El mundo guaraní en Augusto Roa Bastos
En esta ocasión, he decidido hablar del mundo guaraní en la obra de Augusto Roa Bastos.
Para comenzar,
planteando la hipótesis del trabajo, voy a hablar acerca del
mundo guaraní, de su cultura, su religión, su modo
de vida, sus costumbres, etc. Para
ello habrá que recurrir no solo a la bibliografía
que hay acerca de estos temas sino a los
textos contemporáneos del siglo XX o XXI que recuperan ese mundo precolombino.
Una de las figuras más destacadas en recuperar ese
mundo es la figura de Augusto Roa
Bastos ya que en sus cuentos, quizá a menudo llenos
de ficción, se ha dedicado a
indagar en ese mundo cultural para sacarlo a la luz
en la actualidad.
En primer lugar,
tenemos que preguntarnos qué es el mundo guaraní. Rubén
Bareiro Saguier en su obra Literatura guaraní del Paraguay dice que antes eran
conocidos como Guaraní-Tupí y habitaban las zonas de
Brasil, Paraguay, Argentina,
Uruguay, Guayana, Bolivia, Perú y Ecuador. El núcleo
guaraní se centraba entre los ríos
Paraná y Paraguay pero ahora habitan en la región
oriental del Paraguay, el estado de
Mato Grosso y parte de la costa atlántica, en el
Brasil.
“Los Tupí-Guaraní son una raza cuya cultura se
compone de elementos que contienen
una distribución oriental y septentrional en América
del Sur.”[1]
Con respecto a la
lengua, el grupo amazónico habla el Ñe’engatú que significa la
lengua hermosa o pulida, y contiene arcaísmos
morfológicos y fonológicos. El Tupí o
Tupinambá es el habla en portugués. Dejó mucha
documentación escrita y una huella
profunda del portugués que después desaparecería
pero permanecería en Brasil. El
Avāne’ě es la lengua del hombre y este es el
dialecto propio de las zonas de Paraguay,
Bolivia, Argentina y el sur de Brasil.
Con respecto a las propiedades del líder indígena:
“1. El jefe es un hacedor de paz; es la instancia moderadora
del grupo.
2. Debe ser generoso de sus bienes, está al servicio
de sus administrados y no al revés.
3. Sólo un buen orador puede acceder al liderazgo.”[2]
Vivían en aldeas de
cinco a ocho casas alrededor de 50 miembros que a su vez,
estaban rodeadas de tres empalizadas defensivas. Con
respecto a la economía, no
existían las clases sociales. “Son agricultores,
cuya civilización está perfecta. Están
establecidos generalmente a lo largo de los ríos y
sus afluentes.”[3]
En el tema de la
religión, “los guaranís de ahora y los de antes perpetúan la
misma religión […] sacramentalizada en el canto,
dirigida por mesías en búsqueda de la
tierra sin mal.”[4]
Tienen creencias en una divinidad suprema, creadora;
existen dioses mediadores; héroes
civilizadores; genios confundidos con los hechos de
la naturaleza y la búsqueda de la
tierra sin mal.
Esto podría explicarse en dos acepciones:
“1. De cada fenómeno y de cada acto emana, en forma
natural y espontánea, un aliento
que guarda relación y está en correspondencia con
una esfera de lo sagrado. Lectura de
textos y oraciones.
2. Conviven los dioses y los hombres. […] La máxima
aspiración es la de alcanzar la
condición de la inmortalidad, atributo supremo de
los dioses y de sus elegidos. El
acceso a la inmortalidad es mediante las oraciones,
danzas y ayunos.”[5]
Con respecto a la
economía, los indios eran obligados a buscar refugio en tierras
que no tenían
un interés económico y de donde no podían salir, de esa forma fueron
exterminados. La razón de esto se debe a que vivían
en un sistema social colectivista
mostrando que se podía vivir fuera de un sistema
económico colonial. Su mano de obra
era gratuita y eran objetos de exterminio en caso de
resistencia.
