias del
tiempo de Felipe IV).[20]
Nos sitúa en el año 1622 con el reinado de Felipe IV. El capitán Ponferrada
rescata a una mujer llamada Esperanza que andaba sola de noche y se la lleva a
casa de su tía. Con el tiempo se enamorará de ella a la vez que su tía, la
condesa de Santurces, se enamora de él. Por otra parte, Olivares se entera de
que Ponferrada ha estado cenando con María Calderón y le advierte que tenga
cuidado ya que ella es amante del rey. Aparece Villamediana en
escena y ve a Quevedo hablar con una dama; decide seguirles para averiguar
quién es la dama pero ella, que es María Calderón, no quiere que la reconozca
ya que tiene fama de “lengua de víbora” y por los escándalos de las sátiras que
se rumorea que son para la reina. La reina le confiesa a Quevedo que ha
utilizado a Villamediana para darle celos al rey; se habla de un soneto dedicado
a “Belisa”, que la gente piensa que es Isabel; se habla del episodio de “Son
mis amores reales” y del episodio de La
Gloria de Niquea, pero aquí se dice que
al rey y a la reina no les quedó más remedio que aceptar que se representara la
obra muy a su pesar. Villamediana aprovecha este momento para declarar su amor
a través de los sonetos dichos por la infanta. La Calderona dice que el rey
está ciego por culpa de Olivares y que algún día se vengará de él y salvará a
la reina. Quevedo dice que todas las desgracias ocurridas son por culpa de
Olivares y sospecha que quiere matar a Villamediana. Ocurre la muerte del conde
y Quevedo atrapa al ballestero que le ha matado quitándole una carta en la que
figura la orden firmada por Olivares.
La
novela está dividida en ochenta y nueve capítulos y cada uno de ellos viene
encabezado por una frase en la que se resume lo que va a ocurrir en dicho
capítulo a la manera del Quijote.
En
la obra el personaje protagonista es Olivares que es quien se dedica a
manipular al rey para su conveniencia. Por su parte, la Calderona será quien
esté dispuesta a salvar al rey de las manos de Olivares. Podemos apreciar una
serie de enredos y círculos amorosos entre Olivares, ya que está enamorado de
Esperanza; el rey, cuya amante es la Calderona; Ponferrada, quien ama a
Esperanza mientras intenta cortejar a la Calderona y, a su vez, el
enamoramiento que despierta en su tía y Villamediana que permanece enamorado de
la reina y escribe sonetos para declarar su pasión. En el caso de Ponferrada,
se le atribuyen características de un don Juan ya que va enamorando a las damas
y se le describe como un hombre mujeriego. Podemos decir que el papel que
debería desempeñar Villamediana como hombre mujeriego aquí lo desempeña
Ponferrada mientras que Villamediana se dedica a componer versos para agradar a
la reina y sátiras para atormentar a los corruptos. A pesar de que el
protagonista no sea Villamediana, se le da bastante importancia al personaje ya
que será él quien provoque la mayoría de las situaciones; la gente le teme ya
que conocen su fama de escritor satírico. La importancia de aclarar la honra de
la reina se puede apreciar aquí ya que la reina tiene miedo de que se piense
que es amante de Villamediana, por lo que
pide al rey que le mate. En este caso, es ella quien quiere eliminar a
Villamediana y ya no se muestra, como en otras obras, como la dama noble y
delicada que siente compasión por Villamediana y trata de salvarle la vida.
La
obra se adentra en los primeros tiempos del reinado de Felipe IV cuando
Olivares empieza a dar a conocer su corrupción y su ambición de poder, pero
será tras la muerte de Villamediana cuando adquirirá más poder hasta que le
llegue la hora de pagar sus pecados.
Antonio
Hurtado en 1870 le dedica un romance a su muerte con “Muerte de Villamediana”
en su Madrid dramático.[21] Corre el año 1622
cuando dan muerte a Villamediana en el mentidero de San Felipe. Sucede el
episodio del incendio de Aranjuez y, tras su muerte, Don Luis de Haro, que le
acompañaba, no puedo reconocer al asesino; pero quien cuenta este romance dice
que fue testigo y que el asesino es Alonso Mateo, un ballestero del rey. Se
quiere dejar constancia del impacto que ha causado la muerte y deja incluidos
los epitafios que compusieron sus contemporáneos.
Dentro
de la obra de Antonio Hurtado, el romance que recoge la leyenda de Villamediana
es el titulado “Muerte de Villamediana” con fecha de 1622. Se trata de un
romance en el que se cuenta la carta de Adán de la Parra a Don Francisco de
Quevedo.
Al
llegar a los famosos mentideros, Quevedo se
da cuenta de que todo el mundo está asustado y nadie se atreve a murmurar sobre
el asesinato de Villamediana. Adán de la Parra,
que es quien ha escrito esta carta, dice que va a manifestar las posibles
causas de la muerte: juego, placeres amorosos, lengua mordaz, ya que habló mal
de todo el mundo y también de Lerma y por esta causa fue desterrado. Al morir
Felipe III regresa a la corte y es nombrado correo mayor. La gente se fija en
su rica vestimenta y le comparan con el mismísimo rey. Continúa describiendo a
Villamediana como bueno en el toreo y, también, obtuvo gran fama por atreverse
a tanto:
Nada le llegó a decir
el buen Góngora al
cantar;
Arroyo,
¿en qué ha de parar
tanto
anhelar y subir?
Soberbio Guadalquivir
quiso su curso
extender;
y tanto osó pretender,
y á tanto, en fin, se
atrevió,
que al mar eterno llegó
para nunca más volver.[22]
Más
adelante hace referencia al episodio del incendio de “La Gloria de Niquea” y a las murmuraciones de la gente sobre si
sacó a la reina en brazos y se atrevió a besarla. Sólo se sabe que desde ese
momento el rey no le pierde de vista. Se alude a los versos a “Francelisa”
quizá dedicados a la reina y después ocurre el episodio de su muerte. Adan de
la Parra dice que fue testigo y culpa a Alonso Mateo del asesinato por orden
real y quiere poner de testigo la opinión de Madrid, es decir, dejando impresos
todos los epitafios que compusieron sus contemporáneos a su muerte.
Como
vemos, se describe detalladamente la leyenda de la vida de Villamediana y las
posibles causas de su muerte. La visión de Villamediana en este romance es la
de un hombre elegante en el vestir y buen jugador de cartas y torero. Pero por
querer llegar a lo más alto aspirando al amor de la reina no se dio cuenta de
que la muerte le acechaba, quiso comportarse como el propio rey y todo ese
atrevimiento de su lengua mordaz le provocó la muerte.
En 1875 tenemos la obra de Antonio de San Martín, El Conde Duque de Olivares. No hemos
podido encontrar esta obra, sólo las referencias que cita Luis Rosales.[23]
En 1900 la obra teatral La
reina y la comedianta de Juan Antonio Cavestany[24] fue
representada por primera vez en el Teatro de la princesa, el día 3 de noviembre
de 1900. Se habla de esta obra en el artículo de José Antonio Rodríguez Martín
que añade que: “Antes de terminar la primera década del siglo XX vuelve a
surgir en la escena española el teatro poético en verso, de signo
antirrealista, como reacción, de una parte, al teatro naturalista triunfante, y
en conexión, de otra con la naciente estética modernista: la del drama
romántico, despojado de su énfasis formal y de su carga patética y, a través de
éste, la del drama nacional del siglo de Oro; en la última modalidad se inserta
la obra que nos ocupa.”[25] La
obra consta de tres actos y en verso con una dedicatoria a Maura.
La
reina, tapada para no ser reconocida, se
encuentra con Villamediana y éste le declara su amor, pero ella siente
compasión por él ya que ama sin ser correspondido. Por su parte, el rey se cita
con la actriz María Calderón, pero a la vez,
siente celos porque sospecha que alguien se ve con su esposa. Olivares quiere
el poder de la reina y es quien provoca los celos del rey y así conseguir que
maten a Villamediana. A petición de María Calderón, el rey decide perdonarle la
vida, pero llegando al tercer acto de la
obra vemos como reunidos Quevedo, Calderón, Velázquez y Haro hablan de la
muerte de Villamediana en plena calle. El rey se entera de que el culpable ha
sido Olivares y él alude a una carta donde citaba a la reina a escondidas. Se
descubre que la carta es falsa y finaliza la obra con la conversación de María
Calderón que le dice a la reina que Villamediana le dijo antes de morir que la
amaba.
La
obra versa sobre el enfrentamiento entre la reina y Olivares por el poder al
lado de Felipe IV. Ella se muestra profundamente enamorada del rey y con
delicadeza rechaza a Villamediana que no puede contener su pasión por ella. La
reina se muestra como una mujer delicada y comprensiva, al igual que en otras
obras, y se pone en el lugar de Villamediana al comprender sus sentimientos ya
que ella ama también sin ser correspondida. Es recatada y decide mantenerse
fiel al rey y conservar su honradez. Olivares, por su parte, trama su ardid
empujando al rey a los brazos de María Calderón para afianzar su confianza con
el rey y también haciéndole dudar de la reina y su posible amor con
Villamediana. Esto hace despertar los celos del rey, pero más tarde veremos
como el rey recurre a la compasión y le perdona la vida aunque será engañado
por Olivares y Villamediana acabará muerto. Olivares aparece como el instigador
del asesinato intrigando constantemente y engañando al rey para hacerse con
todo el poder; mientras que el rey permanece cegado por los consejos de
Olivares y acaba siendo engañado por éste. Villamediana se muestra como un
hombre honorable, valiente, leal y fiel al amor por la reina ya que está
dispuesto a sacrificarse por ella.
En
1910 Arturo Reyes es el primero que, en el campo de la poesía, recoge la
leyenda de Villamediana en Béticas
poesías.[26] Según José Antonio
Rodríguez Martín: “[…] Por las características de la composición es el
prototipo de un poeta rezagado, de regusto totalmente arcaizante, que, como
otros muchos, a partir de Bécquer y Rosalía, cae en una retórica enfática,
desusada, melodramática, en la línea que estableciera Gaspar Núñez de Arce,
aunque este último supo aportar aspectos meritorios como poeta histórico y
cívico, en particular en Los gritos del
combate de 1875. Como era moda, ensaya en su escrito diversas formas
estróficas y satura el poema de elementos románticos.”[27]
Antes
de comenzar su poema, cita una estrofa de “El Conde de Villamediana. Romance
primero: los toros” del Duque de Rivas. Comienza el poema centrándose en la
muchedumbre, tanto la perteneciente a la aristocracia como la que no. Después
retrata a la reina Isabel con faz pálida y bella y ojos melancólicos que
reflejan tristeza pero no sabemos la causa. El rey se mantiene como el
personaje celoso mientras ve a Villamediana alancear los toros. Sucede el
episodio de “qué bien pica el conde / pica bien, pero pica alto”, el episodio
de “Son mis amores reales” y ahí es el bufón de la corte quien provoca los
celos del rey por esta declaración. Termina el poema con la muerte del conde y
las lágrimas de la reina.
El
poema está dividido en cuatro partes. Las dos primeras partes son un romance,
la tercera y cuarta parte están compuestas por sextillas. Finaliza el poema con
una sextilla en la que se resume la muerte de Villamediana y la tristeza de la reina
por dicha causa.
Se
describe a Villamediana como “el más gentil caballero, el más famoso y valiente
y galán y afortunado” y se hace alusión a sus intentos de llegar a lo más alto:
El héroe de Lombardía,
condor que en alzar su
vuelo
hasta el mismo sol se
afana;
un alma todo ironía
y todo amoroso anhelo:
es, en fin,
Villamediana.[28]
Encontramos
una noticia de un soneto dedicado a Villamediana de Narciso Díaz Escobar según
menciona J.A. Rodríguez Martín en su artículo.[29] Se le describe como un gran
poeta enamorado y victorioso en todo lo que se proponga, continúa diciendo “y
soñando horizonte a sus amores / puso en el mismo trono su mirada”, es decir,
que puso sus ojos en la reina. En los dos últimos tercetos se cuenta su muerte
ya que fue causada por ambicionar el amor de la reina y asesinado por una mano
traidora.
En
este caso, en forma de poema, se hace una descripción de los episodios más
famosos de su vida, de la tristeza de la reina por su muerte y de los celos del
rey al ver las muestras tan osadas de amor que está haciendo hacia su esposa.
El autor recoge el tema de su amor por el toreo y se centra en el momento en
que Villamediana está en la plaza de toros alanceándolos. Como hemos dicho
anteriormente, se cita una estrofa del poema del Duque de Rivas ya que recoge
el mismo tema.
Amoríos reales de
Diego de San José[30] se
encuadra dentro de la novela costumbrista. Comienza con el regreso de Don Juan
tras su viaje por Italia en 1615. Más tarde, se habla de sus sátiras contra los
validos de Felipe III y la corrupción del poder, y tras esto, los odios que se
van acumulando por las palabras maldicientes de Villamediana hasta su
destierro. En la segunda parte de la obra ocurre la muerte de Felipe III y la
transición al reinado de Felipe IV con la llegada de Villamediana a la corte.
Ocurren los episodios de la representación en Aranjuez y el de “qué bien pica
el conde / pica bien, pero pica alto”. Finaliza la obra con su muerte siendo el
culpable un militar de Flandes.
José
Antonio Rodríguez Martín añade que:
San
José al ocuparse del Conde sigue la línea de la novela costumbrista, que
iniciara Alejandro Pérez Lugín, y entre cuyos cultivadores destacan: Salvador
González Anaya, Emilio Carrére, Pedro de Répide, Francisco Camba, José Francés,
José Mas, Cristóbal de Castro, Roberto Molina, etc. Diego de San José, es uno
de los autores que más jugo sacó de la figura literaria del Conde […][31]
La
novela está dividida en ocho capítulos y en cada uno de ellos viene inscrita una
frase con el resumen de lo que va a acontecer en dicho capítulo. El título de
la novela es Amoríos reales y tiene
por subtítulo Cómo y por qué murió
Villamediana. Por lo tanto, el autor se dedica a ir repasando las causas
que le llevaron a su muerte. Las sátiras escritas por él van causando odios
entre la gente y su muerte es desencadenada por la acumulación de esos odios y
de las leyendas que circulan en torno a su persona. Por ello, la orden de
matarle la dará el rey junto con Olivares.
Con
respecto al tratamiento de Villamediana en la obra, vemos como se narran sus
amores con la Marquesa del Valle y su engaño a Francisca de Tabora ya que tras
regresar de su destierro la abandona. Podemos apreciar aquí su papel de
seductor de mujeres y conquistador nato pero, en la segunda parte de la obra,
se ve como al volver de su destierro en 1621 comienza a acumular odios por su
descaro al tratar de seducir a Francisca de Tabora y su lengua punzante a la
hora de atacar a los corruptos de la época.