Se pretendía cambiar el soñado Dorado por el maizal
guaraní y para ello exigían tierras,
mujeres y brazos para trabajar. En un primer momento
se aceptó el pacto pero después
se dieron cuenta de las explotaciones que estaban
sufriendo.
De la unión de grado o
forzosa entre un conquistador y una inda nacía un
mestizo cuyo status estaba por encima del resto,
debido a la escasez de españoles; ellos
y los criollos que eran los hijos de españoles
nacidos allí constituían un ascenso social,
todos querían esa condición.
Los jesuitas no eran tan brutales debido a que
aceptaban ciertas creencias indígenas.
No conocían la
escritura, la tradición oral era suficiente para ellos, pero esto no
significa que no hubiera literatura. Existían unos
“cantos cosmogónicos y teogónicos,
mitos fundacionales, oraciones que ponen en
comunicación al hombre con sus dioses
[…]”[6]
En 1811 llegó la
independencia pero siguen siendo discriminados. Sus textos
siguieron siendo ignorados hasta que en 1914 Kurt
Nimuendaju Unkel, un antropólogo
alemán, los recuperó.
Los guaranís
escondieron todo lo posible su religión debajo de las apariencias
cristianas y esto se sabe ya que se dejaron bautizar
fácilmente. Un ejemplo de ello es
que nadie sospechaba
la religión Mbya-Guaraní.
Wolf Lustig añade que “el
Paraguay es un país pluricultural y bilingüe. Son
idiomas oficiales el castellano y el guaraní. Las
comunidades indígenas guaraní-
hablantes en su totalidad ya no corresponden a más
del 1% de la población, pero casi la
totalidad de los paraguayos conoce el avañe’ē (la
lengua del hombre) y lo emplea en la
comunicación oral diaria.”[7]
Pero según Mar Langa
Pizarro “la literatura se transforma en una vía para
indagar en la verdad […] La consecuencia es el
desarrollo de un punto de vista crítico:
al investigador
en el pasado, la novela histórica paraguaya contemporánea cuestiona la
versión oficial de los hechos […] demuestra que los
escritores de esa historia oficial
utilizaron la invención y los recursos literarios; y
ofrece una nueva versión de los
episodios fundamentales de la Historia del país.”[8]
Por eso es que los escritores contemporáneos han
decidido indagar en el pasado,
redescubriendo la historia del Paraguay y utilizando
elementos ficcionales como recurso
literario como hace Augusto Roa Bastos.
Paco Tovar, ha
investigado mucho acerca de Roa Bastos y en una conferencia
que dio dice que “el experimento jesuita quedará
escrito por unos indígenas que no
conocían la escritura pero si las creencias míticas.
Después surgieron las revoluciones
políticas, muchos exilios, Roa Bastos viajaba
buscando la tierra sin rencores. La fluidez
del habla se realimenta por el cruce de diversas
culturas, intersubjetividad del habla, el
habla como vertiente sólida de la lengua, escribir y
leer un teatro de ficción es hacer que
la palabra sea real. Roa es un escritor en el que
los textos guaraníes tienen peso. Es
como un Homero, cuenta historias del pueblo. Escribe
una verdadera historia de rasgos
literarios. Es un verdadero narrador de ficciones.”[9]
En su obra Augusto Roa Bastos, Paco Tovar opina que la literatura es una
forma
de buscar lo incierto a través de la intuición y de
la transformación de la realidad, hay
que reflejar las impresiones de una memoria
particular y colectiva y para ello hay que
extraer algunas cosas de los recuerdos, además hay
que aprender a interpretar y ver la
realidad y la más próxima es la del Paraguay, con
todos los conflictos que la gente de
ese país representa. Añade también que el
historiador paraguayo realiza una ficción
documental o documentada mientras que Roa Bastos
busca una ficción testimonial.