En
1915, Diego de San José regresa con otra novela, El libro de horas[32], en la que también
aparece el personaje de Villamediana. Comienza con un prólogo en el que se
narra el intento de asesinato de Villamediana pero no han conseguido matarle
sino que está herido y mientras le cuidan, su padre, ya anciano, y su madre
permanecen a su lado. Hay dos personajes protagonistas que son Lucinda y
Fernando que se van a casar pero él tiene que marcharse un tiempo a Portugal
para unos negocios y mientras tanto le escribe cartas a su amada, cartas que
ella nunca contestará porque Villamediana aprovechará la ausencia de Fernando
para visitar a Lucinda y enamorarla. Ella descubre que está embarazada y
Villamediana le pide que recurra a unas hierbas para abortar y ella muere.
Regresa Fernando y al enterarse de su muerte decide entrar en la habitación de
Lucinda donde se encuentra con todas sus cartas escritas y una especie de
diario donde narra sus amores con Villamediana y todo lo ocurrido; él se siente
traicionado y lleno de rabia, piensa en
matarle pero al final no llega a hacerlo.
La
historia se sitúa en el período de la transición del reinado de Felipe III, que
se está muriendo, al reinado del futuro Felipe IV. Esta obra es muy distinta a
todas las obras que recogen la leyenda de Villamediana ya que aquí no se cuenta
ningún episodio de su vida. Lo único que se mantiene es el tema de seductor de
mujeres ya que le gusta engañarlas declarándoles su amor para después
abandonarlas. Villamediana aparece aquí como un ser malvado y burlador de
mujeres al estilo donjuanesco. Irá causando odios por dicha causa pero
Fernando, que es el que debería vengar la muerte de su amada Lucinda, no se
atreve a llevar a cabo su plan.
Villamediana
será bien conocido por todos y Lucinda le defenderá tras las acusaciones de
Fernando:
-Pues
quien no ambiciona –replicóle Lucinda- nunca será nada. Yo de mí sé decir que
quisiera estar en Palacio para intrigar, para bullir. Me agradaría la lucha,
que se preocupara la gente de mí, que me discutieran, que me defendieran y me
censuraran si vos no sois desta condición inquieta y sobresaltada, no pienso en
que me daréis muchos días de felicidad
en nuestro matrimonio. ¿No tenéis el ejemplo en esos de quienes hablasteis? Sin
ir más lejos, en el mismo Villamediana. Por todas partes y á toda hora se oye
su nombre. ¿Para maldecirle? ¿Para aplaudirle? Para lo que sea; pero el caso es
que se oye.
[…]
Replicóla
intentando convencerla; pero ella tenía sus ideas muy arraigadas y las rebatía
donosamente, poniendo siempre por contera de sus razonamientos:
-Fijáos
en Villamediana; ese es un hombre.[33]
Como
vemos, Lucinda es la única que defiende la osadía de Villamediana de ambicionar
llegar a lo más alto. Ella quiere ser como él, quiere que hablen de ella para
bien o para mal, pero que hablen y así obtener fama. Ella aparecerá en la obra como una persona
obcecada por Villamediana y no se dará cuenta de la realidad hasta que él la
abandona. Villamediana aparece como un burlador y Lucinda como mujer necia que
se deja burlar y hasta los últimos momentos de su vida no se dará cuenta del
engaño.
Eulogio
Florentino Sanz con su drama Don
Francisco de Quevedo[34] recoge la leyenda
de Villamediana aunque el verdadero protagonista aquí es Quevedo. Mª del Carmen
Rincón Martínez comenta que:
En
1848 se publica en Madrid la obra Don
Francisco de Quevedo de Eulogio Florentino Sanz (1828-1881), obra en la que
el recuerdo de Villamediana tendrá un papel decisivo una vez que se levanta el
telón. Como tantas en la época, quiere ser una reconstrucción del ambiente
cortesano del reinado de Felipe IV. Su objetivo es presentar a Quevedo como un
hombre digno, de gran distinción, preocupado por los destinos de la patria; la
precaria situación de la reina y de la infanta margarita. A Villamediana ya se
le menciona en la escena VI del acto I (p.14), en la que se ve cómo Olivares,
valiéndose de Medina le asesinó, lo mismo que se dispone a hacer ahora con la
infanta Margarita porque entorpece su privanza. Las consecuencias de esta
muerte se dejan sentir en la misma escena del acto II (pp.32-33), donde aparece
la reina terriblemente apesadumbrada porque el rey, cegado por los celos, la
desprecia. […]La maldad de Tasis se escuda en un “escrito sangriento” que dejó
Villamediana en el momento de su muerte y que el conde-duque pudo sorprender
para su propio provecho, consciente de que ese escrito demostraría la inocencia
de la reina (p.37). […]Ya en la escena XIV del último acto (p.115), ante la
imposibilidad de dar vida al amor entre doña Margarita y Quevedo, a pesar de su
pureza, por la diferencia social, se pone por ejemplo de ese amor ideal e
imposible el de Villamediana. […] Por sus características, la obra está en la
línea de la comedia político-moral que inaugura Rodríguez Rubí en 1843 con La rueda de la fortuna, puesto que lo
que pretende Florentino Sanz es ensalzar las cualidades mítico-morales de
Quevedo, frente a la corrupción política de Olivares. Los dos enamorados siguen
respondiendo a los rasgos generales del drama romántico: pasión fatal en
Villamediana y dulzura e inocencia en la reina.[35]
Se
trata de un drama dividido en cuatro actos, la métrica de los versos es variada
ya que utiliza redondillas, romances, quintillas, cuartetos, silvas, romance
real y cuartetas. Hay diversas acotaciones a lo largo de toda la obra que hacen
que el lector puede identificar perfectamente los gestos, el peinado, el
escenario, etc. Un ejemplo de ello es:
QUEVEDO: ¡Sí, sí!
Y a la clara luz del
sol
el rey amando leal,
dadle tan solo un
rival…
(Gritos del pueblo)
ese buen pueblo
español.
(La Reina, conducida
por Margarita, entra y se dirige a la izquierda. Al
abrirse las hojas, en
el fondo aparecen caballeros, y en primera Mendaña,
Castilla y Grana; pajes
y guardias que van desfilando hacia la izquierda.)[36]
Como
hemos dicho, el verdadero protagonista es Quevedo pero la presencia de
Villamediana en la obra es de vital importancia ya que el amor que siente
Quevedo por la infanta Margarita será inviable al igual que el amor que siente
Villamediana por la reina. Ambos son amores imposibles por la diferencia social
de clases. El personaje de Villamediana se muestra como un hombre capaz de todo
por amor; y aquí no se ve la visión de
hombre mujeriego, sino que es fiel a su amor
por la reina. Realizará todo lo posible pero la reina no puede corresponderle.
Al igual que en las obras anteriores, Villamediana sigue mostrándose como un
personaje que no logra dominar su pasión por la reina mientras que ella es un
personaje inocente, no se dará cuenta del amor que siente Villamediana hacia
ella y, además, mantendrá su recato y respeto hacia su esposo el rey.
En
la revista Cruz y raya, [37] Pablo Neruda se encarga de presentar una serie de poesías
de Villamediana, la sección se llama “En manos del silencio”. Antes de
presentar las poesías, Neruda cita la carta a D. Cristóbal de Heredia, Madrid,
23 de agosto de 1622 de Luis de Góngora donde le relata cómo sucedió la muerte
de Villamediana y su rápido entierro sin dar tiempo a hacerle una caja. En la
carta, Góngora le pide que le acoja ya que han muerto dos amigos suyos y teme
por su vida.
En el artículo de José Antonio Rodríguez
Martín dice que:
El
interés por el Conde entre los poetas de ese momento, culmina en una selección
de sus poemas sabiamente subtituladas En
manos del silencio, publicada en Cruz
y Raya por Neruda, quien rinde a Tasis un bello homenaje con su poema “El
desenterrado”, colocado al frente de la antología. Entre los poetas de las
generaciones siguientes no decae este interés. Rosales edita parte de sus
obras. Valverde lo llama “nuestro gran contemporáneo”, y poetas como Azcoaga,
Alfonso Moreno y Eugenio de Nora le han atribuido dedicatorias de sus
composiciones o se han servido de versos suyos como lema. [38]
En
primer lugar, Neruda le hace un homenaje dedicándole un poema titulado “El
desenterrado” donde habla de la muerte y el asesinato:
Cuando la tierra llena
de párpados mojados
se haga ceniza y duro
aire cernido,
y los terrones secos y
las aguas,
los pozos, los metales,
por fin devuelvan sus
gastados muertos,
quiero una oreja, un
ojo,
un corazón herido dando
tumbos,
un hueco de puñal hace
ya tiempo hundido
en un cuerpo hace ya
tiempo exterminado[…][39]
Estos
versos de Neruda forman parte de su poesía impura y hace alusión a elementos
como los párpados mojados, ceniza, oreja, ojo y corazón herido. En el poema hay
versos de catorce sílabas, de siete, de seis y de ocho, son siete grupos de
versos divididos en veinticinco, ocho, cinco, seis, trece, cuatro y cuatro con
libertad de rima. Con estos versos Neruda quiere convocar su resurrección ya
que ha muerto por haber amado a la reina Isabel. Después presentará treinta y
tres composiciones de Villamediana.
Son mis amores reales de
Joaquín Dicenta[40] es
un drama en cuatro actos que se estrenó en el Teatro del Centro de Madrid el 28
de abril de 1925; la obra fue premiada por la Real Academia Española. Comienza
con el segundo destierro de Villamediana y su regreso a la corte. Francisca de
Tabora está enamorada de él. La reina concede audiencia a Villamediana; él le
dice que en dos años no ha podido olvidarla pero ella le pide que la olvide. En
ese momento llega Olivares y le dice a la reina que quiere mirar por su honor
cuando en realidad quiere vigilarla para que no cometa adulterio con
Villamediana. Después ocurre el episodio de “estaos quieto, conde” y el
episodio del incendio de La Gloria de
Niquea donde Don Luis de Haro le pregunta a Villamediana si es Francisca de
Tabora la que causa su dolor y él contesta que ese amor ya pasó. Después las
damas se ponen a ensayar la obra y en una escena de amor la reina se pone a
llorar, Villamediana se acerca a ella y Francisca de Tabora los mira con celos.
Francisca de Tabora le pregunta a Villamediana por qué la ha abandonado pero él
no se atreve a confesar que está enamorado de la reina aunque ella lo sospecha.
Más tarde, Góngora es quien avisa a Villamediana de que corre peligro de
muerte. Luego ocurre el episodio de “qué bien pica el conde / pica bien, pero
pica alto” y el episodio de “Son mis amores reales” donde todo el mundo se da
cuenta de lo que ocurre. Olivares y Pedro Vergel traman su muerte, la reina se
entera y junto con Francisca de Tabora tratan de impedirlo. La obra finaliza
con una voz en off que manifiesta que no se sabe quién fue el matador, se deja
el teatro a oscuras para oír las voces del asesinato donde se grita: “¡Esto es
hecho!” En los mentideros se reúnen todo tipo de gente que murmura cómo se pudo
ver el cadáver de Villamediana y a Fray Antonio de Sotomayor dándole la
extremaunción. Góngora se dirige al mentidero para recitar la décima que se le
atribuye “Mentidero de Madrid, decidme, ¿quién mató al conde?”
José Antonio Rodríguez Martín añade
que:
La
obra responde a esa revitalización del teatro poético que iba a suponer la
producción de José María Pemán, en la década de los años veinte y los treinta y
que sintoniza con una ideología reaccionaria […] Como podemos apreciar su
intención es utilizar el teatro como arma de propaganda para una concepción
restauradora del universo noble y legendario que duerme en nuestra historia
pretérica, y que Pemán trató en obras como El
divino impaciente (1933), Cuando las
Cortes de Cádiz (1934), y Cisneros (1934).[41]
La
primera aparición de Villamediana en esta obra es a través del recuerdo de la
reina tras haber sido desterrado. Sus amoríos quedan bien reflejados en los
episodios de su vida, sobre todo en el de “Son mis amores reales” que es el que
desencadenará su trágica muerte. Villamediana fue amante de Francisca de Tabora
pero la abandona tras enamorarse de la reina, por eso Francisca de Tabora se
comportará como una mujer celosa durante toda la obra:
(Con la
cabeza entra las manos, tan rebosante
de dicha que quisiera llorar, cae sentado en
uno
de los escabeles, como si le faltaran fuerzas
para sostener el regocijo que le llena el
alma.
Doña Francisca le contempla rencorosamente y
se dice a sí misma:)
FRANC. ¿Sin atender mi queja,
sin mirar que me hiere,
porque le ama da gracias a los cielos
y por ella me deja?...
¡Sea, pues, que lo quiere!
¡Arda amor en la hoguera de los celos!
El desengaño alcanza
en el odio ventura.
¡Vuélvase amor locura
y la locura tórnese en venganza!
¡Gozad vuestra alegría,
pero temed a la venganza mía![42]
Pero,
a pesar de esto, en el momento en el que Villamediana corre peligro de muerte,
Francisca junto con la reina, harán todo lo posible por salvar su vida. En el
caso de la reina, en esta obra sí corresponde a la pasión que Villamediana
siente por ella, pero se mantendrá firme frente a sus declaraciones y no caerá
en sus brazos, mantendrá su recato y honestidad hacia su esposo, el rey.
Villamediana, por su parte, se muestra como un fiel enamorado de la reina
dispuesto a dar su vida por ella, pero en el caso de Francisca, a ella si la ha
engañado al abandonarla sin ninguna explicación, por lo que ella sí que ha sido
burlada. En el caso de su muerte, aquí es propiciada por Olivares y por Pedro
Vergel que fue una de las múltiples víctimas que sufrió los insultos de las
sátiras.
La
novela de Alberto Albert Torrellas, Son
mis amores…[43] es una combinación
de historia, leyenda y la fantasía del autor. Arranca contando la vida de
Villamediana y sus amores con la Marquesa del Valle y una joven llamada Doña
María de Tarfe. Se alude a las sátiras que circulan por los mentideros de
Madrid. Se muestra la rivalidad entre Olivares y la reina mientras que Olivares
aprovecha para provocar los celos del rey y así quitar de en medio a
Villamediana para lograr que el bando de la reina se vea más débil.
Villamediana y el rey llegan a rivalizar por el amor de Francisca de Tabora.
Olivares planea una fiesta de toros donde se enfrenten Villamediana y Pedro
Vergel, ambos enemigos. A continuación, ocurre el episodio de “qué bien pica el
conde / pica bien, pero pica alto”, el episodio del incendio de La Gloria de Niquea y el episodio de
“Son mis amores reales”. Villamediana muere y se termina la obra con las
palabras de Manuel de Pernia, que fue testigo de su muerte. Esta historia es
paralela a otra que se cuenta sobre un convento donde se encuentra un
misterioso hombre que se le aparece a la novicia Margarita y la gente cree que
ella está hechizada. Se cuenta también que durante el destierro de
Villamediana, desaparece en Nápoles y se encuentra con el bandolero
Rocaguinarda y estuvo tres días con él hasta llegar a Barcelona.