En Homenaje a Augusto Roa Bastos se analiza el llamado “fenómeno
paraguayo”, es decir, los gobiernos despóticos y de
terror físico y moral que dan lugar a
una despoblación del país empujando a la gente a
emigrar, con esto lo único que han
conseguido es que se desintegre la cultura. Habla
además de El trueno entre las hojas
de Augusto Roa Bastos y saca unas características en
su literatura que tienen que ver
con la visión de una tragedia colectiva, una
naturaleza que devora a sus propios hijos,
unas tierras incendiadas por la sequía, un hombre
fatigado por la naturaleza y sus leyes,
una sociedad primitiva y bárbara y por último, la
presencia de la mitología.
Mónica Marinone opina
que la “experiencia des-constructiva de un orden
fundado en la identificación de la palabra escrita
alfabéticamente como columna
vertebral, organizativa de una modalidad de
percepción tendiente a la jerarquización y a
la exclusión. […] esta experiencia permitía a Roa a
través del mismo código, recordar-
contar-fijar de modo diverso unos orígenes, el
principio de una tradición bi-multi-
cultural.”[10]
Es decir, que a través de la escritura y la oralidad
existe una larga tradición que da lugar
a un imaginario que controla la ficción literaria.
Para acercarnos más a
lo que es el universo narrativo de Augusto Roa Bastos,
en Entre dos
culturas: Voces de identidad hispanoamericana se habla acerca de que el
primer proceso de producción de Roa Bastos coincide
con su exilio a Buenos Aires en
1947 tras el levantamiento contra el gobierno del
general Morínigo. Esto para el escritor
y para Paraguay significa una entrada hacia la
violencia con la dictadura del general
Alfredo Stroessner que confirma un breve exilio.
Uno de los símbolos que
durarán en este autor pueden ser el agua y los hombres
que están de camino amortajados por la arena.
En Las culturas condenadas lo que realiza es una serie de textos que
analizan,
dentro del marco de la antropología cultural, la
expresión simbólica de un universo que
está en soledad y en una posible desaparición, como
una especie de rito que se adentra
en la naturaleza y de la que ya no podremos salir
jamás porque nos hemos quedado
atrapados dentro de la selva.
En El trueno entre las hojas, otro texto antropológico en el que “el
trueno cae y
se queda entre las hojas. Los animales comen las
hojas y se ponen violentos. Los
hombres comen los animales y se ponen violentos. La
tierra se come a los hombres y
empieza a rugir como el trueno”[11].
Este sería el ciclo de la naturaleza, un ciclo de
violencia.
También cabe mencionar
que junto a esta temática, también se encuentra en este
autor la temática indígena, política, es decir, la
vida de los personajes está determinada
por el ciclo de la tierra, el ciclo de la violencia.
Es una especie de juego temporal,
entrecruzamiento de tiempos y la tendencia que tiene
a mostrar los mismos personajes
en otros relatos.
Los símbolos que
utiliza a menudo son el agua y el río. Por un lado el agua libre
como el río, el arroyo, el manantial; y por otro
lado, estaría el agua prisionera, es decir,
el estero, el bañado, el pantano, la zanja de aguas
muertas. Los tipos de personajes que
existen en esta literatura están determinados por su
relación con el agua.
“En Hijo de hombre la violencia como
determinación de la realidad, la
semiesclavitud en los yerbales de Casiano y
NatiJara, la vida en el penal de Peña
Hermosa, la tragedia de la Guerra del Chaco […]
desesperación de la sed, un clímax
violento y degradante […]”[12]
Su escritura es agria y
desgarrada, la violencia es la que está determinando esa
realidad, lo podemos ver en Las culturas condenadas: “Cuando cantaba crecía el
tamaño del paraíso, y la gente se sentaba a su
sombra a pensar que la vida no es tan
mala.”[13]
Hay una cierta
opresión, los consideran inferiores y esto da lugar a un proceso de
extinción ya
que han descartado de antemano la posibilidad de preservar sus valores
materiales y culturales. Los intentos de civilizar
al indio es lo que ha terminado por
exterminarlos.
Para finalizar, se ha
visto a lo largo de todo el trabajo, cómo se reinventa la
literatura contemporánea a partir de los mitos y
además, cómo uno de los escritores que
más ha indagado en el mundo guaraní, Augusto Roa
Bastos, ve esas creencias y ese
mundo y cómo lo transmite en sus obras en la
actualidad.