Esta
novela forma parte de la narrativa que se está construyendo en los años 40.
Según Santos Sanz Villanueva:
En
los años cuarenta se entrecruzan el compromiso apologético, la evasión, el
llamado tremendismo, los relatos neonaturalistas o costumbristas, y no queda
mucho espacio para formas novelescas que sigan diferentes cauces, motivo por el
cual una novela como, por ejemplo, Guadalupe
Limón resulta bastante insólita. Esos moldes narrativos favorables, en
último extremo, a una concepción realista y testimonial de la literatura hacen
poco viables otras concepciones que postulen un entendimiento distinto de la
ficción. [44]
Con
respecto al tratamiento de los personajes, Olivares permanece, como siempre,
siendo el instigador del asesinato de Villamediana. Lo podemos ver en un claro
ejemplo cuando averigua que la “Francelinda” de sus versos no es otra que la
propia reina:
Mientras
Don Juan se retiraba a su casa para dar cumplimiento a la honrosa encomienda
recibida; mientras con su excesiva imaginación echaba leña al fuego de sus
quimeras, el Conde de Olivares y su esposa hallábanse entregados a la vulgar
tarea de descifrar jeroglíficos.
-¿Quién
era la Francelinda con cuyo nombre
encabezara el Conde su vehemente soneto? Era la Reina, no cabía duda. Francelinda: Francesa linda: decididamente
era la Reina. [45]
La
reina Isabel se muestra como una mujer preocupada por su honor; al final de la
obra trata de persuadir a Villamediana para que haga un escrito al rey y diga
que los versos que compuso no iba dirigidos a ella;
le pide que salga del baile en el coche de Don Luis de Haro y que vaya
todo el tiempo acompañado. Villamediana, por su parte, se muestra intrigado por
tanto reclamo por guardar su seguridad y como es una orden de la mismísima
reina decide obedecerla, aunque finalmente
nada podrá librarle de su trágico destino. La reina se da cuenta de la pasión
que siente Villamediana hacia ella pero se mantiene firme y no cae en sus
halagos, mientras que Villamediana muestra osadía en todo momento al publicar
esos versos sin miedo a que su vida peligre, hace todo lo posible por amor y no
tiene miedo de las consecuencias.
Se
va narrando toda la biografía de Villamediana desde su nacimiento, sus primeros
versos, sus destierros, la transición del rey Felipe III a Felipe IV, sus
primeros amores hasta llegar a su muerte. Villamediana en los primeros momentos
de su vida se muestra como un hombre mujeriego,
teniendo varias amantes, incluso llega a disputar con el rey por Francisca de
Tabora hasta que conoce a la reina, de la que se enamorará y hará alusiones
constantes a este amor con tal de obtenerlo sin darse cuenta que le llevará a
la muerte.
Con
la biografía novelada de Concha Zardoya, Historia
y leyendas españolas. El correo mayor (Vida y muerte de Villamediana)[46] se cuenta los
orígenes de la familia Tassis, que provenía
de Lombardía, donde se encuentra la montaña
del Tasso (tejón) y de ahí tomaron el nombre de su apellido. Después hablará de
su familia y de la herencia del cargo de Correo mayor. Con respecto a sus
amores, se habla de la Marquesa del Valle y de su casamiento con Doña Ana de
Mendoza y de la Cerda. Ella desea que le dedique sus versos, pero desconoce las
sátiras que dispara contra personajes de la corte. Se muestra la profunda
crisis del reinado de Felipe III y los numerosos destierros. Ocurre el episodio
del incendio de La Gloria de Niquea, el
de “Son mis amores reales” y el de “estáos quieto, conde”. Finaliza la obra con
su muerte y las lágrimas de la reina por este acontecimiento.
Como
vemos, en esta obra se van detallando todos los episodios de su vida.
Villamediana se casa con Doña Ana de Mendoza pero es un matrimonio casi
inexistente ya que él se dedicará a conquistar a otras damas para llegar a su
última conquista, la reina Isabel. Desde ese momento, se mantendrá firme a esa
pasión y luchará por ella como veremos en cada uno de los famosos episodios de
su vida. También se muestra su faceta de escritor de sátiras para hacer
justicia contra los corruptos de su época. En el caso de la reina, ella no
podrá corresponderle y tras la muerte de Villamediana, no puede contener las
lágrimas.
El
papel que desempeña Villamediana en esta obra es el de un amante liberal hasta
conocer a la reina; entonces pasará a ser un amante fiel que luchará con
valentía sin importarle nada. El papel
que desempeña la reina sigue siendo el de una mujer delicada y fiel a su esposo
el rey, siempre manteniendo su honor intacto.
Carolina
Dafne-Alonso Cortés, la nieta de Narciso Alonso Cortés, con su novela histórica
Villamediana,[47]
ganó el premio “Álvarez Quintero” de la Real Academia Española, y el premio “Ateneo de la ciudad de Valladolid” de
Novela Corta. Una serie de personajes se reúnen en una taberna y hablan sobre
el reinado de Felipe IV y sobre Villamediana. Se cuenta el episodio del
incendio de La Gloria de Niquea, se
habla del mal carácter de Olivares, los destierros de Villamediana, el episodio
de que yendo a caballo se le cayeron las joyas y por no perder el paso no se
paró a recogerlas, el episodio de las monedas para salvar a las almas del
purgatorio, “Son mis amores reales”, “estáos quieto, conde”, “bien pica el
conde / pica bien, pero pica alto” y por último, se habla de los epitafios que
compusieron a su muerte y la acusación por pecado nefando. Después de todos los
relatos contados, cada uno de los asistentes se marcha y Silvestre Nata Adorno
termina diciendo que no sabe si quemar este memorial por si alguien lo descubre
y le difaman. Añade que no ha querido confesarlo antes pero que él era un
subordinado de Villamediana y sabiendo que Olivares quería matarlo decidió él
mismo darle muerte a Villamediana. Le hicieron acusaciones pero él presentó
certificados que decían que meses antes de la muerte él debía ir a trabajar a
Nápoles. Al final decide no romper el memorial y que alguien lo encuentre
cuando muera ya que le queda poco de vida.
Santos
Sanz Villanueva añade que:
[…] El tono predominante ha sido, por el
contrario, el de una ficción de concepción clásica, que puede o no incorporar
otros elementos al relato, pero que vuelve a los orígenes del género, ante todo
por el afán de contar cosas, de narrar sucesos, de atraer al lector por el
interés de una anécdota, por la creación de unos tipos o por la reconstrucción
de ambientes. [48]
El
protagonista de la obra sigue siendo Villamediana pero, en este caso, aparece
como un recuerdo provocado por los asistentes de la taberna que están reunidos.
Podemos apreciar un gran cambio en la obra al no hablar en un primer plano de
Villamediana. Los personajes que están reunidos en la taberna son personajes
sacados de la profunda sociedad del momento: aparece un villano, una vieja
vendedora de rosarios, un caballero, un bufón, un fraile, una dama tapada y el
propio Silvestre Nata Adorno. Estos personajes estuvieron cerca de la corte y
de Villamediana, por lo tanto, son testigos oculares de todo lo que ocurrió,
cada uno de ellos puede detallar como era la sociedad de Villamediana y las
creencias de la gente, como, por ejemplo, la creencia en brujería. En el caso
de Silvestre Nata Adorno aparece como protagonista presente y vemos que toda la
obra no es sino un memorial que dejó por escrito confesando que él mató a
Villamediana. Este es el otro gran cambio que hay con respecto a las demás
obras, no es el asesino un ballestero ordenado por el rey sino que es Silvestre
Nata Adorno. Toda la obra es una rememoración de las leyendas de Villamediana
contadas por personajes cercanos a la corte.
Nestor
Luján con su novela Decidnos: ¿quién mató
al Conde?[49] se propone contar
siete posibles muertes de Villamediana; venganzas de cómicos, maridos
engañados, doncellas seducidas, justicia del rey, intervención de Olivares o
rivalidades amorosas. Se dice que no deja de ser un crimen político aunque se
desconozca la mano ejecutora. En Madrid, un personaje alemán, Stein, escribe una carta a su hermano y le cuenta cómo
es la sociedad de España y la muerte de Villamediana,
ya que se dice que fue una muerte política; pero opina que fue él mismo el que
se mató por todo lo que ocasionó. Al final de la obra hay una moraleja que dice
que tras la muerte o las siete muertes comienza su leyenda. Alonso Mateos murió
una semana después por la querencia de un jabalí, Ignacio Méndez murió
envenenado por su mujer Micaela que después se casó con otro y luego entró al
convento. Además de esto, se ven reflejados todos los episodios famosos de su
vida. En esta obra, Nestor Luján se inclina por contar siete historias, siete
asesinatos posibles que pudieron ocasionar su muerte o quizá fue la acumulación
de todas esas cosas lo que provocó su muerte.
El
personaje de Villamediana se ve reflejado como un hombre valiente pero a la vez
impulsivo, no se detiene ante nada para lograr sus propósitos y no le importa
burlar mujeres, ganar fortunas desplumando a otros en las cartas, escribir
sátiras insultando a su antojo o rivalizar con el propio rey por el amor de la
reina. Con esta novela, se hace una investigación de todas las posibles muertes
de Villamediana, ya que él fue ganando odios
por todo lo que iba provocando. Mientras que en las demás obras que recogen la
leyenda de Villamediana se ha optado por darle una única muerte, es decir, por
una sola causa: sátiras políticas o amor por la reina. En este caso, el autor
decide contarnos las siete posibles muertes o la acumulación de pecados que le
llevaron a ella. Un ejemplo de que Villamediana sigue causando estragos y todo
el mundo comentan su muerte:
La
verdad era que el caballero alemán
entendía a medias y preguntó con una ingenuidad entre autoritaria y germánica.
-¿Entonces
a quién se debe, en puridad, la muerte del conde?
Don
Antonio contestó con decoro y claridad, con el lenguaje escogido de la persona
que se había criado en la Corte:
-No
puedo decir nada. Eran muchos sus enemigos: entre los cómicos, que son gente a
veces de sangre aviesa; pudo ser también por altercados de juego o por sus
sátiras políticas o por mil temeridades. El conde era el caso de la muerte
buscada. Lo declaraba él mismo en unos versos que escribió hace tan sólo unos
días:
Y
como todo lo iguala
temida,
buscada muerte.
Dicen
poco más o menos. No, en verdad, no puedo decir quién mató al conde.[50]
Con
esta novela histórica, podemos adentrarnos en el Madrid del siglo XVII contando
con los escenarios de los aposentos de
Palacio, los prostíbulos, los corrales de Comedia y el mundo de los actores,
los lugares de juego de cartas, las peligrosas noches de Madrid y los famosos
mentideros. Además de esto, podemos ver la amplia descripción de cada uno de
los personajes de la obra que consigue que el lector se adentre más en la
época. Estos personajes son: Olivares, Felipe IV y su primera mujer, la reina
Isabel, la familia Tábora, Pacheco el esgrimista, Richelieu y Jacobo I como
personajes reales. También hay un amplio elenco de poetas: Góngora, Quevedo,
Lope de Vega, Tirso de Molina, Vélez de Guevara, Vicente Espinel y los actores
Juan Rana (personaje que existió en la vida real) y Josefa Vaca.
Luis
Federico Viudes comienza su drama en verso ¿Por
quién moría Don Juan? [51] cuando el personaje
de la valida le lee la mano a Don Juan y le dice que va a tener una muerte
trágica. Se muestra su fama de jugador de cartas y los celos de Francelisa
hacia la reina ya que ella está enamorada del rey. Ocurre el episodio del
incendio de La Gloria de Niquea donde
Don Juan salva a la reina que se desmaya y aprovecha para besarle; ella le dice
que como mujer también habría incendiado el teatro para estar con él, pero como reina no puede corresponder a su amor.
Don Juan saca un puñal y quiere clavárselo a sí mismo pero la reina, en esos
momentos, se lo arrebata para quitarse ella la vida. Don Juan le quita el puñal
y lo tira lejos, entonces en la nube del teatro en que se encuentran ambos la
reina se entrega a Don Juan. Después ocurre el episodio de “Son mis amores
reales” y el de “estáos quieto, conde”. Tras la muerte de Don Juan, aparecen
unas sombras que van a llevarle a la muerte y la reina le pide un verso más.
Con el final de la obra se baja el telón del teatro y el lector puede apreciar
que Tirso de Molina ha asistido a la obra y ha ido tomando notas en su libreta
ya que esta obra que acaba de presenciar le servirá de inspiración para su Burlador de Sevilla.
Luis
Federico Viudes siguiendo lo apuntado por Gregorio Marañón, trata de
acerca la figura de Villamediana a la de Don Juan y situarla como
el posible origen; incluso en la obra el protagonista no se llama Villamediana
sino que se llama Don Juan.
El
autor recupera el teatro poético en verso que estuvo en auge con el modernismo
hasta 1939 y que llegará a convertirse en teatro histórico. Por ello, recupera
una leyenda del siglo de oro español y los dramas románticos que se hicieron
sobre su persona. Recrea un tema de la historia nacional a la manera romántica
de los dramas del siglo XIX. Recupera todos los episodios de la vida de
Villamediana, se muestran los celos de Francelisa (Doña Francisca de Tabora)
que esta vez no está enamorada de Villamediana sino del rey. En esta obra la
reina sí corresponde a la pasión que Don Juan siente por ella e incluso
consuman su amor, lo que demuestra un gran cambio en el personaje de la reina
con respecto a las obras anteriores, donde
la veíamos como un personaje recatado, dulce, fiel a su esposo y preocupada por
mantener su honra a salvo. En este caso ella se deja llevar por la pasión que
siente por Don Juan y se entrega a él olvidándose por completo de su honra. Don
Juan aparece como el hombre enamorado capaz de quitarse la vida si no tiene el
amor de su amada, al igual que en los dramas que hemos ido estudiando del siglo
XIX:
DON JUAN. […] Más si queréis que viva, vida dadme
en un soplo que aliente la ilusión;
y, si
queréis vivir, más no cerradme
las
suaves puertas del real bastión
y,
amorosa, la entrada franqueadme
a
vuestro ya rendido corazón.
REINA ISABEL. Ya, don Juan,
más no puedo resistir
a los
embates de Naturaleza.