El mundo guaraní es un mundo rico de cultura y
creencias ancestrales que perduran
hasta la actualidad y como dice Paco Tovar: “es un
verdadero narrador de ficciones”.
BIBLIOGRAFÍA
·
BAREIRO SAGUIER, Rubén, Literatura guaraní del Paraguay, Caracas,
Biblioteca Ayacucho, 1980.
·
Conferencia de Paco Tovar: “Querencias
guaraníes en la escritura de Augusto
Roa Bastos” en el III Congreso
internacional mitos prehispánicos en la literatura
latinoamericana. Homenaje a José
María Arguedas en su centenario.
·
F. GIACOMAN, Helmy, “El trueno entre las
hojas” y el humanismo
revolucionario” en Homenaje a Augusto Roa Bastos, Madrid,
Anaya Las
Américas, 1998, págs. 237-251.
·
LANGA PIZARRO, Mar, “El novelista
paraguayo como re-escritor de la
historia”, en América sin nombre, nº4,
2002, págs. 1-7.
·
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Guaraní”, en América sin nombre,
nº4, 2002, págs.1-8.
·
ROA BASTOS, Augusto, Las culturas condenadas, México, Siglo
Veintiuno,
1978.
·
ROA BASTOS, Augusto, El trueno entre las hojas, versión
online. URL:
Consulta realizada el 26-11-2012.
·
ROA BASTOS, Augusto, El trueno entre las hojas, versión
online. URL:
·
ROVIRA, José Carlos, “Sobre los orígenes
del universo narrativo de Augusto
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Alicante, Universidad de Alicante,
1995, págs. 169-182.
·
SCARANO, Mónica; MARINONE, Mónica y
TINEO, Gabriela, “Vigilia del
Almirante:
Una
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reinvención de la
memoria,
Rosario
(Argentina), Beatriz Viterbo Editora, 1997, págs. 115-118.
·
TOVAR, Paco, “La obra de Roa Bastos. Un
proceso imaginativo” en Augusto
Roa
Bastos, Lleida, Pagès editors, 1993, págs. 37-40.
[1] BAREIRO SAGUIER, Rubén, Literatura guaraní del Paraguay, Caracas,
Biblioteca Ayacucho, 1980, pág. IX.
[2] Op.Cit.Pág. XII.
[3] Op.Cit.Pág. XIV.
[4] Op.Cit.Pág. XIV.
[5] Op.Cit.Pág. XV.
[6] Op.Cit.Pág. XIX.
[7] LUSTIG, Wolf, “Literatura
paraguaya en Guaraní”, América sin nombre,
nº4, 2002, pág.1.
[8] LANGA PIZARRO, Mar, “El
novelista paraguayo como re-escritor de la historia”, América sin nombre, nº4, 2002, pág. 3.
[9] Conferencia de Paco Tovar:
“Querencias guaraníes en la escritura de Augusto Roa Bastos” en el III Congreso
internacional mitos prehispánicos en la literatura latinoamericana. Homenaje a
José María Arguedas en su centenario.
[10] SCARANO, Mónica; MARINONE,
Mónica y TINEO, Gabriela, “Vigilia del Almirante: Una variante en la narración
de la historia” en La reinvención de la
memoria, Rosario (Argentina), Beatriz Viterbo Editora, 1997, pág. 116.
[11] ROVIRA, José Carlos, “Sobre los
orígenes del universo narrativo de Augusto Roa Bastos” en Entre dos culturas: Voces de identidad hispanoamericana, Alicante,
Universidad de Alicante, 1995, pág.172.
[12]
ROVIRA, José Carlos, “Sobre los orígenes del universo narrativo de
Augusto Roa Bastos” en Entre dos
culturas: Voces de identidad hispanoamericana, Alicante, Universidad de
Alicante, 1995, pág.178.
[13] ROA BASTOS, Augusto, Las culturas condenadas, México, Siglo
Veintiuno, 1978, pág. 11.
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