Y, si
algo ha de morir
pues
vuestro ardor resiste a sucumbir,
perezca mi entereza.[52]
La
novela de Fernando Fernán Gómez, Capa y
espada[53], comienza con el
miedo de los ciudadanos por una serie
de muertes que están ocurriendo en Madrid. Se habla de Villamediana como buen
poeta y buen alanceador de toros; se cuenta su casamiento, su primer destierro
y su regreso a la corte con la llegada de Felipe IV. Francisca de Tabora ama a
Villamediana y se queda sorprendida al saber que va a regresar de su destierro
ya que él la había abandonado. Se cuenta una aventura amorosa que tuvo en
Nápoles con Ana de Strozzi a la que luego abandona tras dejarla embarazada y
quitarse la vida. Su hermano, al enterarse de lo ocurrido, decide perseguirle
para matarle. Más tarde, se habla de las fiestas de cañas y del episodio de
“Son mis amores reales” donde la gente murmura si es para Francisca de Tabora o
para la reina. Góngora le dice a la reina que su amigo Villamediana está
enamorado de ella y la reina pide que le ordene a Villamediana que no la hable
para que no corra peligro su vida. Se cuenta después el episodio del incendio
de La Gloria de Niquea, su amor con
una joven llamada Marcela Iniesta que tras los celos de su pretendiente Matías
Gato contrata a Strozzi para que le mate. Finalmente, un hombre embozado mata a
Villamediana y se le inculpa por haber cometido pecado nefando.
Llegados
al siglo XXI, vemos que aún pervive la leyenda de Villamediana y alguien como
Fernando Fernán Gómez ha querido sacar a la luz una nueva historia sobre este
personaje. La novela española sigue la tendencia de los años 80 y 90 de contar
historias y lo hace de la mano de la novela histórica que es un género que se
venía dando desde el romanticismo, en el siglo XIX. Se continúa con la
tendencia de exaltar los valores de Villamediana como el héroe protagonista,
pero en esta obra, surgen nuevos cambios. El autor se propone hacer una
revisión de todo lo que hasta ahora se había contado sobre Villamediana e
investiga para verificar algunos datos y convertir esta obra en una nueva obra
de ficción. Al igual que en la obra de Néstor Luján, varias muertes acechan a
Villamediana, ya que ha ocasionado numerosas disputas por sus múltiples
amantes. Con Marcela Iniesta provocará
los celos de su pretendiente, Matías Gato; con Ana de Strozzi provocará la ira
de su hermano, Alberto Strozzi, tras
abandonarla, y Pedro Vergel también tramará su muerte por las crueles sátiras
hacia su persona. Al igual que en la obra de Nestor Luján, Villamediana va
acumulando una serie de posibles muertes, ya
que al acumular odios ha provocado que varias personas quieran su muerte y que
ella haya sido por varias causas. Villamediana se comporta como un hombre
mujeriego, que abandona a las mujeres tras obtener lo que desea. De esta forma,
provoca la ira de los hermanos o maridos y ellos, para salvar su honor, deciden
vengarse dándole muerte. En el último momento de la vida de Villamediana vemos
como se arrepiente de todos los pecados cometidos cuando le pide perdón a
Francisca de Tavora. En esta obra, la reina Isabel no tiene un papel
sustancial, sino que es Francisca de Tavora quien sufre por el amor de
Villamediana, quien muestra dulce y compasiva y la que trata de avisarle del
peligro de su muerte:
-Cuando
el amor muere…
-¿Morir
el amor, conde? Os escucho y aún dudo de que vos lo digáis.
[…]
-Don
Juan, me habéis mentido –le dice con voz enronquecida pero firme-. No me apartó
de vos el hastío, sino otra mujer. Quizá con esto habéis roto mi vida. Temed
por la vuestra. [54]
La
última obra que recupera la leyenda de Villamediana es la novela histórica de
Rosa Ribas, El pintor de Flandes. [55] El pintor flamenco
Paul van Dyck, discípulo de Rubens, es contratado por Villamediana para que
pinte un cuadro de grandes dimensiones, “La degollación de San Juan Bautista”.
Paul va siguiendo las instrucciones que le va dando Villamediana, pero él no sabe todo lo que se esconde detrás de
ese cuadro ya que es un encargo secreto. Anteriormente Rubens realizó unos
bocetos del cuadro que Villamediana se encargó de borrar para su interés. Poco
a poco va pintando el cuadro cuando conoce a la hija de Olivares, María de
Guzmán, y decide retratarla revelando así el
encargo secreto, sin darse cuenta de su terrible error ya que eso le conducirá
a Olivares y a la amenaza de muerte. Una noche huyen de la casa y se van a la
casa de un amigo de Villamediana, mientras que el príncipe de Gales se ha
enamorado de la infanta y quiere venir a España para pedir su mano.
Villamediana sale de la casa donde está escondido para ir a Madrid. El cuadro
ya está casi finalizado, solo falta la cabeza de San Juan Bautista que va a ser
Carlos Estuardo (el enamorado de la infanta María Ana). En el cuadro se
reflejaba a cada uno de los personajes de la realeza y era un insulto para
ellos, ya que venían reflejados de manera ofensiva. Villamediana muere y se
especulan las posibles causas: amor por la reina o pecado nefando. Paul es
desterrado y vuelve a su hogar.
Sigue
siendo una novela histórica que recupera la leyenda de Villamediana remodelando
lo que se había realizado hasta ahora. Tiene toques de misterio por la trama en
la que se envuelve el misterioso cuadro ya que hasta el final de la obra no se
sabe con exactitud el porqué del encargo. La trama se centra en las intrigas
palaciegas de las que es protagonista nuestro Villamediana, ya que será él el encargado de ir dando las
instrucciones precisas para el cuadro, y su venganza en contra de la familia
real, por lo que su papel será el de un hombre ambicioso con ansias de poder y
de llegar a lo más alto. Paul van Dyck, el encargado de pintar el cuadro, será
un personaje en un principio ingenuo, ya que llega a Madrid con la aspiración
de convertirse en un gran pintor y llegar a lo más alto, y estará cegado por
esto ya que no se dará cuenta de las intenciones de Villamediana:
-¿Cómo
murió mi antecesor?
[…]
-Excelente,
Van Dyck –exclamó-. Veo que el aire de Madrid te ha despabilado las
entendederas. Madera de diplomático, como el maestro. Primero tantear el
terreno, después hablar. Magnífico. Pero en este caso no tienes nada que temer.
Tu predecesor no murió por saber demasiado, sino demasiado poco. Si bien no fue
su ignorancia, sino su estulticia, la que le llevó a ir predicando su presencia
a mi casa en presencia de gente de Olivares. Fanfarroneó tanto y en tan mal
momento, que se vio envuelto en una reyerta. […][56]
También
se puede apreciar que la reina no aparece casi en la obra y ha perdido la
importancia que tenía en las obras del siglo XIX como la dama delicada y noble
que teme por la vida de Villamediana. Otra de las características importantes
en la obra es el profundo odio que siente Villamediana por su eterno rival,
Olivares.
Otro aspecto a señalar es el tema del enano bufón como
personaje recurrente. Podemos ver que hay una conexión en todas las obras ya
que el personaje es un bufón que se entera de todos los chismes y rumores de la
corte y se inmiscuye donde no le llaman; se le retrata como un personaje cruel
y en algunas obras incluso este personaje tiene el mismo nombre. Este personaje
aparece en: La Corte del Buen Retiro de
Patricio de la Escosura, en El cetro y el
puñal de Ceferino Suárez Bravo, en El
Conde-Duque de Olivares de Manuel Fernández y González, en Béticas poesías de Arturo Reyes, en Amoríos reales de Diego de San José, en El libro de horas de Diego de San José,
en Son mis amores reales de Joaquín
Dicenta, en Villamediana de Carolina
Dafne-Alonso Cortés y en Capa y espada de
Fernando Fernán Gómez.
Otro tema recurrente en varios autores es el del
personaje de Velázquez, que aparece pintando
un cuadro a la reina o incluso a ella junto a Villamediana. Esto ocurre en La reina y la comedianta, de Juan Antonio Cavestany, en ¿Por quién moría Don Juan? de Luis
Federico Viudes, en La Corte del Buen
Retiro de Patricio de la Escosura y en Villamediana
de Carolina Dafne-Alonso Cortés.
Para continuar, hemos podido apreciar que en numerosas
obras existe una presencia de personajes ilustres de la época, contemporáneos
de Villamediana y, por tanto, le conocían bien. Estos personajes aparecen en
las obras retratados como amigos leales a Villamediana; son Calderón, Góngora,
Quevedo y Velazquez. Aparecen en La Corte
del Buen Retiro de Patricio de la Escosura, El cetro y el puñal de Ceferino Suárez Bravo, El Conde-Duque de Olivares de Manuel Fernández y González, La reina y la comedianta de Juan Antonio
Cavestany, Don Francisco de Quevedo de
Eulogio Florentino Sanz, Son mis amores
reales de Joaquín Dicenta y ¿Por quién
moría Don Juan? de Luis Federico Viudes.
Otra escena que también se ve repetida en varias obras en
la escena de la carta ensangrentada que escribe Villamediana en el momento de
su muerte para preservar la honra de la reina. Esto ocurre en La Reina y la comedianta de Juan Antonio
Cavestany, en Don Francisco de Quevedo de
Eulogio Florentino Sanz y en El
Conde-Duque de Olivares de Manuel Fernández y González.
Otro aspecto importante a destacar son las lágrimas y la
tristeza por parte de la Reina tras conocer la muerte de Villamediana. Esto
ocurre en Baladas españolas de
Vicente Barrantes y en Béticas poesías de
Arturo Reyes.
Asimismo, en varias obras se muestra la rivalidad entre
la Reina y el Conde-Duque de Olivares. Esto se debe a que la Reina entorpecía
su privanza con el Rey y Olivares quiere tener todo el poder y quitar a la
Reina de en medio para que no se interponga en sus planes. La rivalidad entre
estos dos personajes aparece en: El
Conde-Duque de Olivares de Manuel Fernández y González, Don Francisco de Quevedo de Eulogio
Florentino Sanz, Son mis amores reales de
Joaquín Dicenta, Son mis amores… de
Alberto Albert Torrellas y en ¿Por quién
moría Don Juan? de Luis Federico Viudes.
Merece la pena subrayar que hay una escena muy similar en
tres obras; en ella, la dama trata de disimular su amor por Villamediana cuando
está reunida con otras damas y está presente el bufón. Esto ocurre en Son mis amores reales de Joaquín Dicenta,
en Capa y espada de Fernando Fernán
Gómez y en El libro de horas de Diego
de San José.
Hay que destacar que hay una serie de elementos comunes
en todas las obras y estos son los pasadizos secretos; personajes embozados;
los famosos mentideros que son lugar de reunión de la gente para hablar sobre
los chismes de Madrid; en todas las obras se insertan algunos versos de la obra
de Villamediana y también algunos epitafios que escribieron sus contemporáneos
por su muerte; Felipe IV siempre se deja manipular por la astucia de Olivares;
la típica escena del baile que se repite en El
cetro y el puñal de Ceferino Suárez Bravo y en Son mis amores… de Alberto Albert Torrellas.
Sobre el tema del amor entre la Reina y Villamediana los
autores de las obras se han posicionado de manera distinta. En El cetro y el puñal de Ceferino Suárez
Bravo, Baladas españolas de Vicente
Barrantes, Son mis amores reales de
Joaquín Dicenta y en ¿Por quién moría Don
Juan? de Luis Federico Viudes, los
autores han optado porque la Reina sí corresponda al amor de Villamediana, pero
en todas las otras obras la Reina no le corresponde sino que ama al Rey y sufre
por sus desprecios y sus múltiples aventuras amorosas.
En
definitiva, todas las obras se centran en la figura protagonista, que es Villamediana; sólo en dos obras él es
tratado como un personaje secundario, mientras que los protagonistas son otros.
Esto ocurre en El Conde-Duque de Olivares
de Manuel Fernández y González y en Don
Francisco de Quevedo de Eulogio Florentino Sanz.
[1] Patricio
de la Escosura, La Corte del Buen Retiro,
Madrid, Hijos de Doña Catalina Piñuela, 1837.
[2] Francisco
Ruiz Ramón, Historia del teatro español
(Desde sus orígenes hasta 1900), Madrid, Cátedra, 1981, págs. 313-314.
[4] Ángela
Mañueco Ruiz, “La obra dramática de Patricio de la Escosura como espectáculo”,
Actas XIII Congreso AIH (Tomo II), págs.275-280.
[6] Duque
de Rivas, “El Conde de Villamediana. Romance primero: Los toros” en Romances históricos, Madrid, Cátedra,
1987.
[7] Salvador
García Castañeda, “Los romances
históricos del Duque de Rivas”, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes, 2006, págs. 4-6.
[9] Véase:
Mª del Carmen Rincón Martínez, “Juan de Tasis y el teatro del siglo XIX”, Cuadernos para la investigación de la
literatura hispánica, Fundación universitaria española seminario “Menéndez
Pelayo”, núm.8, Madrid, 1987, págs. 123-130.
[10] Ceferino
Suárez Bravo, El cetro y el puñal, Madrid,
Imprenta y despacho de la Biblioteca universal, 1851.
[11] Isabel
Román Gutiérrez, Historia interna de la
novela española del siglo XIX. I Hacia el realismo, Sevilla, Ediciones
Alfar, 1988, págs. 129-132.
[15] Luis
de Eguilaz, La perla del Buen Retiro, en
Narciso Alonso Cortés, La muerte del
Conde de Villamediana, Valladolid, [s.n], 1928 (Imp. Colegio Santiago),
pág. 37.
[19]Juan Eugenio
Hartzenbusch, Vida… op.cit., acto
primero, escena V, págs. 15-17.
[20] Manuel
Fernández y González, El Conde-Duque de
Olivares (Memorias del tiempo de Felipe IV), Madrid, Miguel Prats, 1867.
[21] Antonio
Hurtado, “Muerte de Villamediana” en Madrid
dramático, Madrid, [s.n], 1870 (Establecimiento tipog. De Luis Jayme),
págs. 381-403.
[24] Juan
Antonio Cavestany, La reina y la
comedianta, Madrid, Florentino Fiscowich, editor, (sucesor de Hijos de A.
Gullón), 1900.
[25] José
Antonio Rodríguez Martín, “Villamediana, un clásico como fuente de inspiración
contemporánea”, Cuadernos para
investigación de la literatura hispánica, nº 8, Madrid, 1987, pág. 163.
[34] Eulogio
Florentino Sanz, Don Francisco de Quevedo,
edición de R. Selden Rose, PH. D., Boston (USA), The Atheanaeum Press,
1917.
[35] Mª del Carmen Rincón
Martínez, “Juan de Tasis …”, op.cit., págs.
126-128.
[37] Pablo
Neruda, “Poesías de Villamediana presentadas por Pablo Neruda”, Revista Cruz y Raya, julio, nº 28, 1935,
págs. 1-50.
[44] Santos
Sanz Villanueva, Historia de la
literatura española. El siglo XX
literatura actual, Barcelona, Editorial Ariel S.A., 2008, pág. 102.
[46] Concha
Zardoya, Historia y leyendas españolas.
El correo mayor. (Vida y muerte de Villamediana), Madrid, M. Aguilar, 1945.
[47] Carolina
Dafne-Alonso Cortés, Villamediana, Valladolid,
Excmo. Ayuntamiento de Valladolid, 1983.
Muy bueno, documentadísimo, eficaz. Enhorabuena.
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